Brecha de género y tecnología: perspectivas futuras

El presente artículo busca contextualizar la realidad actual de la brecha de género y la participación de la mujer en la tecnología, y a partir de ahí, desarrollar algunos planteamientos que permitan cerrar la significativa brecha que aún existe.

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Actualmente es docente investigadora y directora de la Unidad Académica de EDES, Escuela de Negocios de la UTPL, Ingeniera en Sistemas Informáticos y Computación y Máster en Administración Estratégica de Empresas.  Trabaja 19 años como docente y gestora universitaria, se ha desempeñado en el ámbito de las operaciones, procesos y tecnología, liderando importantes proyectos de transformación digital de la Universidad. Madre de tres niños.

Mail: mpespinosa@utpl.edu.ec

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La COVID-19 potenció el desarrollo tecnológico y marca un antes y después de la situación laboral a nivel mundial, así, el informe Future of Jobs 2020 (WEF, 2020) reveló que el 84% de los empleadores están acelerando su agenda de digitalización y el 50% de los empleadores tienen la intención de acelerar la automatización de puestos de trabajo: tema de vital importancia a la hora de hablar sobre la brecha de género y la presencia de la mujer en tecnología.

Para contextualizar la situación actual de las mujeres con relación a la brecha de género, me referiré al Índice Global de Brecha de Género propuesto por el Foro Económico Mundial, el cual señala que al mundo le tomará 135.6 años cerrar la brecha de género. Algunos años más de lo que se proyectaba antes de la pandemia.

El índice basa su análisis en cuato dimensiones claves

Empoderamiento político es la mayor de las 4 brechas estudiadas y se ha cerrado a la fecha en únicamente un 22% a nivel mundial. Participación económica y Oportunidades, la segunda brecha y que se ha cerrado en un 58%. Educación que ha cerrado su brecha al 95% con 37 países que han logrado paridad y la cuarta dimensión de Salud y Supervivencia cerrada en un 96% a nivel mundial (WEF, Global Gender Gap Report, 2021).

Como se puede observar, si bien en Educación y Salud, los logros son importantes, el mismo estudio señala que estos tienen una fecha de cierre de brecha indefinida, así como posibles variaciones debido al impacto que generó la COVID-19. En el caso de América Latina y el Caribe, el puntaje regional ponderado es de 72.1%, lo que significa que el 28,9% de su brecha de género aún no se ha cerrado. A este ritmo el cierre de la brecha le tomará a la región 68,9 años.

Al explorar con mayor detalle los indicadores, se observa que Ecuador está ubicado en el puesto 9 a nivel regional con algunos datos relevantes: la tasa de participación de las mujeres en la fuerza laboral es del 58.2%; el 36.4% de mujeres son visibles en puestos altos o directivos; el 22.9% de firmas tienen a mujeres en la alta dirección; y, en el ámbito de educación, las carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y las de tecnología e informática tiene baja demanda: 8% y 2.8% respectivamente.

Estos datos se ratifican al analizar la participación de la mujer en Educación Superior por área de conocimiento. De acuerdo con los datos reportados por  (Senescyt, 2021) en el Ecuador, durante el período 2015-2020, los campos con mayor participación de las mujeres fueron Ciencias Sociales, Educación y Educación Comercial (61%), seguida de Salud y Bienestar (18%), mientras que las carreras de Artes y humanidades; Ciencias naturales, matemáticas y estadística; e Ingeniería, industria y construcción representaron el 3%, 4% y 4% respectivamente.

Además, de acuerdo con el Sistema Integral de Información de Educación Superior (SIIES), entre 2015-2020 la participación de la matrícula en tercer nivel del género femenino fue del 23% y en estudios de cuarto nivel, la participación de la mujer fue del 21% (Senescyt, 2021). Es imprescindible entonces, equilibrar la formación de las mujeres, logrando su vinculación en distintas ramas del conocimiento y con ello su participación en la solución de diversos problemas sociales, aspecto que se señala como relevante incluso ante el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en el que la perspectiva de género permite una visión integral sobre las estrategias planteadas (Verdiales, 2021).

Las cifras citadas previamente, propician una importante reflexión respecto al futuro laboral de la mujer, pues según el informe elaborado por el Foro Económico Mundial sobre el futuro del empleo, tan solo el 26% de los puestos de trabajo en el sector tecnológico están ocupados por mujeres. Además, la disrupción del trabajo por la digitalización y automatización implica nuevos retos para la equidad de género, debido a la segregación ocupacional por género. Solo 2 de los 8 trabajos del futuro han alcanzado equidad de género (WEF, The Future of Jobs, 2020).

Asimismo, este gap es más probable en sectores que requieren habilidades técnicas disruptivas, por ejemplo: en computación en la nube, las mujeres representan el 14% de la mano de obra; en Ingeniería: 20%; y en Datos e Inteligencia artificial: 32%. Si a estos datos sumamos el que los mercados laborales continúan exhibiendo persistentes tendencias hacia la segregación de ocupaciones a lo largo de las líneas de género, es altamente posible que las futuras brechas se vayan intensificando. Pues, las diferencias ocupacionales son un factor explicativo clave de la desigualdad salarial especialmente en los roles emergentes que tienen como hemos visto, menor representación femenina.

Estamos ante un problema social que requiere que las mujeres asumamos un rol mucho más protagónico, así como el desarrollo de diversas estrategias con la participación y articulación de todos los sectores involucrados. Es necesario, impulsar la vocación en STEM en las primeras etapas de educación de los niños y que las mujeres continuemos la lucha por la transformación cultural, que nos ayude a romper el techo de cristal, siendo protagonistas de la nueva realidad, no espectadoras, lo cual requiere en muchos casos salir de la zona de confort.

Se vuelve fundamental que desde las empresas y organizaciones se ponga en valor el talento femenino, el aporte que significa tener mujeres en funciones de liderazgo, dada la diversidad de equipos que se puede lograr y con ello la integralidad de perspectivas en la toma de decisiones, lo que implica el desarrollo de mecanismos adecuados de conciliación y otros aspectos que faciliten la participación femenina.

Aporta significativamente dar mayor visibilidad a mujeres referentes en carreras o proyectos tecnológicos, así quienes vienen detrás tendrán modelos a seguir. Además, se debe apostar por la formación y capacitación digital del talento femenino, si no hay más profesionales en las áreas requeridas, los datos no cambiarán.

Finalmente, y como lo señala (WEF, Global Gender Gap Report, 2021), “los líderes tienen una oportunidad sin precedentes para construir economías más resilientes y con igualdad de género, invirtiendo en lugares de trabajo inclusivos, creando sistemas de atención más equitativos, avanzando  en el ascenso de las mujeres a posiciones de liderazgo, aplicando una perspectiva de género para la reconversión profesional, la redistribución e incorporar la paridad de género en el futuro del trabajo”.

Referencias:

WEF. (2020). The Future of Jobs. Switzerland.

WEF. (2021). Global Gender Gap Report. Switzerland.

Verdiales, D. M. (2021). La mujer: pieza clave en el desarrollo sostenible. Estrategias contenidas en la Agenda 2030. Espiral, XXVIII(82), 145-171.

Senescyt. (2021). Diagnóstico de la Mujes en Educación Superior.

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