Directora del medio de comunicación La Disputa, Gestora de proyectos de tecnología y de comunicación, Magister en Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar, investigadora en el ámbito de la Comunicación y Educación. Escritora de narrativa y poesía por afición.
Mario Unda es Sociólogo y Docente universitario
¿Cuáles son los temas que más preocupan a los ecuatorianos para elegir un candidato a la presidencia de la república?
La alianza con los grandes capitales, la firma de la carta de intención con el FMI y el avance torpe y violento en la implementación del programa neoliberal, utilizando como pretexto y ocasión la pandemia han convertido al trabajo en el principal problema: la precarización, los despidos, el desempleo, el subempleo, la crisis de los pequeños negocios familiares.
Luego del pésimo manejo gubernamental de la pandemia, es evidente que la salud se ha convertido en un aspecto que ha cobrado mayor relevancia; sin embargo, no se trata únicamente del servicio, sino de la concepción misma de las políticas sociales, de la prioridad que la sociedad y el Estado le otorgan, de las desigualdades de acceso, que establecen los límites entre sobrevivir o no. Por supuesto, detrás del desastre está el debate de lo público, y por lo tanto, el debate sobre las privatizaciones, que se extienden más allá de la problemática de la salud.
Otro tema central, que no ha podido ser resuelto en el último medio siglo, es la democracia o, mejor dicho, las tensiones entre la restricción de la democracia que promueven los grupos dominantes y las derechas, y las posibilidades de democratización que alienta en las movilizaciones populares y en las luchas sociales.
Y, junto con eso, hay un problema central, que casi no se trata en la campaña: las profundas e insultantes desigualdades sociales. Si en un extremo hay sectores que deben vivir con el salario básico y salarios rebajados (o ingresos informales equivalentes), en el otro extremo hay quienes perciben ingresos de 250.000 dólares mensuales “en adelante”.
Según su criterio ¿Qué tan confiables cree que son las encuestas y las encuestadoras en estas Elecciones 2021?
Las encuestas deben tomarse siempre como referenciales. Desde el momento en que se realiza la encuesta hasta el momento de votar, la opinión de la gente puede variar drásticamente, así como muchas personas pueden preferir no hacer públicos sus criterios y preferencias. Además, si las metodologías son distintas, tampoco se las puede comparar tajantemente. Y, como se sabe, las encuestadoras tienen también su sesgo, que influye en los resultados que nos ofrecen. Con todo esto, las diferencias de datos entre una y otra encuestadora son bastante significativas. Como sabemos, en los últimos años las encuestas han presentado discrepancias a veces muy radicales con los resultados reales.
Las campañas políticas son una disputa de formas simbólicas, configuradas por los valores. En estas elecciones ¿Qué valores están en disputa?
En torno a esto, pueden señalarse varias cosas. Lo primero es cómo gran parte de las candidaturas han adoptado como discurso los anti-valores conservadores: lo vemos en la competencia por ofrecer incremento de penas, llegando incluso a la pena de muerte. Lo vemos en la reiteración del sentido común “empresarial”-“emprendedor”. En el extremo individualismo de los pequeños caudillos, en la concentración del poder y de las facultades en el (candidato a) presidente. En la aceptación, sin beneficio de inventario de postulados neoliberales. En las ofertas de expulsar migrantes venezolanos “en 24 horas”, etc. En el miedo a “ser como Venezuela”. En la deslegitimación de cualquier propuesta de reforma motejándola de populista y comunista.
Faltan, pues son escasos, los valores centrados en la solidaridad humana, reemplazada por dádiva y el clientelismo.
Todos los candidatos hablan del pueblo. Según su criterio ¿Quién es el pueblo? Y ¿Cuáles son sus intereses a corto y largo plazo?
El pueblo sólo existe cuando se encuentra en la lucha social, cuando confluyen sectores diversos y se reconocen parte de las mismas ilusiones. Cuando la lucha decae, el pueblo se va desvaneciendo, atomizándose en ciudadanos individuales y aislados, incapaces de hacer valer sus intereses. Pueblo fuimos en octubre. La debilidad de los movimientos populares ha sido por lo menos en estos últimos 50 años: la dificultad para convertir su energía social en fuerza política. ¿Qué seremos el 7 de febrero? Los resultados nos dirán si logramos retener el impulso de octubre o si fuimos dispersados por la pandemia y el temor.
El medio de comunicación no se responsabiliza por las palabras emitidas del entrevistado.