jueves, septiembre 4, 2025
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Runas herejes

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Inkarri Kowii articulista La Disputa

Runas, runas

“Runa” literalmente significa ser humano. En los últimos años “runa” se ha utilizado para afirmar la identidad de los indígenas y diferenciarse de otros grupos.  La idea del runa, en la búsqueda de su especificidad, se ha ido constituyendo en oposición al ser occidental, por lo tanto, no puede ser moderno, y en consecuencia es distante de la racionalidad moderna, la democracia y la economía de mercado, no existe el individuo sino la comunidad. Esta idea poco a poco se ha ido consolidando en la última década desde académicos indígenas y mestizos, la llamaré “runa esencial”.

A mi parecer tiene como antecedentes los debates poscoloniales y decoloniales que emergieron en la década de 1990. Estos últimos postularon que en América Latina se podía observar entre los pueblos indígenas, características que resistían a la modernidad a pesar de que las instituciones coloniales perduraban. Por lo tanto, llamaban a descolonizarse, es decir que dejen de ser modernos, proyecto que además según ellos había probado su fracaso, y más bien adoptemos aquellas prácticas que la conquista no permitió que se desarrollen, pero que habían permanecido. Entonces el runa esencial vendría a ser la concreción de los deseos decoloniales, ya que, reproduce sus postulados principales y se aleja de lo moderno.

            La esencia por definición no cambia, debe mantenerse inmutable, por lo tanto, es a-histórica. Hacer una lectura de la identidad y la cultura esencialista es decir que hay un elemento o varios que han permanecido intactos, ¿desde cuando? Es una pregunta que le pondría serias dificultades a los esencialistas. Más aún, impide comprender el estado actual de nuestra cultura lo que a la larga nos impide plantear soluciones a los problemas que enfrentamos.

Para el runa esencial defender que no han existido cambios es imposible pues en tan solo tres generaciones es más que evidente. Sin embargo, dirá que aquello inmutable no se puede ver, esta en el interior del runa, dirá que es una forma de ver el mundo y de entender su relación con la naturaleza. Esto solo plantea más problemas, pues si admitimos esto como el núcleo esencial del runa, entonces esa relación debe cuidarse y mantenerse intacta.

La identidad y cultura tiene manifestaciones en la conducta y por lo tanto en sus actividades. Entonces la relación con la naturaleza se manifiesta en la actividad agraria como principal actividad económica. Por lo tanto, el runa esencial, el verdadero runa, debe mantener su lazo con la naturaleza en su actividad económica, es decir la agricultura, el runa que se aleje de la tierra, deja de ser runa. ¿Los kichwa que con el paso del tiempo han ido ocupando las ciudades dejaron de ser runa? ¿Los indígenas que aún estando en las comunidades, pero no quieren continuar con la agricultura, dejan de ser runa? ¿los kichwas que continúan con la agricultura y que en su intención de ser más productivos tecnifican su actividad dejan de ser runa? Otras preguntas difíciles para el esencialista serían ¿Cuándo nació esa visión del mundo? ¿desde entonces no ha cambiado? ¿si las ideas son esenciales entonces no cambian?

La afirmación de que la especificidad del runa es su relación con la naturaleza también tambalea, pues esta visión holística ha estado presente en todos los pueblos del mundo, y si es de todos, no puede ser su especificidad. Y más aún cuando el mundo entero esta haciendo esfuerzos por encontrar soluciones tecnológicas para resolver los problemas ambientales. Responder a las preguntas arriba planteadas a escala global, es aún más complejo. La postura esencial niega la Historia y el contexto donde las ideas, la cultura y el ser humano se desenvuelven. La especificidad de los runas debe entenderse y buscarse en los cambios que han sucedido a través de la historia y no en una idea inmutable.

El runa esencial privilegia la imagen del runa en comunidad, en el campo y en la actividad agrícola. Pero invisibiliza otras. Recordemos que el runa esencial por definición esta opuesto a la modernidad, por lo tanto, no le interesa mostrar al runa empresario, al runa en la industria, al runa de la ciudad, al runa en la ciencia, al runa como individuo, pues esto entra en contradicción con su visión. El runa esencial cree que estos campos ponen en peligro el núcleo esencial, y creen que deben protegerlo. El runa esencial puede llegar a decir que los caminos y las ciudades aceleran los cambios de las comunidades y por lo tanto son negativos; que los runas deben educarse únicamente en los saberes andinos, lo otro es un peligro alienante y aculturante; el runa esencial sospecha de la ciencia y la tecnología, porque podrían romper con la relación que mantienen con la naturaleza, el runa esencial sospecha del cultivo de la individualidad, pues cree que acabaría con la comunidad.

La palabra hereje viene del griego αἱρετικός (hairetikós) y significa “posibilidad de elegir”. Frente al runa esencial aparece el runa hereje que a diferencia del primero reconoce los cambios que hemos atravesado y más aún que en la actualidad algunos de ellos deben acontecer; el runa hereje promueve una comunidad abierta, que abrace los conocimientos, que al paso de prueba y error (a veces con costos altísimos) la humanidad ha acumulado; el runa hereje propone aplicar esos conocimientos para la perduración de nuestra cultura y la resolución de los problemas que enfrentan sus integrantes; el runa hereje no sospecha sino que es optimista, no tiene miedo a los cambios, pues sabe que la fuerza del ser humano esta en su capacidad de decisión de adaptación, es decir en su libertad de elegir; el runa hereje promueve el yachaytinkuy el esencialista el aislacionismo y “provincialismo cultural”.

El runa esencial puede llegar a plantear la creación de jurisdicciones territoriales donde solo estén runas, el runa hereje promueve el encuentro. El runa hereje promueve la modernización y la globalización de su cultura. El runa esencialista con el afán de cuidar ese núcleo esencial descalifica al hereje, lo expulsa del colectivo, le priva de su identidad, ya que, no puede admitir ideas que provengan de la modernidad, y que además sean promovidas por los mismos runas, su misma existencia se vuelve contradictoria con la visión esencialista

Debo admitir que existen posiciones moderadas, sin embargo, lo que defienden fácilmente pueden llegar a este tipo de posiciones radicales. Los esencialismos étnicos son peligrosos, ya la Historia lo ha demostrado. Por último ¿a quién beneficia el predicar este esencialismo runa? La imagen que el runa esencial proyecta del indígena es una idea con poco asiento en la realidad, la cual es más compleja y heterogénea de lo que le gustaría. El runa hereje promueve el debate pues es en el encuentro de ideas contrarias donde se producen avances. El runa hereje promueve opciones, el runa esencialista las restringe.

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La Disputa

La pandemia de violencia sexual que afecta a niñas y mujeres en Ecuador. ¿Salud para todos?

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Mishell Calderon articulista La Disputa

A medida que pasan los meses, las medidas de confinamiento en el país se han endurecido y luego han sido flexibilizadas. La situación sanitaria se encuentra en un constante vaivén. En Ecuador, el distanciamiento social, uso de mascarillas, adopción de medidas de bioseguridad. Sin embargo, las disposiciones no solo restringen estar en contacto con las personas, sino también limita el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva a las niñas, adolescentes y mujeres que se encuentran en busca de métodos anticonceptivos, sin importar el contexto personal que esté pasando cada una de ellas.

En Ecuador el aborto no es legal y seguro, el Estado no permite la despenalización del mismo. ¿cómo garantiza la anticoncepción a una niña, adolescente y/o mujer que ha sido agredida sexualmente?

Aparentemente, la respuesta ante esta situación es la dotación de una pastilla del día después. En el Art. 32 de la Constitución de la República del Ecuador de 2008, se menciona que “El Estado garantizará este derecho mediante políticas económicas, sociales, culturales, educativas y ambientales; y el acceso permanente, oportuno y sin exclusión a programas, acciones y servicios de promoción y atención integral de salud sexual y reproductiva”.

No obstante, es muy notoria la desigualdad que afecta a niñas, adolescentes y mujeres por las limitaciones en los accesos a los servicios de salud pública, por situaciones de pobreza, limitaciones de movilidad, el adquirir una pastilla del día después en el país bordea los $7 en el mercado, no todas pueden costearlo.

En un reportaje realizado por PlayGround. “Cada día, siete niñas dan a luz en Ecuador, producto de una violación. Y todavía, el aborto sigue penalizándose en caso de sufrir esta agresión”. Esto sigue siendo un problema de salud pública que compete a todos los ciudadanos, al Estado y nadie hace nada.

