Encierro

0
Lenin Cepeda Autor

Egresado de la carrera de Psicología Clínica en la Universidad Politécnica Salesiana, perteneciente al Colegio de Psicólogos Clínicos de Pichincha y Perteneciente al Observatorio de Políticas Públicas de Salud Mental en el Ecuador.

Encierro

La locura es interminable y yo siempre creí saber mucho acerca de ella, en muchos aspectos no estaba equivocado, pero tenía que conocerla en toda su brutal expresión. Aún la estoy descubriendo desde una perspectiva terciaria, desde afuera.

La Psicología me ha abierto la mente y al mismo tiempo me la ha cerrado, todo en la academia va dirigido hacia los diagnósticos y no encuentran otra solución que etiquetar en los manuales “psi”, al loco y si, sin comillas loco, lo usan como objeto de estudio acallando su libertad de expresión.

Entran en el manicomio y automáticamente son olvidados en la sociedad, o bueno, son recordados como personas peligrosas. Este lugar muchas veces se le conoce como una antesala del infierno, mucho peor que la cárcel, donde el delirio camina y la locura recorre segura y vacilante por los jardines, en los pasillos, en cada servicio, a través de cada muro, sentada a la sombra de los árboles.

Cuerpos desorientados, perdidos entre tanto medicamento, algunos hasta se enamoran de la locura que no desean salir al mundo. El manicomio es un lugar terrible, pero a las personas que abandonan las peleas o son abandonadas como un depósito, no les queda otra alternativa que vegetar entre sus muros. Para estas personas, la soledad no es un castigo, para ellos es su mejor compañía, así como las otras personas que tienen el mismo sufrimiento psíquico porque no hay mejores expertos que quienes en realidad experimentan el sufrimiento, yo los llamo: “expertos por experiencia”. Ellos son en realidad quienes pueden saber y entender mejor su “enfermedad”, y si enfermedad con comillas, porque la sociedad se ha encargado de catalogarlos como “enfermos” y ¿Por qué entrar en esta conjetura?, ¿Por qué no decir que los que estamos afuera somos los verdaderos enfermos que los que están adentro? O ¿Por qué pagar con el encierro lo retorcida que está la sociedad? Nunca lo sabremos o quizá sí, porque el encierro nunca va a ser terapéutico.

Han sido desterrados del paraíso de la razón para sumergirlos en el remolino de la violencia manicomial, esto gracias a los poderosos dentro de un sistema capitalista, quienes les impiden trabajar como unos apestados y marginados de la sociedad, ¿Será posible algún día salir de este encierro? Ese milagro se los deja a los dioses médicos, quienes son los todopoderosos y tienen la decisión en sus manos de quien será libre y quien seguirá en este hospicio.

Es por este motivo que se puede llegar a pensar que, quien se cura en realidad solo lo hace para darle la razón a quien supuestamente lo curó, se lucha por la desmanicomialización pero en realidad esta lucha, ¿se la está realizando como se debería hacer? Se debe derrumbar ambos muros, el de la institucionalización y el de la sociedad, porque este cambio debería garantizar un trabajo estable, un hogar, un subsidio y una comunidad la cual también debería ser cambiada, porque si sales del hospital y no tienes ninguna garantía de subsistencia se la pasará muy mal.

Decir: los que están “adentro” y los que están “afuera”, no le veo ninguna diferencia porque quien nos asegura que los que están “adentro” son los que están en completa libertad y los que están “afuera” son aquellos que viven encerrados en la oscuridad de una sociedad cuerdista y elitista, o talvez se están encerrando en su propio sistema, se van a las zonas acaudaladas por miedo a los pobres y locos. Aislándose cada vez más, creando sus propios
monstruos, rodeados por un muro separados de la barbarie que reclama su derecho a la sociedad, alzar la voz en contra de la opresión, en contra de las ciudades levantadas a base de hipocresía y represión, conocidas como manicomios. Ocultan lo que estas estructuras producen: malestar, euforia y desesperación.

Revertir el tratamiento es un deber de todos contra el dispositivo manicomial. La salud mental en primera persona es el fin último de todo un proceso de lucha y resistencia, construyendo puentes donde solo había muros batallando contra los que se les denomina “expertos por la academia”, como dijo Héctor Ocles, tallerista del Frente de artistas del Borda: “Cuando entrás al manicomio, pasás de ser una persona a un número de historia clínica”. Esta realidad es para pensar y cambiar, circulando las voces, los pensamientos apresados y las luchas encarnadas en los espacios hospitalarios que han estado maquilladas por un discurso médico de sanación.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí