La muerte es un destino inevitable

Reflexión sobre la muerte en esta época de constante #inseguridad e incertidumbre

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La primera vez que perdí a alguien, nadie me dijo lo que pasaba. Allá por el año 94, mi tío -una promesa del fútbol en su ciudad y el hijo consentido del abuelo- había muerto en circunstancias muy dolorosas. El circo mediático alrededor de su muerte, incluso entonces, dejó aún más devastada a la familia, ni en ese momento, ni ahora, alguien habla del tema.

Durante mi niñez y adolescencia, no era un tema muy recurrente, aunque me enteraba con relativa frecuencia de que algún familiar fallecía, por alguna enfermedad o accidente, nunca nadie hizo comentarios.

Con el tiempo comprendí que de la muerte nadie habla, así que yo tampoco lo hacía, porque le tengo un profundo respeto y un miedo inexplicable, y es que, sentir ese extraño frío en la nuca, que viene cuando te dan la terrible noticia me paraliza.

Entonces el miedo se hizo costumbre, siendo adulta he perdido a muchas personas queridas cercanas a mi entorno, que fueron parte de mi vida o de mi familia.

Las pérdidas golpean muy duro, a pesar de comprender que hablar de la muerte es una manera de superarla, reconozco que no es la única. Además, cada persona tiene su propio proceso y la asume de diferentes formas.  

Vivir el duelo al tiempo de cada uno es bueno para el alma, llorar también, porque sacas el dolor en forma de gotitas, y de paso reconfortas el corazón.

Creo que la pandemia fue una época muy difícil, las pérdidas eran incontables, se sentían tan cercanas y dolorosas. Procuraba pensar en positivo, pero al enterarme de que alguien no lo había logrado, pensaba en sus familias y en lo doloroso de sus partidas, bajo esas circunstancias.  

Detestaba esos tiempos de incertidumbre, parecía que la muerte me respiraba cerquita, y sentirla tan real me superaba.

La muerte es un tabú, en resumen, es el final de la vida como la conocemos, es cuando dejamos nuestro cuerpo, pero las visiones pueden ser diferentes dependiendo de las creencias, culturas o religiones. Aun así, es importante conocer otras miradas, incluso si no podemos comprenderlas por completo.

Hablando de…

Siempre dicen que la muerte es lo único seguro, pero nunca se sabe cuándo va a llegar. Su significado para muchos está ligado al final del camino, de una etapa de la vida, para otros es el comienzo de una nueva vida en un paraíso.

Desde la ciencia, la muerte es parte de un ciclo, naces, creces, te reproduces y mueres, aunque al parecer es mucho más complicado, porque no solo se trata de un cuerpo, de fibras, nervios y tejidos, somos alma y energía concentradas en un solo lugar, ¿pero a dónde se van?

Existen muchas creencias sobre el destino de las almas, desde la reencarnación en otros cuerpos (humanos o animales), hasta pasar a un plano celestial superior, pero no hay nada certero, solo teorías.

Lo único cierto, es que de la muerte nadie vuelve, ese podría ser el último escalón, pero dependerá de lo que quieras o creas, para subir al cielo o bajar al infierno, si, esta es una de las creencias más fuertes acerca de lo que nos espera después de la muerte, reforzada por las religiones que nos enseñaron a creer en un ser omnipotente que perdona tus pecados, elevándote al cielo; y de un ángel no muy amigable que vive en un infierno, por debajo de nuestros pies.

Por otro lado, desde la cosmovisión andina, el mundo se divide en tres planos: el mundo de arriba (Hanan Pacha), el mundo vivo (Kay Pacha), y el mundo de los muertos (Uku Pacha).

Rituales

Las despedidas suelen ser muy dolorosas. En nuestro país se realizan velorios, antes del entierro o la cremación, pero pueden variar entre culturas y costumbres de cada ciudad.

Tienen contrastes, en algunas culturas se comparte comida con la comunidad, ya por la noche es la familia cercana la que acompaña al difunto, recordando su vida y riéndose de sus chistes, en algún momento se practicaban juegos mortuorios, pero son tradiciones que van desapareciendo.

El difunto siempre está acompañado. Para llevarle a su última morada, siempre lo cargan sus hijos, nietos o familiares más cercanos y lo llevan alrededor de su casa, para que se despida, para que su alma pueda ver el lugar que está dejando.

Me explicaron que, en el mundo andino, no se les entierra en nichos, lo importante es enterrarles en tierra, para que puedan volver a sus raíces.

En otros espacios también hay música, para que la transición hacia el otro mundo sea amigable, acompañada, alegre, para que el almita se vaya bien.

Actualmente, hay diferentes formas de realizar un velorio, en muchos casos responden a pedidos específicos de los que se fueron, quienes dejan en claro sus deseos para cuando ya no estén físicamente.

En países como México, el ritual de día de muertos está envuelto en un profundo respeto por nuestras almitas que ya no están en este mundo, pero que reciben el cariño de sus familiares con velitas, frutas y mucho color.

Algunas causas

De acuerdo con un estudio de la OMS publicado en 2020, las cardiopatías son la primera causa de muerte, entre las 10 primeras, se encuentran la diabetes, el alzhéimer, falla renal, cáncer, VIH/Sida y la demencia.

El Covid-19 por su parte cobró más de 6 millones de vidas en el mundo, desde 2019 hasta la fecha.

El suicidio también es una de las causas de muerte más alarmantes, más de 700.000 personas se suicidaron en 2019 (1 de cada 100). Además, es la cuarta causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años; pero lamentablemente, es una cifra que en América Latina asciende.

También hay otros motivos, como accidentes de tránsito, que significan 3.000 vidas cada día en todo el mundo.

No olvidemos a quienes han llegado hasta la adultez, nuestros abuelitos y abuelitas, quienes han caminado un trayecto lleno de altas y bajas, preparándose (o no) para el final de esos días de luz. En esta espera, es importante acompañarles con respeto, procurando recoger su sabiduría con profundo amor, para conmemorar sus vidas por siempre.

Entonces bien, hay muchas maneras de ver la muerte, de comprenderla y aceptarla, para mí, representa el fin de algo, de una etapa de la vida, por eso afrontarla es tan difícil, además nos carga de emociones que pueden ser difíciles de sobrellevar.

Luego de este último año, hablar de la muerte es necesario, en días como hoy, cuando parece que nada nos puede hacer daño, que somos infalibles e indestructibles, tener claro que es nuestra única certeza, nos recuerda la fragilidad de la vida.

Frágiles o no, quienes seguimos aquí tenemos asuntos pendientes, días soleados y otros algo lluviosos por vivir, algunas montañas por escalar, y tanto por hacer, quiero decir que seguimos viviendo, con la misma prisa de siempre, sin pensar en el presente, con dudas sobre el futuro.

Entonces, mientras no sea la hora, no piense mucho, solo haga lo que quiera y siga el camino, al final, de la muerte nadie se salva.   

Dedicado a nuestras abuelitas, abuelitos, mamás, papás, hijos, sobrinos, hermanos, amigas y amigos que se fueron, pero que siguen vivos en nuestra memoria.

Nota aclaratoria: este artículo no promueve un lenguaje sexista y está de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo. Pero no utiliza los pronombres el/la los/las o les, para evitar posibles confusiones.

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