Según estadísticas presentadas el 8 de septiembre de 2020 por la Fiscalía General del Estado. “las denuncias por delitos sexuales se redujeron al inicio de la emergencia, pero fueron incrementándose paulatinamente, siendo la semana del 31 de agosto al 6 de septiembre la de mayor incidencia en cuanto a abuso sexual y violación”.

En el transcurso de la pandemia, los delitos sexuales han bajado en un 46%, es una cifra considerable. Se habla de recuperación económica, reactivación de espacios sociales, pero se invisibiliza los delitos sexuales, que han disminuido, pero no significa que el porcentaje restante no necesita atención, es por ello que se urgente la intervención por parte del Estado, para evitar futuros ataques.

El 25 de noviembre es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero a la sociedad parece no importarle esta fecha reconocida, que busca concienciar acerca de la violencia de género. La intervención del Estado, de todos, para la erradicación de la violencia de género es fundamental.

Hace dos semanas un candidato a la presidencia en Ecuador, Guillermo Lasso dijo que una “chica tiene que arreglarse bonito y, cuando esté bien vestida y bonita consigue novio”. En mi mente solo pasa como sería nuestro país, si un político así, llega a Carondelet.

¿Cómo erradicamos la violencia contra la mujer si tenemos políticos como Lasso?, su solución fue pedir disculpas, que sí, es de humanos errar y sobre todo el reconocimiento, las disculpas públicas, pero como no va a causar malestar en las mujeres, escuchar estos comentarios de un político que busca dirigir un país. Pues, se invisibiliza a las víctimas que han sufrido delitos sexuales, el Estado no garantiza su seguridad e integridad.

La pandemia más fuerte es la violencia que existe hacia las mujeres ecuatorianas, y que en el aislamiento se hizo más visible que nunca.

Niñas

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Nací un 8 de marzo

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Natalia Sierra escritora de La Disputa

Nací un 8 de marzo

Cuando la tierra era violeta

Y las lunas se volvieron rojas

Ese día decidí ser mujer

¡Lo decidí!

No el objeto de tu juego narcisista

No un cuerpo de satisfacción

ni peor aún de explotación

Tampoco culpable de tus miedos.

Nací un 8 de marzo

El día que las lobas viejas

Conjuraron los poderes asesinos

Ese día decidí ser mujer

¡Lo decidí!

No el pretexto para tu violencia

No la víctima sacrificial de tus rituales

Ni el trofeo de tus guerras absurdas

Tampoco la razón de tus derrotas.

Nací un 8 de marzo

En los brazos de las mil madres

Y con el abrigo de todas las abuelas

Ese día decidí ser mujer

¡Lo decidí!

No una virgen petrificada

No un vientre de reproducción

Ni una madre obligada.

Nací un 8 de marzo

Ese día decidí ser mujer

¡Lo decidí!

Una mujer libre.

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La Disputa

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Vulneración de derechos en contexto de pandemia: Femicidios en Ecuador

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Gabriela Simba articulista La Disputa

Cuando iniciamos la cuarentena por la pandemia, todos sabíamos que esto implicaría estar encerrados 24/7 con nuestras familias, que parecía una idea estupenda para recuperar tiempo con los nuestros, o así lo veían ciertas personas. Pero, no todos vivimos las mismas realidades, tal es el caso de cientos de mujeres que clamaron ayuda por el terror que viven en sus hogares debido al encierro con sus parejas.

El encierro representaba y representa un riesgo mayor para las mujeres, la violencia no dejó de existir, pese a la crisis que vivimos. El mantenerse todo el día a lado de quien sería el villano de su cuento, convierte a su hogar en escenario de maltratos, y conlleva a que niños que viven en entornos de violencia, también estuvieran expuestos a ser víctimas o contraer daños psicológicos por los abusos de los cuales eran testigos.

El ECU 911 reportó alrededor de 235 llamadas por día de mujeres que clamaban ayuda por la violencia que vivían en su hogar durante la pandemia, hay que entender que solo llamaron las mujeres que pudieron hacerlo, esto representa un 90% de casos durante el confinamiento, comparado con los reportes que se generaban antes de la crisis sanitaria. Reflejando un total de 81 femicidios hasta el 04 de octubre del 2020 (Cifra que se incrementó rápidamente hasta finales del 2020). Siendo esta la mitad de la cifra registrada en México, que reporta 163 femicidios durante la cuarentena, siendo el país con la tasa más alta en América Latina.

Una cifra que debería alarmar al Estado nefasto que tenemos en el Ecuador, ya que, este año frente a la crisis, el Servicio de Protección Integral para víctimas de violencia sufrió un recorte de la mitad del personal que atendía en 46 puntos en el país. Este espacio está comandado por la Secretaría de Derechos Humanos del Gobierno y su presupuesto pasó de 5.4 millones de dólares a 4.7 millones en 2020. Cifra que refleja la Secretaría.

Una vez más, el Gobierno muestra su ineficiencia frente al tema de protección y ayuda a   mujeres y niñas en el Ecuador, ya que, esta reducción de recursos es significativa, peculios que ayudarían a la creación e implementación de estrategias que erradiquen esta situación que por años se ha vivido en el país.

¿Cuándo terminará este tormento para las mujeres? Hacemos un llamado a las autoridades del país para que mejoren las leyes, que serán parte de una gran solución y de esta manera implanten medidas efectivas que protejan a las mujeres que ya han sufrido violencia de algún tipo y que posiblemente su integridad y su vida estén en riesgo. Es sumamente importante hacer un llamado de atención a la sociedad para que concienticen sobre este problema social, no podemos permitir más mujeres y niñas muertas, todos somos iguales y estamos atados a los mismos derechos, nadie es inferior a nadie por su sexo, religión, etnia, etc., todos somos seres humanos que merecemos respeto y cuidado.

Debemos darles prioridad a los temas de violencia, mostrar indignación, que no haya mujeres que mueren en silencio, y que estas puedan levantar su voz sin miedo ¡Si tocas a una, saltamos todas!

Pandemia

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Hoy

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Abigail Chicaiza escritora de La Disputa

hoy

Todavía dormida,

desperté mi corazón de la rutina,

en ella había guardado tu recuerdo,

hasta hoy.

Decidí salir de mi refugio,

tenía tantos cadáveres en el armario,

finalmente elegí uno,

tu recuerdo.

Ayer silencié las risas que fueron mil lágrimas,

tuve dolor de mis heridas que ya no rasgan,

y para desintoxicarme de tu esencia,

te busqué.

Hoy salí de mi mundo,

decidí detener el tiempo en un espacio impar,

busqué entre los cadáveres de mi armario,

elegí el que me regalaste con tu manera de amar.

Sé que el tiempo denunciará mi acto,

ahora, prefiero una legalidad directa,

no enfrentarme a la ley de un destino,

y dejarte ir, desde la raíz.

Ahora sé que existen momentos sin rostro,

lugares sin rumbo y destinos cruzados…
pero algo es seguro,

el recuerdo y el olvido que nacen de lo mismo.

Hoy por amor a mí,

te encadeno a donde perteneces;

el olvido.

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LOS SECTORES POPULARES Y SU PRESENCIA EN EL DESARROLLO HISTÓRICO DEL ECUADOR

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Sergio Salazar periodista de La Disputa

En esta ocasión, el trabajo analiza el rol de los sectores populares en los diversos períodos del desarrollo de nuestra historia, en algunos momentos toman un protagonismo único, mientras que en otros, son parte del cambio general que ha sufrido nuestro país.  Para poder señalar los momentos más relevantes, el trabajo está dividido en 3 subtemas: el primero desde del establecimiento de la colonia hacia la Rebelión de las Alcabalas, a continuación se analiza los momentos de los sectores populares entre la Rebelión de los Barrios de Quito hacia la independencia, y finalmente se aborda el periodo desde la independencia hacia la actualidad.

DEL ESTABLECIMIENTO DE LA COLONIA A LA REBELIÓN DE LAS ALCABALAS

Dentro de la historia del Ecuador, es muy importante destacar el rol fundamental de los sectores populares desde los tiempos de la colonia, en la cual de una u otra forma, se puede empezar hablar sobre una organización mucho más estratificada de su población.  A pesar que desde los tiempos del incario, la sociedad ya mantenía cierto nivel de estratificación social, considero que mediante el establecimiento de la colonia, surgen nuevos actores sociales que intentan solidificar su presencia en el transcurrir de la época colonial.

