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Cinco poemas para exorcizar el invierno

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Imagen destacada Gabriela Ponce
Gabriela Ponce escritora de La Disputa

Ingeniera en Recursos Naturales y Ambiente, poeta y feminista. Ha trabajado en el área de proyectos productivos en la gestión ambiental, Gestión de Riesgos y Emergencias. Además, se ha desempeñado en el área cultural, gestión de proyectos y en acciones poéticas con varios colectivos. (Otavalo, Ecuador)

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<< Por ese no sé qué eran sus manos llenas de cerveza, de lluvia, de silencios>>

Opio en las nubes. Raphael Chaparro

1. LA MUERTE DE LA ARAÑA

A contratiempo del tiempo de la araña

que se nutre de las sombras

octópoda,

nocturna,

trampantojo de abismos.

A contratiempo de sus patas

tejedoras de incertidumbre

hiladoras de demencia.

Frívola,  sin descanso

asecha en las madrugadas

los ciclos de sus patas

escapan por las hendijas de las persianas

de una ciudad que duerme.

Disparos en el ocaso

la araña, coacciona su tiempo

insulsa, atrapa las siete balas del cielo

y las lleva al centro de su oscuro corazón.

A contratiempo, del tiempo de la araña,

moribunda al amanecer

es envuelta por estambres de colores

y la ciudad  todavía duerme.

2. PESADILLAS, ANTES QUE LLEGUE EL INVIERNO

Eduardo Manos de Tijera —no Johnny Depp— 

Eduardo Manos de Tijera

con su cara triste en lo alto del muro de piedra,

en una ciudad perdida y recurrente de mis extrañas 

pesadillas.

Corro por el muro,

hacia sus puntiagudas manos

antes de llegar,

caigo.

Se escucha:

Un grito,

Se siente:

El vacío,

Se mira:

La sangre,

Duele:

La herida,

su cara triste,

la espera del impacto

y mi abrazo en sus cuchillas.

3. REY DE BASTOS. 

En el reino de la salamandra

que se extingue en un segundo,

la luna

pare niños de plata

en el estanque de las caracolas.

Desnuda,

danza la lluvia,

con ocho pasos que marcan el camino del sol.

Hay siete estrellas y un rey de bastos

en el backline de esta última jugada;

en lengua natal,

invoca la cábala, a la mujer desnuda.

Los niños de plata disparan

a la luna

y  el reino de la salamandra

se extingue en un segundo.

4. ALMA MÍA

Para saber que existes

te niego tres veces,

antes que cante el gallo.

Arrastro

la carraspera de tu voz

pasillo oscuro

y me encomiendo a las flores

que llegaron marchitas a tu altar.

Tarareo estrofas de canciones perdidas,

desde la butaca de la esquina

de tu obra inacabada.

Desaparezco, alma mía.

antes que llegue la aurora y

a mis oídos

tu oración.

5. RELOJES DE ARENA

Es ahora

que lo sostengo

medidor del tiempo anterior

a este tiempo,

receptáculo de arena 

irremediable y antojadizo

titánico Cronos

puñado de tormenta.

Miro,

sus minúsculas partículas que caóticas se ordenan.

Pienso,

qué maniático es el universo.

Pego la nariz

al frágil cristal del viejo reloj de arena

con el impulso de dejarlo caer,

el big bang, para una niña traviesa

que quiere ver

cómo se consolida el caos del universo 

en el centro de la antigua biblioteca.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

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