El triángulo de la tristeza

Análisis de la película El Triángulo de la Tristeza en donde reflexiona sobre las relaciones de poder y el trabajo de los medios de producción y el capitalismo

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Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.

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Aunque sea irónico, me encanta cuando el cine desnuda la realidad social. Irónico porque la industria cinematográfica también forma parte de esa realidad, acoplándose satisfactoriamente cada vez más al ingente sistema capitalista. El año 2022 fue un año de mucho cine, de excelentes películas y de formidables mensajes. Muchas adaptaciones se ajustaron a la realidad actual a través de los metaversos y otros, se centraron en demostrar, una vez más, quién es en verdad el ser humano, su actitud frente a sus pares de diferente clase social y su reacción ante la adversidad que nos pone a todos por iguales

Tal es el caso de “El Triángulo de la Tristeza” (Triangle of sadness), película escrita y dirigida por Ruben Östlund, una sátira cinematográfica muy entretenida, contada en tres actos. Actos que simbolizan las tres clases sociales predominantes y en las cuales el ser humano se ve inmerso a través del trabajo de los medios de producción y de las relaciones de poder.

Todos somos iguales. Ama ahora. Un nuevo clima está entrando. Frases con las que la película a través de su historia intenta adentrar al espectador al mundo que aspira, con un trabajo de ensueño, y al que, sin darse cuenta, ya está adentro, ya sea como trabajador, como insumo o como amo.  

PRIMER ACTO: ¿Relación o competencia?

El primer acto se centra en la relación que los protagonistas mantienen (Carl y Yaya). Su mundo ordinario se muestra entre los flashs de la moda, pasarelas, lujos y su oneroso estilo de vida. Ambos modelos de profesión. Ella gana más que él. Irónico en este mundo donde las mujeres por antonomasia ganan menos que los hombres y son más explotadas. 

En la incesante lucha por demostrar quien tiene el poder y el control de la situación dentro de la relación, llegan a un punto en que se muestra la debilidad de ambos. Ella, en su afán de sentirse querida, amada y protegida, intenta mostrar indiferencia ante la situación. ¿Quién paga las cuentas? La mujer empoderada y autosuficiente con su trabajo y su actitud se muestra débil y vulnerable, emocionalmente codependiente frente a su par.

Los roles de género se ven afectados. La relación es un contrato fallido, porque con la idea de intercambiar experiencias, emociones y afecto se fracasa en el intento. Es una guerra por demostrar quién es el mejor. Lo que debería ser un matrimonio, se convierte en lo que realmente es una sociedad conyugal, los intereses y objetivos de ambas partes no se han cumplido conforme se estipulaba en el contrato inicial. Das y doy. Toma y dame. Se ama con la idea de obtener réditos que beneficie a ambos. Ninguna de las partes está dispuesta a ceder, al menos no, cuando no hay un punto negociable. Es todo o nada. Es la máxima expresión de la egotización conyugal. El egoísmo disfrazado de generosidad. La soledad disfrazada de compañía. El interés personal disfrazado de amor.

Carl y Yaya son el reflejo de lo que hoy se han convertido las relaciones. Demostrar quien tiene el poder y a quien se debe venerar. Relaciones cortoplacistas. Productos desechables. Personas heridas.

Fuente: El triángulo de la tristeza (sensacine.com)

SEGUNDO ACTO: ¿Batalla social o generosa empatía?

Todo transcurre en las lujosas instalaciones del Yate al que Carl y Yaya son invitados como influenciadores de la moda, estilo y belleza; así mismo, los acompañan personas multimillonarias, que provienen de la industria de las armas, de la tecnología y de los fertilizantes agroquímicos. Es un derroche de placer, servilismo y prodigalidad.

Representan a la sociedad burguesa que domina el mundo. Los ricos siempre valiéndose de los pobres para disfrutar de sus placeres, y no me refiero que éstos otorguen un trabajo por el cual se percibe una remuneración, sino que, en este caso la plebe se convierte en diversión de la élite. Miles de años han pasado desde que, en que en la antigua Grecia los pobres eran la diversión de los reyes a través de actos lúdicos o deportivos, esta vez en la película, se muestra como un grupo de millonarios prácticamente obligan a la tripulación de servicios a que compartan por un momento de los placeres y diversiones del barco.