Considero iniciar mi análisis refiriéndome al establecimiento de la colonia en el territorio actual de nuestro país, la cual inicia a mediados del Siglo XVI.  De acuerdo con Landázuri Camacho, este siglo es considerado como uno de los más violentos dentro de nuestra historia, ya que existió una transición en primera instancia, de la lucha de pueblos aborígenes en un contra la invasión inca, para que posteriormente los victoriosos incas se enfrenten a la invasión española.  Una vez que los españoles vencieron la resistencia inca, iniciaron los enfrentamientos entre los “conquistadores” por cuestiones mayoritariamente relacionadas al manejo de las riquezas y su repartición. [1]

Para poder ejercer el control total de la conquista, se estableció un nuevo sistema administrativo colonial basado en 3 pilares fundamentales: el primero, la creación de las ciudades que se convertirían en los centros urbanos de los habitantes, donde se concentrarían los principales centros administrativos, religiosos y militares.  En segunda instancia, el establecimiento del cabildo, conformado por lo que entendemos hoy en día como una autoridad municipal (los nombraban gobernadores, alcaldes, regidores).  Estas autoridades pasarían a ser los representantes del Estado, organizando y controlando el reparto de tierras y las relaciones con los indios.  En última instancia, se establecieron ejidos (tierras comunales), estancias (tierras de cultivo) y posteriormente expediciones (en particular hacia el Oriente).  Finalmente, se creó la figura del Obispado que representaba la administración eclesiástica y a su vez un ente político (autónomo y jurídico).  Debido a la continua expansión del dominio español, debieron establecerse Obispados tanto en Quito como en Lima. [2]

Los cambios administrativos influyeron directamente en la estratificación de la población.  Durante el dominio inca, la relación plasmada entre el cacique y las comunidades abarcaba un trato muy delicado pero basado enteramente en la reciprocidad.  El primero, se dedicaba al papel de redistribuir los recursos grupales (la tierra, el trabajo grupal, las reservas alimenticias) y esta practica generaba un acceso equitativo hacia estos bienes comunales.  Las comunidades, ponían su parte practica en la relación siendo ellos la mano de obra dentro de este sistema.  Sin embargo, con la expansión de las enfermedades de los españoles, la población indígena fue impactada directamente y esta relación comunal, empezó a verse afectada cuando muchos caciques fueron reemplazados por indígenas afines a los españoles. [3]

Algunos de estos nuevos personajes indígenas, aprovecharon su posición jerárquica para obtener beneficios propios como por ejemplo, obtener criados o recibir un sueldo por la labor realizada.  Sin embargo, trataron a como de lugar mantener esta relación recíproca y a su vez, se convirtieron en una herramienta efectiva del sistema colonial, encargándose de la recolecta del tributo indígena.  Es en este escenario, donde se puede afirmar que la consciencia del pueblo indígena toma acción, y varias familias optan por el camino de abandonar las comunidades escapando de las labores impuestas por la colonia.  Algunas poblaciones indígenas serán catalogadas como “forasteros” debido a su constante migración escapando de la explotación laboral controlada por la colonia. [4]

Se utilizó mecanismos de trabajo bastante efectivos para mantener una producción y explotación constante hacia la población indígena.  La Encomienda presentaba un sistema en donde un encomendero recibía un grupo de indígenas, y a cambio de trabajo o de rendición de tributo mediante productos o dinero, podían ser evangelizados por los doctrineros (religiosos).  Fue uno de los sistemas de mayor opresión hacia la población indígena y prácticamente se convirtió en una herramienta de trabajo obligatorio inclusive reforzado con la aplicación del pago de tributo. [5]

La importancia de la redacción de las “Leyes Nuevas” de 1542, intentó crear un sentimiento humanista en el trato hacia los indígenas.  El objetivo se podría explicar en dos formas: primero, establecer un limite a la transmisión hereditaria de las Encomiendas y por otro lado, limitar el maltrato hacia los indígenas dentro de esta práctica estatal.  Destaca la figura de Bartolomé de las Casas, defensor de los indígenas al expresar que este grupo ya se encontraba políticamente organizado y que por ende, se debía respetar a las autoridades indígenas, proponiendo la inclusión de una “República de Indios” dentro de la colonia.  Sus detractores defendían la idea de que los indígenas no eran seres racionales y debían permanecer bajo el control de los españoles, en funciones de servidumbre. [6]

El 29 de Agosto de 1563, se establece la Real Audiencia de Quito, como un mecanismo dependiente del Virreinato de Lima (debido a su proximidad).  El primer presidente de la Real Audiencia fue Hernando de Santillán, y el sistema administrativo planteado recaía en el control de las instancias inferiores: Gobernaciones y Corregimientos.  Destacan los segundos, ya que los corregidores reemplazaron en cierto nivel a los encomenderos, ya que estaban a cargo de la recolecta del tributo indígena y de organizar primordialmente, a la fuerza de trabajo para las obras públicas y privadas. [7]

La explotación laboral hacia los indígenas continuó de una forma cada vez más denigrante.  Las reformas toledanas inician durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo (Virreinato del Perú), entre 1569 y 1581.  De estas reformas, se establecen dos mecanismos de explotación laboral: las mitas y las reducciones. [8]  Las mitas se convierten en una relación laboral obligatoria entre el estado colonial y los indígenas, para que puedan realizar el pago del tributo, la modalidad de trabajo era establecida en prestar sus servicios 2 meses al año.  En algunos casos, también se habla de un grupo específico de indígenas de edades entre 16-58 años los cuales estaban estrictamente obligados a realizar los trabajos designados por las autoridades coloniales.  El estado colonial designaba al indígena a prestar sus servicios entre las minas, los obrajes, servicios domésticos o servicios públicos (aguateros o limpieza de las calles).  En teoría, la gran diferencia entre los mecanismos ya existentes, es que el indígena recibía un “salario” por parte del estado colonial, sin embargo ese rubro era utilizado prácticamente para cubrir el pago del tributo.[9]

            Para 1570, el ámbito político dentro de la Real Audiencia de Quito, presentaba un largo periodo de inestabilidad relacionado con la falta de liderazgo presidencial.  La situación se va agravando mucho más cuando España empieza afrontar guerras con frente a diferentes potencias de Europa, las cuales llevaron prácticamente a que la corona se encuentre en un declive económico muy grave.  Como solución inmediata a la crisis financiera, la corona decide establecer un nuevo impuesto en sus territorios del nuevo mundo.  El 23 de Julio de 1592, se anuncia en Quito que se iniciará la recaudación del impuesto de la alcabala (2% a las transacciones, excluyendo los artículos básicos).  El Cabildo (representado por Alfonso Moreno Bedillo) se puso completamente en contra y en conjunción con la población, se inicia una sublevación social conocida como la “Rebelión de las Alcabalas”. [10]

            Sin embargo, la convulsión social acarreaba un problema mucho más profundo.  El presidente de la Real Audiencia de Quito, Manuel Barros de San Millán (1587) era un personaje muy apegado al trato justo de los indígenas, por ello, sus políticas implicaron reducciones en el número de mitayos, en el valor de los tributos, y hasta recurrió a un incremento en los salarios de los mitayos.[11]  Estas decisiones tuvieron un extremo rechazo de las élites gobernantes, por lo cual se fueron estableciendo bandos para que en el momento menos esperado, la confrontación sea inevitable.

            Las protestas en Quito demostraron que el pueblo, a pesar de sus grandes diferencias económicas y sociales, podían converger en el sentimiento hacia un rechazo no solamente frente a un impuesto injusto, sino a toda una estructura administrativa explotadora en transición, en donde las autoridades continuaban demostrando poco interés en el bienestar común, sino más bien defender la idea de implantar el deseo de la corona a como de lugar. [12]

            Considero que aquella situación fue una de las primeras ocasiones en donde se pude hablar sobre el papel de un pueblo unido en contra de una imposición completamente injusta.  El papel del pueblo quiteño en primera instancia, empezaría a conllevar a que los diferentes grupos sociales mayormente afectados (comercios medianos, artesanos, comerciantes) comiencen poco a poco a contagiarse de los ideales de libertad, que empezarían a surgir a nivel del continente en los próximo años.

