Contexto Ecuatoriano
El primero de mayo es una fecha que va desde el feriado más intrascendente hasta una fecha de reflexión, dependiendo de la riqueza cultural de quien lo recuerda y de su posición de clase.
La banalización de este día en Ecuador se ha institucionalizado desde el gobierno correista, pasando el feriado a viernes o lunes, quitando el carácter contestatario de esta fecha tan importante; precisamente para evitar que la clase trabajadora -por lo menos este día- se politice y tome conciencia de cómo funciona su vida colectiva.
Es valedero recordar que por propios errores del movimiento obrero y la acción del poder se los ha dividido a través de organizaciones paralelas creadas a través de compra de conciencias. En su momento se crearon la CUT o la Red de Maestros organizaciones de posición pequeñoburguesa y de ahí sus contradicciones de clase. Y como olvidar las marchas financiadas con dinero público en tiempos correistas, a pesar de todo esto, la clase obrera ha podido resistir.
En este día, es importante darse el trabajo de reflexionar y principalmente a usted lector, que estas líneas le sirva para poder empezar su proceso emancipatorio, principalmente por los tiempos difíciles que se vienen en el Ecuador y en el mundo para los que no somos dueños del gran capital.
Desafíos de los nuevos trabajadores
La organización de los trabajadores y en general la organización popular de forma errónea se ha atrincherado a disputarle al capitalismo con ciertas reformas dentro del marco institucional de tipo económico reivindicativo. Esta agenda nos ha llevado de forma regresiva a perder derechos en unos casos y a los que son cobijados por el poder a tener prebendas principalmente desde el Estado. De igual forma, los movimientos de jóvenes desde el año 2010 están desarticulados y su población individualizada y atomizada, son víctimas de la pobreza material, de las redes sociales, y el narcotráfico; resignados a una educación meramente instrumental vinculada al desempleo. Ellos constituyen realmente los presentes y futuros trabajadores.
Debido al adoctrinamiento que han sufrido los jóvenes desde las últimas reformas educativas, les han enseñado a obedecer, a deslegitimar la protesta, a valorar positivamente la explotación del trabajo. Para estos jóvenes, ahora la resiliencia es destacada como virtud, justificando la precariedad de su existencia; además, ven al Dataismo como nueva religión, que se muestra como ciencia. Este coctel perfecto para la enajenación juvenil y en general de la sociedad postmoderna.
Acá se hace necesaria la frase: “Cualquier tiempo pasado fue mejor” y es correcto. El progreso tecnológico no necesariamente atrae el progreso social, en estos tiempos vemos avances significativos en la Informática, en las Telecomunicaciones, pero en el momento actual para tener la misma calidad de vida como en los tiempos de nuestros abuelos, ni siquiera se lo puede lograr obteniendo títulos de cuarto nivel, a diferencia que ellos con menor calificación tenían mayor conciencia de ser mercadores, una vida digna y sus luchas les otorgaron las conquistas que hasta ahora nosotros las disfrutamos. Precisamente por eso es importante la organización sindical, y en general la organización social.
El poder expresado en la clase dominante a través de los mass media, nos muestran a las conquistas obreras de las 8 horas de trabajo o las vacaciones como “efectos del pasado”, como elementos que retardan el progreso. Los voceros de los dueños del país nos invitan a modernizarnos, precarizando aún más nuestras vidas. La idea es generalizar las relaciones postmodernas laborales actuales y eliminar, por ejemplo: el vigente código del trabajo, según la clase dominante ya no está acorde a los tiempos actuales, este argumento burgués es correcto, socialmente el mundo ha retrocedido tendiendo a regresar al siglo XIX donde los trabajadores lo que menos poseían eran derechos, precisamente para aumentar la ganancia del capital.
En principio suena bien, “adaptarse a las nuevas formas del trabajo”, estas formas se manifiestan en los puestos actuales. Los operadores del capital nos encadenan a los horarios sea en oficina o en casa con el teletrabajo. La motivación es más efectiva que el castigo para términos de explotación. Los cuerpos de los trabajadores postmodernos a diferencia de sus antepasados receptan la violencia ya no a través de golpes o insultos despóticos, por el contrario, el ejercicio de la violencia lo hace la hiperactividad a la que los trabajadores están expuestos a través del bombardeo de estímulos multimedia, generados por las maquinas con las que trabajan. El contexto de esta nueva forma laboral necesita de un ambiente positivo donde la explotación ya no está dentro de un grupo de personas con un traje frac -el capitalista de otros tiempos-. Ahora nuestra mente es quien se auto explota, con la obsesión de producir y cada día rendir más. Somos tan libres que podemos trabajar en cualquier parte del mundo solo con un computador e internet, pero ¿nuestras mentes son libres?
