Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.
¿Qué es lo más importante? ¿La educación, la ética, la moral, los valores, los principios, la religiosidad, el ejemplo?
Se dice que la familia es el núcleo de la sociedad, entendiéndose como tal que, la sociedad se gesta en la familia, o es una pequeña célula en donde nace la sociedad; un lugar en donde se transmite de generación en generación las costumbres y vivencias; un espacio donde la sociedad determina su idiosincrasia y por ende su cultura. Pero en realidad, ¿Qué es la familia? ¿qué se rescata de ella y qué se puede mejorar?
El 15 de mayo de cada año se celebra el Día Internacional de las Familias, cuya finalidad implica crear conciencia sobre el papel fundamental que las familias tienen en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para los niños, las niñas y los jóvenes. En esta ocasión trataré de acercarme, haciendo alusión a la fecha, con el análisis de la familia en algunos contextos, respondiendo desde la experiencia y la observación a la pregunta con la que se inició el presente artículo.
El concepto y función de la familia ha cambiado en los últimos años, no es lo mismo hablar de la familia de hace 30 años, que de la familia hoy en día. Tanto los roles como los miembros han cambiado drásticamente: las nuevas tendencias sociales, los cambios de mentalidad generacionales, las agendas progresistas y las olas modernistas, por nombrar algunos, han influido potencialmente en el desarrollo de la familia en los últimos años.
Los roles que los padres por herencia histórica o cultural se han desvanecido paulatinamente a lo largo de los últimos años. Se tergiversó el concepto de padre o madre, por ejemplo. La figura paterna siempre ha sido muy influyente en el desarrollo de los hijos, no solo por el ejemplo que se les transmite, sino por la autoridad que imparten y porque a través de ella se logra criar hijos seguros, libres y con carácter. No es de extrañarnos que ahora exista tanto problema psicosocial en los niños, no solo por la perdida de la figura paterna como tal, sino por el tipo de relación o matrimonio que se están extendiendo hoy en día. Hijos se crían con padrastros o madrastras, tienen hermanos de diferentes padre o madre y así un sinnúmero de disfuncionalidades familiares que lacera la integridad moral y mental de los hijos.
Es común escuchar hoy en día que los padres tienen que ser amigos de los hijos, porque así se genera mayor confianza en la relación y en el tipo de comunicación, cuando en realidad, lo que se pierde es la autoridad por completo, porque los “amigos” más allá de ser buenos o malos, siempre son alcahuetes de las fechorías de su grupo.
De la misma forma, en los tiempos modernos, los padres se han convertido en proveedores de cosas, es decir, dan a los hijos a manos llenas lo que ellos no tuvieron en sus tiempos. Aunque siempre se niegue esta aseveración, implícitamente se lo hace, con la finalidad de conseguir algo a cambio, por ejemplo: buenas notas, portarse bien, ser modelos de hijos para aparentar en sus círculos sociales.
Las relaciones padres-hijos se quedan resquebrajadas por la racionalidad instrumental, en la que los afectos filiales se convierten en cálculos. El afecto se compra y se vende. Te portas bien, te compro el último modelo de iPhone, buena ropa y te premio con un paseo familiar. Esta pérdida de autoridad parental, hace ver en los hijos que no tienen nada que aprender de los padres, porque a parte de que estos no transmiten nada, ni experiencia, ni autoridad, sus congéneres crecerán con la idea de que un papá se convierte en el reproductor y perpetuador de la especie en la familia, nada más. El padre, al ver que su relación queda absorbida por la función exclusiva de la provisión, el afecto filial ya no será el objetivo principal para sacrificarse y abnegarse en su función como padre.
Frente a esto, surgen nuevas formas de definir y ver la familia. Por ejemplo: ahora la familia se la define en función del número de hijos que se desea tener. Al perder la autoridad parental y por ende al afecto filial de padres, se llega a la conclusión de que mientras menos hijos se tenga, mejor, sobre todo, si se es pobre. Hay menos hijos a los que proveer cosas y también, menos dolores de cabeza que la crianza implica. Es algo así como que los hijos, obstruyen la felicidad del adulto. Los padres trabajan, los pocos hijos que se logran procrear se crían con agentes externos como las empleadas domésticas o los abuelos. Hoy se nota claramente en los ámbitos familiares cercanos y conocidos, que los matrimonios a lo mucho, tienen dos hijos. Hay una enorme caída de la natalidad en relación a hace 20 años, y es evidente a que ésta es una de las razones.
Ser padres ahora se ha convertido en un asunto gravoso. Según un estudio de la BBC, un papá o una mamá “malgastan” alrededor de unas 219 horas por cada año que dura la etapa de educación de sus hijos. La crianza de un hijo se convierte en un desperdicio y malgaste cuando la relación de padre-hijo se torna en instrumental e implica un cálculo económico. Lo que se invertirá en criar a un hijo, si se lo puede llamar así, se lo podría usar en viajar, conocer lugares, crecer profesionalmente y hacer nuevas amistades.
Para palear la soledad, se suple a los hijos con las mascotas, humanizando a los animales. Los perros y gatos son un miembro más de la familia, si es que se tiene familia, sino serán los acompañantes de quienes vivan solos. Ya no son mascotas, son perrhijos o gathijos.
Lo anterior, no es más que una mirada al escenario actual, de las muchas que hay en las familias de hoy en día. Perdida de autoridad parental, tanto en papás como en mamás, distorsión del concepto de padre y de madre, relegación de las funciones parentales, humanización de mascotas, aumento de diversión y consumo. En resumen, pérdida del amor filial, base de una familia sólida y resistente a los ataques culturales que hoy están creciendo. ¿Qué es lo más importante? ¿La educación, la ética, la moral, los valores, los principios, la religiosidad, el ejemplo?
Lo más importante es recobrar el sentido de familia, de su importancia, y de su impacto en la sociedad con el aporte de hijos que generen valor en todos y cada uno de los actos que se hagan en la sociedad. Estudiar, trabajar y producir. Desconectándonos de todos los aparatos que nos aíslan y reencontrándonos en el amor filial que nos regala la familia.
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