DE LA REBELIÓN DE LOS BARRIOS DE QUITO HACIA LA INDEPENDENCIA

            Para mediados del siglo XVIII, la Real Audiencia de Quito se encontraba en un momento de muchas transformaciones, incluida una recesión económica mayoritariamente ocurrida durante las reformas borbónicas.  A su vez, se puede expresar que en este periodo de la historia de nuestro país es en donde se asientan las bases del regionalismo, es decir el desarrollo económico diferenciado de las regiones lo cual permitió que el país se vaya poco a poco integrando en el sistema económico mundial.  La Costa y la Sierra Austral decidieron dedicarse a la agro exportación de productos como el cacao, la cascarilla, mientras que la Sierra central (con la presencia de los obrajes en particular) se dedico a elaborar estos productos como primordiales para su exportación, adicionalmente a los productos agrícolas que en su mayoría, eran para consumo propio.[13]

            Sin embargo uno de los productos mejor comerciados en la ciudad de Quito durante el siglo XVII, era el aguardiente donde la red de producción y distribución iniciaba en las haciendas que manejaban trapiches y cañaverales, sumado a un grupo de pequeños productores, terminando en los expendedores instalados en la ciudad y en su ruralidad.  Es el más claro ejemplo de una producción que abarca el trabajo de varias clases sociales. Este negocio llamó mucho la atención de las autoridades por lo cual, a finales de 1764 se estableció crear un monopolio estatal denominado “estanco” (controlando la producción y su distribución de aguardiente) sumado al impuesto de la aduana, que significaba prácticamente el cobro de la alcabala.[14]  El resultado de esta medida estatal conllevo nuevamente al que pueblo de Quito se levante en razón de protesta, liderados al inicio por los sectores criollos, confabulados con el pueblo y muchos barrios de la ciudad (San Roque y San Sebastián por ejemplo)[15], conformando un grupo de diversidad étnica con tonos violentos que llevaron a la paralización de la ciudad por algunos meses y una suspensión temporal de la medida.[16]

            Como se mencionó anteriormente, dentro de la importancia de los sectores populares resalta el papel de los indígenas.  Con la práctica del forasterismo y su explotación dentro de las haciendas, su lucha se tornó en una respuesta colectiva particularmente entre 1760-70 en donde se habla de alrededor de nueve levantamientos en la región sierra central.  Adicional a las razones primordiales de sus levantamientos, los indígenas estaban en contra de las  “numeraciones” o censos, que buscaban de igual forma incluir a los grupos de forasteros. [17]

Era inevitable que estas prácticas generen una reacción de protesta por parte de los indígenas ya que se convertían en formas de control total sobre sus actividades y sus haberes con la colonia, mediante el intento de normalización de los forasteros.  Esto significaba una reintegración en el sistema de explotación laboral del cual decidieron migrar al abandonar sus tierras, para evitar ser sometidos a un sin fin de abusos por parte del sistema colonial.

            Avanzando hacia inicios del siglo XIX, las ideas independentistas circulaban desde hace cierto tiempo, sobretodo en los círculos de las élites locales de Quito.  Las expresiones libertarias tomaron forma el 10 de Agosto de 1809, cuando un grupo de las élites quiteñas lograron deponer a las autoridades e instalar una Junta Soberana temporal, sin embargo las ideas independentistas no se sentían propias de los sectores populares de la ciudad y de la misma forma, se generó cierto rechazo por parte de las demás ciudades importantes como Guayaquil y Cuenca.  Aquello generó que la Junta Soberana no sobreviva por mucho tiempo y que las autoridades depuestas, tomasen el control nuevamente negando todo tipo de represalias. [18]  El inicio del camino independentista se basó en un levantamiento de las élites económicas en conjunción con un grupo de intelectuales, excluyendo totalmente a los sectores populares como por ejemplo los grupos indígenas y los esclavos negros.[19]

            El 4 de Diciembre de 1809, el virrey José Fernando de Abascal envió tropas comandadas por Manuel Arredondo, hacia la ciudad de Quito para apresar a los revolucionarios.  Una vez en prisión, a esperas de recibir sus sentencias, la situación en la ciudad se volvía cada vez más tensa debido a las fuertes represiones por parte de las tropas hacia la población, lo cual fue un detonante para que nuevamente el pueblo se ponga contra el gobierno y aquellos presos se convertirían en el símbolo de la opresión.  El 2 de Agosto de 1810, varios grupos de quiteños asaltaron el sitio donde se encontraban los prisioneros, logrando que algunos de ellos escaparan pero a su vez, muchos también perdieron la vida en sus celdas.  Las tropas se tornaron hacia las calles y la violencia se apoderó de la ciudad, dejando centenares de muertos entre soldados, y civiles. [20]  La masacre despertó finalmente un sentimiento independentista continental que daría paso a que en el lapso de 12 años se complete el proceso de separación frente al control de la Corona Española.

Lo mas interesante a resaltar del periodo independentista es enfatizar que en un inicio fue impulsado y establecido por algunos grupos importantes: primero, por los notables criollos y latifundistas (ya que ellos mantienen el control productivo de la tierra, entre ellos terratenientes de la Costa como terratenientes de la Sierra Sur), sumados a los sectores medios los cuales eran bastante ilustrados y educados.  Posteriormente, de una forma mucho mas pasiva, los sectores populares representados por los Barrios de Quito, los artesanos, los comerciantes, y la plebe, como así también la iglesia representada por algunas de sus órdenes religiosas (Los Agustinos y algunos Jesuitas).  Finalmente, la conformación del ejército durante todo el proceso, permitió un andamiaje basado en el apoyo de militares experimentados extranjeros junto a la población de las diferentes regiones del continente.[21]

DE LA INDEPENDENCIA HACIA LA ACTUALIDAD

            El Ecuador nace formalmente como estado unitario en 1830, luego de pertenecer por un breve tiempo al gran sueño de Bolívar: La Gran Colombia. El Ecuador inició su etapa como República manejado por élites latifundistas de las diferentes regiones y de por sí, ya era un escenario bastante frágil para mantener una consolidación nacional.  A su vez, era importante establecer los requisitos para ser partícipes del sufragio, y el resultado fue una exclusión total hacia las mujeres, tener cierta edad o situación civil, saber leer y escribir, pero más que nada: una total exclusión hacia la población indígena, mestiza y negra. [22]

            Una parte muy intrínseca de los sectores populares tiene que ver con el desarrollo de la cultura popular.  A falta de una cultura oficial, el Ecuador ha venido desarrollando una cultura muy representativa desde las diferentes etnias, manteniendo muchas tradiciones indígenas (mantener el lenguaje, su artesanía), tradiciones mestizas (práctica de la religión cristiana), muchas de las cuales se convierten en una herramienta de identidad propia. [23]  La mezcla de las diferentes costumbres y tradiciones, han permitido que la construcción de la identidad ecuatoriana sea hasta la actualidad un concepto que no encuentra una definición exacta.

            Para inicios del siglo XX, los sectores populares trabajadores más numerosos pertenecían al sector agrícola, seguido de un gran contingente de trabajadores agrupados en el sector artesanal.  Los artesanos experimentaron algunos cambios cuando se aumentó la oferta por productos extranjeros, lo cual conllevó a la formación de gremios.  Por el otro lado, en provincias como Manabí y Azuay, la producción de los sombreros de paja toquilla mantuvo una alta producción artesanal.  El sector artesanal llegó a ser tan grande, que tuvo que diversificar su fuerza laboral, por ejemplo, al permitir que mucha gente trabaje en el procesamiento del cacao para la exportación.  Este tipo de actividades permitieron una mejor articulación de los sectores populares trabajadores (gremios) y permitió tener una voz muy fuerte dentro de la sociedad republicana. Algunos ejemplos son la Confederación Obrera del Guayas (COG) así también como la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha (SAIP). [24]

            El fortalecimiento de la hacienda cacaotera en la Costa, se encargó de producir dos actores sociales fundamentales para el desarrollo de los próximos gobiernos ecuatorianos.  En primera instancia, los trabajadores de las haciendas que sostenían la base del latifundio, enganchados en deudas con los hacendados, quienes se convertirían en la base y la fuerza de la Revolución Liberal: los montoneros liderados por Eloy Alfaro.  Por el otro lado, una clase terrateniente ligada a la exportación y el auge cacaotero particularmente manejando su producción, pero creando otro grupo que manejaría la parte financiera comercial relacionada a la importación y exportación: los banqueros.  La Revolución Liberal se convirtió en un proceso donde varios grupos de la sociedad, convergieron con los grupos medios y a su vez, con los sectores populares urbanos y rurales en busca del establecimiento de un gobierno que permita implantar una soberanía popular. [25]