Byung Chul Hang nos indica que el bombardeo de información aturde, ahora el panóptico está en cada uno de nosotros, por eso la transparencia no libera, es herramienta de vigilancia, el rendimiento no emancipa, nos encapsula en el trabajo, pero esta capsula es de cristal, todos la pueden observar. Las ordenes están en tickets y nuestro ser se mide en métricas. La esfera que nos puede ofrecer salidas a nuestra explotación es la acción colectiva, pero precisamente el sistema nos enseña a verla como espectáculo y degradarla a memes. En los tiempos de nuestros abuelos, la indignación se transformaba en protesta y en la necesidad de organización para un fin común, así se hicieron las revoluciones del siglo pasado. En estos tiempos al no disputar el cambio de sistema, la protesta se convierte en simulacro y se diluye en la opacidad de los mismos actores.
Esta explotación simbólica se presenta como saturación y fatiga, el sistema nos obliga a disciplinarnos, a vigilarnos, a “gestionarnos”. Vivimos en un círculo de auto explotación con actitud positiva, toda esta violencia la absorbemos en nuestra mente y en nuestros cuerpos. Esto construye una falsa autonomía, donde el individuo está auto disciplinado con las leyes en el puesto de trabajo que ocupa, no necesita un externo que lo reprima. En esta supuesta libertad -más bien hiperactividad-, el individuo teme al olvido y el destierro digital, el rendimiento y la productividad han generado una nueva forma de opresión.
Volver al futuro como necesidad emancipatoria
Es importante recordar cual era la situación de los trabajadores en los inicios del capitalismo industrial, las condiciones miserables en las que los trabajadores vivían, sin seguridad social, trabajando más de 12 horas, trabajo infantil, sueldos precarios. En este contexto, fue necesaria la acción colectiva, en primera instancia reivindicativa y posteriormente revolucionaria, lo que derivó a las actuales condiciones laborales. Antes de la Revolución de Octubre en Rusia, el advenimiento de la URSS -siendo el primer estado obrero de la historia-, los trabajadores haciéndose conductores de su destino, comienzan una serie de cambios estructurales, destacando el cambio más importante: hacerse actores de la construcción de un país basado en la producción, y una serie de conquistas para los trabajadores. En Europa Occidental ante un Estado como era la URSS, la burguesía se ve en la necesidad de dar concesiones a los sindicatos y precisamente ahí se crean los famosos Estados de Bienestar. Hoy esta idea de Estado es la bandera de lucha de muchos izquierdosos desubicados y que ha esto le llaman Socialismo. Bien o mal, este tipo de Estado funcionó hasta el año 75 del siglo XX y después con la era Tacher lo comenzaron a desmantelar hasta estos días.
En la actualidad, el desarrollo de la tecnología -sin cambiar las reglas de juego del capital- ha generado puestos de trabajo precarios, lo podemos ver por ejemplo en los trabajadores de aplicaciones, en los denominados freelancers, o los nuevos llamados contracts, donde las anteriores luchas de los viejos sindicatos han quedado eliminadas, es decir, el capitalismo en su desarrollo tiene como objetivo: la explotación del trabajo. En los años 60, los trabajadores aspiraban a uno o dos trabajos de por vida, ahora los trabajadores aspiran a uno o dos trabajos al mes simultáneos para pagar sus gastos.
Ante esto, Lenin nos recuerda cómo se empieza la lucha por la emancipación y es precisamente la acción política para la disputa de lo político “suena bien”, pero como hacemos con trabajadores con pensamiento desclasado, con elementos culturales precarios distantes de lo ilustrado, trabajadores víctimas de un sin número de estímulos a través de las herramientas informáticas, aislados y atomizados; es una tarea compleja.
