Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.
Palabras clave: Felicidad, necesidad, persona, vida, búsqueda
Resumen
La búsqueda de la felicidad se ha convertido en una de las mayores preocupaciones del ser humano, todo afán cotidiano gira en torno a esta tarea muchas veces, utópicamente frustrante.
Escalada a la felicidad
Encontrarse con personas con las cuales poder charlar y sentirte libre es sin duda uno de los mejores regalos que la vida puede ofrecerte. Hace pocos días conocí a un amigo con el cual he compartido conversaciones amenas y experiencias de vida que corroboran lo afortunado que soy.
Abordar temas como el sentido de la vida, la felicidad, el amor, el desamor y algunos tópicos parecidos se torna interesante, porque debatir y llegar a consensos filosóficos amplían nuestras perspectivas y las formas de arreglar los problemas.
No cabe duda que el ser humano en esencia es el mismo. Psicólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos y comunes mortales como nosotros nos hemos preocupado por las necesidades del hombre (persona), cuando nacemos lo hacemos desprovistos de todo tipo de seguridades, indefensos y vulnerables; nada nos asegura que lleguemos a ser lo que nosotros o nuestros padres quisieran que seamos. Y fue justamente este tema el que nos caló y en el cual profundizamos: las necesidades y la búsqueda de la felicidad.
Sobre las necesidades existen un sinnúmero de teorías que hablan de lo que son y de la forma en que debemos satisfacerlas; y de cómo conseguir la felicidad, ni hablar. Hay una teoría muy conocida por estudiantes, empresarios y psicólogos organizacionales y es la de Abraham Maslow, cuya teoría trata de explicar qué impulsa la conducta humana.
La pirámide consta de cinco niveles que están ordenados jerárquicamente según las necesidades humanas que atraviesan todas las personas. Hago referencia a esto porque la felicidad, se ha convertido en una necesidad apremiante hoy en día y se encuentra en la cúspide de la pirámide mencionada, cuyo camino implica la satisfacción de otros cuatro niveles, quizá igual de importantes que el último mismo, cuyo orden ascendente es: necesidades fisiológicas, necesidades de seguridad, necesidades sociales, necesidades de estima o reconocimiento y por último las necesidades de autorrealización, cuya satisfacción como ya mencioné, converge en torno a la felicidad.
Como humanos que somos, vamos vagando de deseo en deseo, pensando que seremos felices cuando nos graduemos de la escuela, colegio o universidad; cuando tengamos un buen trabajo ganando mucho dinero; en el momento que encontremos a la persona a quien amar y que nos ame; simplemente cuando nos casemos y tengamos hijos; o cuando nos vayamos de viaje; todo varía de acuerdo a las apetencias y aficiones propias de la edad y del entorno, que siempre influye de tal forma que los anhelos y aspiraciones tienden a mutarse relacionándolos con el número, la intensidad y duración de lo que hagamos en la incesante búsqueda de la felicidad. Pero el afán humano nos corrobora que conseguir la felicidad, parece ser un proyecto frustrante que no se lo consigue sino escrutamos sinceramente la intencionalidad de mente y corazón que cada uno tenga. ¿Para qué?
¿Acaso llenamos la taza de la felicidad satisfaciendo necesidades temporales, persiguiendo deseos o coleccionando placeres vividos? O ¿se trata más bien de templar el ánimo y renunciar al peso que no nos deja vivir libres? Es decir, satisfacemos o renunciamos. Nos hartamos o deslindamos, porque la mera complacencia a las inclinaciones nos deja siempre insatisfechos. La cuestión es seria, sobre todo cuando se llega a cierta edad, donde la pendiente de la tan mentada pirámide, se empina más de la cuenta y no permite ascender hasta el fin último.
Hoy en día son innumerables los libros de autoayuda, los coaches, las terapias y un sinfín de instrumentos que ayudan a mejorar los estados de ánimo, la personalidad y el sin sentido de mucha gente que, por supuesto, sin quitarles el crédito a tales menesteres, serán efectivos en la medida en que el acto volitivo de la persona prime sobre toda acción en búsqueda de la felicidad.
El ser humano al estar dotado de razón le permite evolucionar hacia la reflexión cultivando sus disposiciones naturales y moderando los impulsos egoístas que impiden vivir en comunión con el otro. Sin embargo, no hay recetas universales, la felicidad es personal e intransferible; para muchos el altruismo será el máximo de la felicidad, como para otros el disfrutar de la jubilación recorriendo el mundo, todo es relativo. Al respecto, el pensador, Javier Sábada nos ha dejado un binomio compuesto, como la clave de la felicidad: aprender a combinar la vida buena, es decir, esforzamos por hacer lo correcto; con la buena vida, lo que a todos nos gusta: disfrutar de los placeres que están a nuestro alcance. Rousseau, por su parte, nos advierte que “la fuente de la genuina felicidad se halla dentro de nosotros” y no en las cosas que nos rodean.
Con la vida buena, la buena vida y lo que se halle dentro de nosotros podríamos equilibrar el azar de la fortuna, reduciendo la angustia y desesperación que, por lo general, suelen ser imaginarias.
Al final de aquella peculiar tertulia, mi amigo y yo, nos preguntamos el uno al otro, entre dudas escabrosas y frívolas seguridades, qué nos hacía feliz. Él, sin reparos me contestó que se siente feliz siendo libre, escalando montañas y ver el mundo desde arriba; por mi parte le dije que, me placía mucho escribir. ¡Vaya manera de ser felices! Sin duda, más de un ejemplo parecido a estos tendrán quienes leen estas líneas, a los cuales, les generará el mayor de los placeres.
Créditos: @rjimenezec
Lugar: Cráter del volcán Cotopaxi
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