            El resultado de la Revolución Liberal trajo consigo cambios sociales muy importantes para el desarrollo del país.  La importancia y relevancia del papel de la educación laica, teniendo a los maestros como uno de los principales protagonistas del cambio social.  Adicional, los abusos hacia la población indígena encontraron un límite con acciones como la supresión de algunos tipos de concertaje y tributos, frenando el abuso de los dueños y las autoridades.  Pero sobretodo, permitió que la mujer se involucre en actividades del estado, particularmente en el sector de las operaciones telefónicas, sumado a un crecimiento poblacional particularmente en la expansión de los barrios populares. [26]

            En los años subsiguientes, las pugnas por el poder seguirán siendo representadas por la burguesía costeña, la creciente clase bancaria y los grupos conservadores serranos. Los cambios sociales y económicos serían un resultado de los diferentes grupos de poder que pudieron acceder a controlar al país, pero se destaca mucho el sector obrero en particular, debido a su fortalecimiento con el aparecimiento de la corriente ideológica socialista, inspirada por el triunfo de la Revolución Rusa.[27] A su vez, se viven nuevamente levantamientos por parte de los montoneros (conformada por campesinos y un significativo grupos de latifundistas costeños) particularmente en las provincias de Manabí y Esmeraldas, pero años después se les unirían también grupos de campesinos de la Sierra.[28]  Sin embargo, para los años 1920-1940, durante la recesión económica mundial, los grupos sociales trabajadores de artesanos tuvieron un alto protagonismo social con la fundación de la Federación Textil del Ecuadores en 1934 y para mediados de 1944, nace la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE). [29]

            A partir de los años sesenta en adelante, los sectores sociales se fueron articulando de una manera más formal.  El sector de la construcción fue uno de los primeros en fortalecerse junto al creciente sector inmobiliario, principalmente por el auge de las inversiones de las empresas de los sectores productivos y el constante crecimiento del sector de la comunicación.  Adicionalmente, aparecieron las primeras cámaras de la producción, de la mano de la expansión del comercio y la actividad privada.  Pero sobretodo, fue el momento protagónico de la organización popular, primero con la creación en 1962 de la Central Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (CEOSL) fomentando la importancia de una conjunción sindical moderna, defendiendo los ideales de la contratación colectiva y la educación gremial. [30]

            Por otro lado, nace también la Unión General de Trabajadores del Ecuador (UGTE), pero sobretodo la CTE, CEOSL y la Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos (CEDOC) decidieron articularse como un solo grupo: Frente Unitario de los Trabajadores (FUT).  En la Sierra nace la Ecuarunari, y a la par los grupos evangélicos indígenas crean la FEINE, en la región amazónica se crea la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENAIE) y para el año 1986, se establece la Confederación de Indígenas del Ecuador (CONAIE).  Y por su puesto, durante esta época el rol de los estudiantes universitarios, influenciados mayoritariamente por los movimientos de izquierda, sobresale sobretodo durante los momentos de dictadura, en sus constantes choques frente a las fuerzas del orden. [31]

            Entre los años 80 caminando hacia el nuevo milenio, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) protagonizó huelgas nacionales en contra de medidas de ajustes económicos (rebaja de subsidios a productos primarios, aumento de precios combustibles) y  a su vez surgieron grupos ecologistas, algunos movimientos feministas.  Un episodio muy significativo fue la conformación de organizaciones de campesinos, montubios y negros amparados bajo el surgimiento del proyecto nacional de la diversidad.  En los años 90, la administración de Borja reconoció varios derechos indígenas (delimitación de territorios para algunos pueblos amazónicos) sin embargo eso no impidió el gran levantamiento indígena en el mes de junio de 1990, que para el año 95 consolida su fuerza política con la fundación del Movimiento Pachakutik. [32]

            Entre mediados de 1995 y el año 2000, la situación política del país vive en un constante inestabilidad política social, particularmente cuando asume el poder Abdalá Bucaram y todos sus excesos (en particular los escándalos derivados de corrupción) ocasionaron que una conjunción entre sectores empresariales, laborales, grupos indígenas, se organicen en una movilización nacional para derrocarlo.  En agosto de 1998, asume el poder Jamil Mahuad con medidas de ajuste económico para intentar frenar la inminente crisis que se avecinaba.  Para el año 2000, protegiendo los intereses de los banqueros, decretó un feriado bancario y congelamiento de los depósitos de cientos de miles de personas, y optó por la dolarización del país sin previo aviso.  Una vez más la gente se volcó a las calles, y las Fuerzas Armadas junto al movimiento indígena lo derrocaron del poder. [33]

            Finalmente, las últimas revueltas sociales que tuvieron un éxito en cambiar un gobierno fueron las protagonizadas en contra de la presidencia de Lucio Gutiérrez, después de que en el 2004 conforme una alianza con el PRE, manipulando el manejo en la Corte Suprema para que pueda regresar al país Abdalá Bucaram.  Algunas de estas medidas, generaron nuevamente una movilización nacional en rechazo a las actitudes del presidente, logrando su destitución el 20 de Abril del 2005.  A partir del 2006 hasta el 2017, el gobierno de Rafael Correa tomó las riendas del país, aprobando una nueva constitución en el 2008, creando nuevas funciones para controlar el estado, promulgando muchos cambios relacionados con la matriz productiva del país (proyectos de interés nacional, nuevas casas de salud, concesiones mineras, control de medios de comunicación, entre otros). [34]

CONCLUSIÓN

Para concluir con este análisis, considero enfatizar que el desarrollo de los diferentes sectores populares ha venido avanzado y transformando la construcción social de nuestro país, hacia la protección de sus ideales y derechos.  En el camino hacia la actualidad, la conjunción de varios sectores de nuestra sociedad fueron los protagonistas durante los derrocamientos de los gobiernos de Mahuad, Bucaram, Gutiérrez.  Muchos sectores populares han manejado la imagen constante de lucha en búsqueda de reconocimiento, representación y participación activa en nuestra sociedad. 

A su vez, el rol de los barrios más históricos de la ciudad de Quito en particular, siempre han mostrado su presencia en los momentos políticos-sociales más críticos de nuestra historia.  Considero, que la evolución de los sectores populares desde los tiempos de la colonia, traen consigo casos exitosos y a su vez, también muchos momentos penosos cuando han sido reprimidos de formas brutales en ocasiones puntuales.

            En particular, durante el auge del Gobierno de Rafael Correa, en donde a criterio muy personal, existieron los momentos de mayor fractura de muchos sectores populares específicos (por ejemplo el gremio de los maestros, un gran número del sector indígena, la banca privada) con el estado, como resultado de políticas sociales y económicas de un contenido social completamente inéditos.  Y finalmente, de una forma muy concisa comentar acerca de lo ocurrido en Octubre del 2019, que si bien empezó como un levantamiento de carácter popular (sectorizado: indígenas, transportistas, entre otros, los barrios de Quito), se convirtió en un escenario perfecto para la infiltración de grupos violentos intentando generar un caos desmesurado, principalmente en la ciudad capital.

            Los sectores populares mantendrán roles protagónicos en la historia del Ecuador, y su relevancia e importancia tendrá siempre un papel fundamental tanto para el apoyo hacia un gobierno adecuado, como así también en el momento en donde sea necesario un cambio radical empujado desde las bases de la sociedad.  Sin embargo, la constante que ha perdurado durante todo este análisis es el regionalismo, el cual ha sido un punto fundamental para identificar el desarrollo social y también económico del país.  Si lo relacionamos con los sectores populares, se puede demostrar los diferentes niveles de integración de actores durante los diferentes episodios, que solo en ocasiones particulares han logrado una conjunción nacional en busca de un cambio general para el Ecuador.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

REFERENCIAS:

Ayala Mora, Enrique. “1. Ecuador a inicios de la República”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 13–29. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “10. Ecuador desde los sesenta”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 137–55. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “12. Del Auge a la Crisis”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 164–72. Quito: Corporación Editora Nacional / Universidad Andina Simón Bolívar, 2015.

———. “13. Los últimos años”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 174–78. Quito: Corporación Editora Nacional / Universidad Andina Simón Bolívar, 2015.