Si comparamos al trabajador del siglo XIX o XX con el trabajador actual, su nivel de enajenación era menor, precisamente porque el desarrollo de los medios de información era ínfimo en esos tiempos. La disputa de los afectos, las ideas y pensamientos de los actuales trabajadores en estos tiempos tiene un conjunto de mediaciones controladas por la clase dominante, eso es un problema y esto no tiene nada que ver con una falsa conciencia o el “mal llamado velo”.
Zizek enfoca el problema en como entendemos la ideología cínica en la actualidad, se la entiende como forma de dominación, por ejemplo: “Robo, pero hizo obras “. Para combatir este problema ideológico desde una perspectiva revolucionaria, es necesario hacer una ruptura que suspenda temporalmente al sistema en forma de shock, exponiendo su inconsistencia, es decir crear una lógica donde el cinismo ya no funcione. Precisamente, el objetivo de la ideología del fin de la historia es “no hay alternativa” por eso el cambio está en no ceder al deseo, sino en la organización fuera del sistema social y la búsqueda de una organización diferente que represente los intereses de la clase trabajadora.
Ante viejos males, viejas recetas al comentario lo podrán tachar de retardatario o incluso reaccionario, pero en la crisis actual del capitalismo tendiendo a su desaparición por un nuevo o más bien un viejo modo de producción maquillado de tecnología como lo plantea Varoufakis “Tecnofeudalismo”, deberíamos buscar una “tecno revolución” y por qué no hablar de “tecno socialismo”, es decir, si el sistema en términos de explotación y dominación está regresando a viejas formas, necesariamente la lucha tendrá que ser reeditando las viejas tácticas obreras y actualizarlas de acuerdo a los tiempos de hoy. La resistencia necesariamente tendrá que optar por herramientas en el mismo contexto, de ahí se hace importante un clásico de la lucha política “¿Qué hacer?” En este caso, el regreso a relaciones feudales que permitan una mayor explotación del trabajo nos da indicadores del fracaso del capitalismo de libre mercado y el fracaso civilizatorio de Occidente, para ejemplificar: los retrocesos que pueden existir en sistemas de organización social es precisamente la de Afganistán de la era soviética de ser un país en proceso de industrialización, de alta cualificación para sus ciudadanos, mujeres con derechos civiles, en camino a la modernidad, se convirtió en un conjunto de aldeas manejados por los terratenientes reaccionarios talibanes, sumida en producción feudal o esclavista, vinculado al narcotráfico. La resistencia necesariamente debe volver a la vieja escuela.
Desafíos y luchas
La clase obrera y sus aliados en Ecuador deben cambiar estrictamente su rol en el mapa político, de resistir, a proponer y no precisamente en el obrerismo burgués, es decir, el economicismo. La disputa del poder por temas salariales está bien, pero no alcanza, porque el sistema no se ve amenazado, peor amenaza a quienes disfrutan de sus privilegios. Recordemos que, cuando la clase obrera (en otras épocas) ha estado legitimada y contaba con fuerza social, pudo imponer a la patronal las conquistas, porque tenía un programa político de transformación.
Después de casi 20 años, el populismo sigue siendo parte del debate político, es necesario que los obreros y sus aliados como indígenas, campesinos, asalariados de otras clases reflexionen sus errores organizativos y conceptuales respecto a los tiempos que estamos viviendo. Cualquier proceso electoral será vacío en medida que busque prebendas para ciertos dirigentes y busque migajas del poder. Para ciertos sectores haber cogobernado con Rafael Correa, les paso factura en las últimas elecciones, tanto es así, que el candidato de la oligarquía les ganó en los sectores obreros y campesinos, precisamente porque no se sienten representados por el caudillo. Rafael Correa como en el 2006 ha demostrado la capacidad camaleónica para en su cinismo manejar discursos reformistas, y siempre ha tenido de su lado al oportunismo y últimamente hasta al crimen.
Por estos antecedentes, una de las primeras tareas en las distintas organizaciones, partidos con fracciones débiles de pensamiento, tendientes a caer en el discurso populista deben trabajar para expulsar el correísmo y todo vestigio de sus filas, porque como ya hemos visto, a la interna se desgastarán en peleas vacías, acomodo de cargos, compra de conciencias, pesquisas y persecución. El correísmo como representante del lumpen no constituye un aliado para la clase obrera y sus aliados, en el momento que tenga que pactar con el nuevo gobierno lo hará y por eso hay que tener la suficiente organización para enfrentar el embate de la burguesía.