Se convierte en un acto de cínica diversión disfrazada de generosa empatía. Los beneficiados, los hacen por obligación, porque se les ha dado una orden. Solo se posterga por unos minutos las obligaciones, que son muchas, para divertir a los poderosos. Lo mejor ocurre en el punto álgido de la película: la cena del capitán, un evento lleno de parafernalia que se organiza para saludar al capitán del barco que, por cierto, es un pobre diablo al que le importa muy poco las relaciones sociales con los poderosos. Está sumergido en su mundo, sus vicios y desórdenes.

Después de que el mal tiempo, que por cierto fue previsible, trunque el lujoso evento, todos los convidados se ven afectados por esta calamidad y sus efectos dentro del barco. Regurgitaciones, cloacas destapadas y vulnerabilidades, cuyo epítome se refleja en una charla muy interesante entre el capitán y un poderoso ruso. Capitalismo versus comunismo. Ambos haciendo alarde de los pensamientos de personas históricamente importantes y que han influido en la historia, en un momento en que se juegan la vida y la muerte. Indolentes ante la situación, solo disfrutan el momento en el intento de determinar quién lleva mejor la bandera de su sistema social, de su estilo de vida y de su forma de pensar.

Es tan real esta representación con la sociedad actual. La defensa de posturas políticas y sociales se ha convertido en fanatismo desmedido que se expresa a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Se odia el capitalismo, pero nos fascina sus bondades. Se defiende el socialismo, pero nos desagrada la forma en que se desarrolla. Del comunismo ni hablar. Ni siquiera sabemos que es.

Fuente: El triángulo de la tristeza (sensacine.com)

TERCER ACTO: ¿Equidad o Igualdad?

Hay muy pocas cosas en la vida que realmente valen la pena: subsistir, comida y bebida. Luego del infausto naufragio del yate después de que fue asaltado por un grupo de piratas se desarrolla lo mejor. Todos en igualdad de condiciones en una aparente isla desierta en el que solo el más fuerte sobrevive. Los sobrevivientes aún conservan sus roles. El millonario detenta su poder y actitud frente a los pobres. El líder aún conserva su liderazgo ante una situación en la que su coerción no sirve de mucho. La plebe, dueña del conocimiento, de los medios de producción y por supuesto del trabajo, emerge como espuma ante una situación en la que sacará provecho.

Resulta que los poderosos tienen el dinero, pero los pobres son quienes lo trabajan y lo hacen producir. Y es justamente esa ventaja de la clase baja la que hará que tome el control de la situación y ejerza su poder.

Una persona del servicio de limpieza toma el mando porque es la única que sabe cazar, hacer fuego y enfrentarse a este tipo de situaciones. Los demás se convierten en sus súbditos. Después de tener lista la comida, toca la repartición. Ella distribuye las raciones en función de lo que los demás han hecho en este proceso de sobrevivencia. La mitad es para ella por ser la conocedora de los medios de producción. Lo demás lo reparte entre todos. No he visto ejemplo más claro entre equidad e igualdad. Cada uno recibe lo que se merece.

En este acto resurge la idea del matriarcado y de los roles que la mujer los ha tenido desde el inicio de la historia. Se convierte en provisora y protectora.

Así mismo, lo que en un momento era una lucha por la supervivencia, ahora se está convirtiendo en una situación de lucha por el liderazgo y de quien tiene el control de la situación. Aquí surge otro ejemplo en el que el ser humano se vende por un mendrugo de pan. Quien te da de comer es a quien has de servir. La líder aprovecha la situación para dominar a sus súbditos y satisfacer sus necesidades personales y sexuales. Todo por un plato de lentejas.

El triángulo de la tristeza es conocido como la zona delimitada entre la nariz y las cejas en el ser humano, en virtud de las arrugas que se producen al fruncir el ceño, es el signo visible de la decrepitud humana. El ocaso de la vida del hombre.

El hombre siempre en el centro de todo. El primer acto es delimitado por la tristeza que genera la soledad del ser humano, aunque esté acompañado en su incesante búsqueda del afecto y cariño en sus pares. La tristeza de la sociedad que se bate en una guerra entre consumismo, explotación y desigualdad, se refleja en el segundo acto. En el tercero, se muestra la tristeza del hombre que lucha por detentar el poder a como dé lugar y se vende por unas cuantas migajas de afectos que incluye, además, tener un estómago lleno.

El triángulo de la tristeza forma parte de la vida e historia del ser humano. Todos llegamos a ese punto en el que fruncimos el ceño ante lo que detestamos.

Fuente: El triángulo de la tristeza (sensacine.com)

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