———. “5. Ecuador a inicios del Siglo XX”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 75–87. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “7. El predominio plutocrático”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 98–104. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “8. Crisis, inestabilidad e irrupción de las masas”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed., 105–23. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “Comentarios sobre la Historia del Ecuador durante sus clases para la Academia Diplomática”. Quito, 2020.

Bustos Lozano, Guillermo. “10. Tercer Período: Redifinición del Orden Colonial”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol I, De la Época Aborigen y Colonial, a la Independencia, editado por Enrique Ayala Mora, Segunda Ed., 106–32. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

Chiriboga, Manuel. “Las fuerzas del poder en el período de la Independencia”. En Nueva Historia del Ecuador, Vol 6, editado por Enrique Ayala Mora, 263–206. Quito: Corporación Editora Nacional, 1983.

Landázuri Camacho, Carlos. “12. La Independencia”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol I, De la Época Aborigen y Colonial, a la Independencia, editado por Enrique Ayala Mora, Segunda Ed., 143–57. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “De las Guerras Civiles a la Insurrección de Las Alcabalas (1537-1593)”. En Nueva Historia del Ecuador, 3:165–210. Corporación Editora Nacional, 1983.

Mills, Nick. “Economía y sociedad en el período de la independencia”. En Nueva Historia del Ecuador, Vol 6, 127–63. Quito: Corporación Editora Nacional, 1983.

Terán Najas, Rosemarie. “8. Primer período: implantación del orden colonial”. En Manual de Historia del Ecuador, Vol I, De la Época Aborigen y Colonial, a la Independencia, editado por Enrique Ayala Mora, Segunda Ed., 72–86. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015.

———. “Sinópsis histórica del siglo XVII”. En Nueva Historia del Ecuador, Vol 4, 284–85. Corporación Editora Nacional, 1983.


[1] Carlos Landázuri Camacho, “De las Guerras Civiles a la Insurrección de Las Alcabalas (1537-1593)”, en Nueva Historia del Ecuador, vol. 3 (Corporación Editora Nacional, 1983), p. 165.

[2] Landázuri Camacho., p. 179-200.

[3] Rosemarie Terán Najas, “8. Primer período: implantación del orden colonial”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol I, De la Época Aborigen y Colonial, a la Independencia, Segunda Ed (Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 72.

[4] Terán Najas., p. 74.

[5] Terán Najas., p. 76.

[6] Terán Najas., p. 78.

[7] Terán Najas., p. 79.

[8] Terán Najas., p. 83.

[9] Enrique Ayala Mora, “Conversatorio sobre la Historia del Ecuador” (Quito, 2020).

[10] Terán Najas., p. 85.

[11] Terán Najas., p. 85.

[12] Terán Najas., p. 85.

[13] Nick Mills, “Economía y sociedad en el período de la independencia”, en Nueva Historia del Ecuador, Vol 6 (Quito: Corporación Editora Nacional, 1983), 140.

[14] Rosemarie Terán Najas, “Sinópsis histórica del siglo XVII”, en Nueva Historia del Ecuador, Vol 4 (Corporación Editora Nacional, 1983), 284–85.

[15] Terán Najas., p. 284-285.

[16] Guillermo Bustos Lozano, “10. Tercer Período: Redifinición del Orden Colonial”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol I, De la Época Aborigen y Colonial, a la Independencia, Segunda Ed (Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 123-124.

[17] Bustos Lozano., p 124-125.

[18] Carlos Landázuri Camacho, “12. La Independencia”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol I, De la Época Aborigen y Colonial, a la Independencia (Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 149.

[19] Manuel Chiriboga, “Las fuerzas del poder en el período de la Independencia”, en Nueva Historia del Ecuador, Vol 6, ed. Enrique Ayala Mora (Quito: Corporación Editora Nacional, 1983), 276.

[20] Landázuri Camacho, “12. La Independencia”., p. 149-150.

[21] Ayala Mora, “Comentarios sobre la Historia del Ecuador durante sus clases para la Academia Diplomática”., 2020.

[22] Enrique Ayala Mora, “1. Ecuador a inicios de la República”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 25.

[23] Ayala Mora., p. 30.

[24] Enrique Ayala Mora, “5. Ecuador a inicios del Siglo XX”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 81.

[25] Ayala Mora., p. 78, p. 82-83.

[26] Ayala Mora., p. 87-88.

[27] Enrique Ayala Mora, “7. El predominio plutocrático”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), 98–101.

[28] Ayala Mora, 100.

[29] Enrique Ayala Mora, “8. Crisis, inestabilidad e irrupción de las masas”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 109–110.

[30] Enrique Ayala Mora, “10. Ecuador desde los sesenta”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2015), p. 149-150.

[31] Ayala Mora., p. 150-151.

[32] Enrique Ayala Mora, “12. Del Auge a la Crisis”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Quito: Corporación Editora Nacional / Universidad Andina Simón Bolívar, 2015), 166–70.

[33] Ayala Mora, 172–73.

[34] Enrique Ayala Mora, “13. Los últimos años”, en Manual de Historia del Ecuador, Vol II, Época Republicana, Tercera Ed (Quito: Corporación Editora Nacional / Universidad Andina Simón Bolívar, 2015), 177–79.

Maltrato, violencia y ocaso de la vejez en la pandemia

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Alfredo Espinosa articulista La Disputa

Maltrato

¡Locos! ¡Fastidiosos! ¡Problemáticos! Son algunos de los calificativos que entre murmullos de pasillo o gritos sin recato reciben algunos adultos mayores que viven en los distintos asilos del Ecuador.

En unos casos la violencia física (pellizcos, jalones, golpes) es compañera inseparable del maltrato verbal y psicológico. Parecería que el objetivo es el exterminio lento y lucrativo de la vejez, entendida como el estadio en el que se encuentran las personas desprovistas de vitalidad, incapaces de reaccionar, condenadas al abandono por familiares que pagan una mensualidad para no volverlos a ver o escuchar.

No importa si estos centros se encuentran regentados por laicos o religiosas. Los hábitos no son lo suficientemente extensos para encubrir las relaciones de violencia cotidiana que traen consigo un problema de salud pública del que poco se habla por falta de denuncias, pero que pone en evidencia un hecho: la vida de la vejez no tiene un valor equivalente a la vida de la juventud.

Esta premisa sitúa las posibles razones por las cuales los adultos mayores son maltratados en los asilos donde viven.

Por un lado estaría la relación de subalternidad de los ancianos que interiorizan y asumen con pasividad que su condición de vida es asimétrica en comparación con la de los jóvenes, escenario en el que la estructura disciplinaria de los asilos como entes de control, poder y vigilancia funciona a cabalidad. Esto origina que agresores y agredidos asuman el maltrato como un correctivo necesario y una práctica de convivencia y relacionamiento natural. Por ende, no caben los reclamos. La otra cara de la moneda intenta romper con esta lógica asimétrica el momento en que los ancianos exigen el respeto a sus derechos humanos, a la comunicación con sus familiares y al trato digno por encima de la mercantilización de su vejez. Esta reivindicación es, en sí misma, causal directa de maltrato porque interfiere con la operatividad “eficiente” del disciplinamiento y su racionalidad. Aquí la decadencia de la ancianidad y la añoranza a la muerte son síntomas de una desilusión perpetua.

¿Acaso la pandemia mermó la calidad de la atención en los asilos? En cierta forma sí, pues varios de sus trabajadores fueron obligados a permanecer en confinamiento junto con los ancianos, pese a que la ONU identifica a esta práctica como uno de los factores que incrementa la violencia contra ellos, al sostener que “el aislamiento social de los cuidadores y de las personas mayores, y la consiguiente falta de apoyo social, es un importante factor de riesgo para el maltrato de las personas mayores por parte de sus cuidadores”.

A esto se suma la pauperización de las condiciones laborales de los cuidadores, pues sus sueldos se vieron reducidos y se cancelaron en efectivo a cambio de firmar un simple recibo. ¿Por qué se implementó esto? Para no afiliarlos a la seguridad social y con ello evadir el pago de los fondos de reserva y los  décimos sueldos previstos en la ley. También las modalidades contractuales cambiaron al trabajo por horas. ¿Por qué aceptaron esto? Porque la pandemia trajo consigo la proliferación del abuso. ¿Cómo no aceptar el cambio de contrato laboral si de manera coercitiva se amenaza con dejar sin trabajo a los cuidadores que en muchos casos son el único sostén de sus hogares? Algo queda claro, los maltratadores también son agraviados por estructuras violentas que en nombre de la filantropía y la caridad operan como feudos dirigidos por gamonales “sin Dios ni ley”.

Aunque la ONU considera como un tipo de maltrato sociocultural el amenazar a los adultos mayores con sacarlos de los asilos por falta de fondos para pagar sus cuidados, esto ha ocurrido siempre con o sin pandemia. La solución, pareciera, es arrojar a los ancianos como si estos fueran un despojo. ¿A quién recurrir entonces para evitar tanto agravio? ¿A las trabajadoras sociales de cada asilo? Pues no siempre resulta efectivo, porque las normas de los asilos favorecen más los intereses de estos centros que a sus residentes e incluso pretenden estar por encima de la Ley del Adulto Mayor.

Cabe preguntarnos: ¿Cuántos ancianos han muerto directa o indirectamente a causa de un sistemático maltrato físico y psicológico dentro de los asilos en donde viven? Es momento de pensar en la necesidad de visibilizar las cifras, sacarlas de lo más profundo de la impunidad y la indolencia, y que los agraviados y sus familiares hagan las denuncias respectivas no solo para reflejar datos, sino también para que los organismos competentes tengan mayores certezas para actuar.

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Primeros pasos en la poesía.

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Álvaro Espinoza escritor de la Disputa

Tratar de definir un atributo propio de la naturaleza humana me resulta imposible, más aún sin haber tenido acercamiento alguno a su belleza hasta ahora. La única aportación que estoy en condiciones de hacer proviene de tardes enteras de procrastinación y mis furtivos escapes a mi muro de Facebook, en donde, en múltiples ocasiones, me he detenido con especial atención a leer una tras otra, publicación de gente que no conozco sobre autores que no conocen.

De todos modos, considero que la época a la que pertenecemos puede acortar el tramo existente entre la poesía y nuestros espíritus. Si de algo sirve tanta tecnología, que sea al menos para aproximarnos, tan siquiera por simple curiosidad, al encanto de las artes. El trayecto no va a ser sencillo, requiere compromiso y humanidad, dos cualidades que no todos estamos dispuestos a sacar de su envoltura. Y es que en esta era digital es mucho más sencillo compartir una frase de alguien de quien apenas sabemos su nombre para expresar lo que sentimos con deslealtad absoluta hacia nosotros y nuestro potencial creativo. Tal es la dimensión que los trabajos de Bukowski (1920-1994) -y cito con cierta vergüenza al ser uno de los pocos exponentes de los que apenas sé su nombre- han adquirido en nuestro presente, al ser tomados como piezas de reconocimiento en base a experiencias exageradas e incluso ajenas a nuestra individualidad.

Apesadumbrado, debo admitir que yo mismo lo he hecho; he rehuido, más veces de las que me atrevo a reconocer, a simplemente sentarme, tomar lápiz y papel y plasmar la tristeza, la soledad y el abandono que me han cobijado en mis 22 años de vida. Hábilmente, he sorteado un encuentro con mi lado más humano para evitar que me susurre al oído aquello que tanto me perturba. He preferido buscar consuelo en publicaciones insulsas que solo me han encaminado hacia la culpa y la autodestrucción. Pero ¿en serio es tan difícil escribir poesía como para esquivarla a este nivel?

Jaime Jaramillo Escobar (1932) dice en su texto “Como leer poesía” (2006) que escribir un poema es fácil, cualquiera lo puede intentar. Por lo que el verdadero quid del asunto se encuentra en la lectura y en el estudio de la hermenéutica para su comprensión.

Habiendo aceptado este hecho, el primer paso es adentrarnos en este submundo y escoger aquello que nos resulte cuanto menos interesante. Lo que puede retrasar nuestra cruzada es el desconocimiento y la inexperiencia, por lo que en principio es probable que trastabillemos de un lado a otro hasta encontrar nuestro norte. Si después de este percance seguimos en pie, podemos empezar a disfrutar de la diversidad poética.

En el camino encontraremos escritos de todo tipo. Algunos que destaquen la auténtica belleza de la poesía, otros más atrevidos que incorporen elementos nuevos a la composición poética y unos cuantos que no se ajusten a los estándares tradicionales.

Sea cual sea el estilo al que nos vinculemos, nuestro mayor interés debe ser la legitimidad artística que tengan los escritos que leamos. De no ser capaces de discernir entre esto y aquello, la belleza puede ser confundida con suntuosidades académicas. Testifico como un ejemplo de ello. Personalmente, he malinterpretado el arte de la escritura con el uso desmedido de términos rebuscados para causar en mis escritos un efecto de brillantez y erudición. Ha funcionado la mayoría de las veces, debo decir, pero la literatura y la poesía no son susceptibles al engaño ni a la pretensión.

Superando este obstáculo y suponiendo que hemos llegado indemnes hasta aquí, lo que podría llamarse un delirio narcisista o simplemente la necesidad de ser reconocidos, emerge. Esto se explica por el hecho de que es grato encontrar escritos que parecen haber sido elaborados expresamente para nosotros, como si el poeta hubiese dado voz a nuestro sentir. Incluso si lo que se lee fue escrito hace milenios, la perpetuidad de la poesía no conoce de tiempos ni espacios para llegar hasta nuestras sensibilidades. Si hay algo que garantice su perennidad es su conversión en emoción, lo demás es inconstante, conocimiento voluble y fanfarronería vacía. Así, dialogar con el pasado a través de las emociones no es tan descabellado después de todo. La persona que decida emprender este viaje debe poseer conocimientos de lo que se dice. Pero la simple tenencia de información no es suficiente. Jaime Jaramillo Escobar (2006) menciona que la intuición es el requisito indispensable para la lectura de poesía. Sin ella, ni las referencias históricas ni la hermenéutica servirán de nada.

Es esa misma intuición la que nos facilita no solo la comprensión del significado que yace en el trasfondo del poema, sino que también nos inhibe de caer en las ya mencionadas suntuosidades vanguardistas, experimentalistas y culteranas que pretenden vender lo antiguo disfrazado de novedad. Estas construcciones insípidas, se embozan con falsa elocuencia, sin siquiera dejar espacio para la claridad del entendimiento. Por desgracia, no todos tenemos esa clarividencia y somos propensos a ser timados con estas adornadas innovaciones de lo ya visto. Dicha argucia no debería contar con credibilidad alguna en una manifestación del arte que rebasa a la propia historia y que, sin embargo, mantiene su misma esencia, renovada con el paso del tiempo, pero intacta y libre de evoluciones.

No está a discusión su carácter continuo y sostenido, lo que sí es cuestionable es el atestar la mente de un exceso de poesía. Por irrisorio que suene es así. Aquel que crea que por leer un haz de libros o por escribir una serie de versos es poeta, solo demuestra la superficialidad propia de nuestra época. Juan Jaramillo Escobar (2006) menciona que quien lee mucho, lee mal. Lecturas apresuradas poco dejan. Por lo tanto, lo idóneo es un consumo selectivo de poesía. Dosis moderadas de buen contenido que eviten saturar nuestra mente de información innecesaria.

Selectiva, sin duda, esquematizada y ordenada, jamás. La poesía es una actividad que surge sin previsión ni anticipo. Es una casualidad, producto del azar y la indeterminación, pero también es reflejo del alma y palabra de verdad. Como la vida misma, es impredecible. No es objeto de especulaciones o conjeturas, es un interruptor que se enciende con el correcto incentivo en el momento menos esperado para evocar en nosotros la admiración a sus implicancias. Si me lo preguntan a mí, alguien que hasta antes del caos pandémico estaba enfocado en cosas superfluas y en personas perversas, mi mayor estímulo fue sin duda el encierro. En casa, con tiempo de sobra, equipado con libros cuya presencia antes me era indiferente y con un ávido deseo de aprender, el conocimiento se convirtió en una autentica búsqueda del tesoro para mí. Un motivo para levantarme cada mañana y omitir las penurias.

El poder admirar las letras y lo que tienen que decir es una de las mejores sensaciones que esta pandemia pudo gestar en mí. Debo confesar que, durante un tiempo, la idea de volver a la normalidad me aterró. Supuse que todo el progreso que había conseguido solo se desvanecería, ahora sé que no. Aunque mis competencias en literatura y poesía siguen en fase de prueba, el interés por crear a partir de lo roto es un tema que por las noches me quita el sueño. Si no soy capaz de componer arte desde las cenizas ¿entonces para qué seguir?

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Televisión, nueva normalidad y sufragio 2021

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Alfredo Espinosa articulista La Disputa

Palabras claves: televisión, Elecciones 2021, pandemia, medios masivos, sufragio.

Juntas Receptoras del Voto que no se pudieron instalar a tiempo por la ausencia de varios de sus integrantes y personas de distintas edades dispuestas a colaborar en esta actividad con el objetivo de agilitar el sufragio. Largas filas de ciudadanos separados entre sí por un metro y medio o dos de distancia, a la espera de ingresar a los recintos electorales portando consigo su propio esferográfico, los datos de su Mesa Electoral, mascarilla y alcohol gel. ¿Existieron excepciones? Por supuesto, la imprudencia ha estado presente a lo largo de la pandemia por encima de cualquier medida de bioseguridad dispuesta por el Estado. ¿Veremos más escenas de estas el próximo 11 de abril en la segunda vuelta electoral? Posiblemente sí. Al no implementarse el voto telemático, el único camino para la organización eficiente de las elecciones en tiempos de pandemia es la cooperación interinstitucional y la corresponsabilidad ciudadana tanto de los votantes como de los miembros de las Juntas Receptoras del Voto.

En lo que respecta al perímetro de ingreso a cada recinto electoral (una, dos o tres cuadras), el protocolo de bioseguridad aprobado por el órgano rector del sufragio exigía que los ciudadanos hagan fila y avancen paulatinamente con la debida distancia social. No obstante, algunos presentadores de noticias y reporteros intentaron vender una imagen negativa de esta medida.

¿Qué esperaban entonces los medios? ¿El ingreso masivo y descarnado de multitudes a los recintos para cumplir “rápido” con el sufragio a expensas de la salud de cientos y miles de electores y sus familias? ¿Esa acción hacía de las elecciones, un hecho eficiente? Mientras la noticia daba cuenta de la aplicación del protocolo de bioseguridad, de la concurrencia significativa de votantes (cerca de nueve millones y medio de electores) y por ende de un ausentismo poco alarmante (no mayor al 19%), así como de unas elecciones libres de violencia. Los medios, principalmente los canales de televisión, centraron su mirada en las excepciones y subjetividades de la jornada, por ejemplo: en ciudadanos que hicieron fila en medio de un “fuerte sol”, en otros, que irrespetaron el distanciamiento o en los minutos que estuvieron de pie previo al ingreso a su recinto de votación.

Con preguntas y repreguntas, de manera agenciosa algunos reporteros buscaron inducir en los electores críticas asociadas al hastío y la inconformidad para dejar en claro que algo no anduvo bien en la organización del sufragio. Contadas voces le siguieron la corriente a este frenesí de provocaciones que permitieron a unos pocos medios rumiar audiencias a través del amarillismo. Mientras unos cuantos presentadores de noticias que no tenían nada que decir frente a las cámaras, “rompían el hielo” con comentarios que intentaban revestir de criticidad su desconocimiento y vaciedad analítica frente a las medidas de bioseguridad adoptadas para las elecciones. Medidas que irónicamente fueron difundidas en sus noticieros.

Al parecer las cámaras de televisión captaron con los lentes del pasado, la puesta en escena de una jornada electoral atípica por la situación de nueva normalidad que atravesamos. Solo así se puede entender su sinsentido.

De todas maneras, un hecho es innegable, pese a las complejidades propias de una elección presidencial en el contexto de la pandemia y ante un escenario de polarización extrema. El proceso electoral de 2021 dejó lecciones importantes en cuanto a las medidas de prevención para evitar la propagación de los contagios y el ausentismo. Aspectos que deberán ser aplicados con miras a precautelar la salud de los ciudadanos y la democracia el próximo 11 de abril, en la segunda vuelta electoral.

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Yaku y “el salto al vacío”

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Natalia Sierra articulista La Disputa

Palabras claves: Yaku Pérez, Elecciones 2021, Análisis político.

Ante la posibilidad que Yaku Pérez dispute la administración del Estado con el candidato del correísmo, los ideólogos liberales que apoyan a Lasso, aceptan con malestar que entre su candidato y Yaku, es el segundo, el que tiene mayores y casi seguras posibilidades de vencer al progresista conservador.

Proyección que también lo saben los correístas. El viejo liberalismo conservador se encuentra atrapado entre lo que llaman “el infierno correísta” y “el salto al vacío” que según ellos significa Yaku Pérez.

¿Qué quieren decir con: “el salto al vacío”? Según sus propios argumentos, que no hay proyecto de gobierno serio, que son puras ideas románticas y retóricas sin validez política y práctica. Es curioso como estos argumentos se parecen a los prejuicios correístas sobre las demandas y propuestas antiextractivistas del mundo indígena y popular, y ante su visión comunitaria de la vida que se distancia de la lógica mercantil y estatal. El liberalismo conservador habla de “romanticismo” y el progresismo conservador hablaba y aún habla de “infantil”, para adjetivar el proyecto social que se teje en los pueblos y comunidades indígenas campesinas y populares, y en las expectativas de jóvenes, mujeres y hombres ecologistas, animalistas y comunitarios. Es curioso y sintomático ver como la diferencia política entre liberales y progresista, ambos conservadores, termina cuando tienen que enfrentar lo que no calza en sus coordenadas Estado-mercado.

Diré que, ciertamente, optar por el proyecto de las comunidades y pueblos indígenas, populares ecologistas y antiextractivistas, es dar un “salto al vacío”. Para lo cual, primero, hay que saltar de esta historia de depredación ambiental y social, hay que bajarse de este mundo como diría Mafalda. Hay que lanzarse antes de que el tren del crecimiento ilimitado y salvaje, se estrelle contra los límites de la naturaleza humana y no humana, y acabe con la posibilidad de la vida. Saltar por fuera de este sistema de muerte, no es una opción, es una obligación ética de supervivencia y amor a la vida.

¿Qué es el vacío? No es otra cosa que la posibilidad de abrir el espacio para la reconstrucción de la vida en medio del escenario de devastación y muerte, que ha dejado el progreso capitalista basado en la producción depredadora y el consumo obsceno para alimentar el monstruo de la acumulación. Lanzarse al vacío no significa la muerte, sino la posibilidad de reinventar la vida social, justamente para evitar la destrucción de la humanidad y de la naturaleza que nos hospeda. Reinventar la vida la social a partir de la comunidad y sus relaciones de cuidado, de respeto, de reciprocidad, de solidaridad, de cooperación con la naturaleza y entre los seres humanos.

Las adjetivaciones de los liberales y los progresistas conservadores a la candidatura de Pachakutik, muestran el miedo que comparten. No es temor a Yaku como persona, ni siquiera a su organización política o social, sino a los tejidos comunitarios que sobreviven en el campo y en las ciudades, a pesar de toda la ofensiva liberal y progresista por destruirlos. Miedo a las nuevas subjetividades que rechazan la competencia salvaje, la destrucción ambiental, el maltrato animal, el conservadurismo cultural e hipócrita. Miedo a que se rompa la falsa contradicción entre el liberalismo y el progresism, y se devele que son dos estrategias políticas del capitalismo extractivo en la región. Miedo a que la fuerza de los tejidos comunitarios y de la sabiduría ancestral empuje al gobierno de Yaku hacia una mayor autonomía y soberanía económica, alimentaria, política y cultural de los pueblos, que implique cada vez menos dependencia al mercado global y al estado colonial. Miedo a que la vida campesina, sus relaciones y principios éticos se valoricen y se acepten como opción de futuro, miedo a la descolonización de la educación, de la cultura, del pensamiento. Miedo a perder sus privilegios garantizados por el mercado y el estado capitalista, colonial y patriarcal.

Nunca he creído que las elecciones cambien la trayectoria social de los pueblos, solo la movilización social permanente puede transformar nuestra historia, por eso, la posibilidad de que Pachakutik con Yaku lleguen a la segunda vuelta y de ahí a ser gobierno, nos obliga a estar más movilizados que nunca, para cuidar que los intereses de la acumulación capitalista, la dominación patriarcal y colonial no colonicen este gobierno de los sectores populares y destruyan la posibilidad de otro mundo más justo, bello y grato.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

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