domingo, junio 1, 2025
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25N: Ecuador femicida

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Karla Calapaqui periodista de La Disputa

Palabras clave: mujeres, feminismo, violencia, femicidio, Ecuador

Apaleadas, estranguladas, quemadas o mutiladas. En una bolsa de basura, lanzadas a un río o a un botadero.  Dentro de nuestra casa o en la de un familiar, en la calle, en la escuela. por el día o la noche. Múltiples son las posibilidades que tenemos para ser atacadas, violadas o acosadas.  Es la misoginia y el machismo que respira esta sociedad. Seguimos siendo consideradas propiedad privada, objetos usables y desechables.

101 mujeres asesinadas víctimas de violencia machista en Ecuador en lo que va del año, según las organizaciones de mujeres y grupos feministas. Lo cierto es que cada 3 días una mujer muere en Ecuador.

En una semana de septiembre 2020, se recibieron 159 denuncias de abuso sexual y 140 de violación, según datos de la Fiscalía.[i] Alrededor de 40 violaciones y abusos sexuales por día. Eso únicamente con las denuncias registradas.

En el año de 2017, hubo 2.247 nacidos vivos de madres de 10 a 14 años[ii]. Y cerca de 54 mil nacidos vivos de las adolescentes de 15 a 19 años.

Es decir, cada día 150 niñas y adolescentes, de 10 a 19 años, son madres.

Ni hablar de la muerte de mujeres en abortos clandestinos. De la criminalización de mujeres y niñas por abortar. De las cerca de 3 mil niñas violadas y forzadas a ser madres. Y de miles que viven situaciones de violencia en silencio, miles que conviven con su abusador. Y la mayoría de las víctimas son las niñas y mujeres pobres.

Ecuador femicida porque nuestras muertes no movilizan al Estado, porque la sociedad se indigna por una pared pintada y no por una niña violada.

La violencia contra la mujer no solo es de carácter sexual, es psicológica, es física, laboral, patrimonial, es institucional, económica, política, digital. Hemos sido las mujeres las que hemos desnudado todo la esencia patriarcal y machista de la sociedad. Históricamente sobre explotadas y en condiciones precarias de las cuales somos objeto, los abusos y la falta de oportunidades, somos también las más afectadas por la pandemia del covid19.

En esta situación de emergencia sanitaria, no hubo una estrategia y políticas pensadas bajo un enfoque de género. Mayor desempleo, menos ingresos, más cargas, más expuestas y vulnerables.

Tenemos una justicia que se ríe de nosotras, que nos revictimiza. Un Estado femicida que no garantiza la vida de niñas y mujeres, ni en las escuelas.

Un Estado misógino que no destina los recursos para combatir esta otra pandemia: la violencia contra las mujeres.

Por otro lado, algunos medios de comunicación y periodistas continúan romantizando y naturalizando la violencia contra las mujeres. ¿En las redes escribieron “Era un país tan pobre que gritaba más fuerte 6 goles que 100 femicidios”, (a propósito del partido Ecuador y Colombia) y, un periodista respondió: “Los cien fueron de una sola?”. No señor, fue uno cada tres días y en cinco días de feriado, fue uno cada día.

Las muertes de mujeres son burla para la crónica roja.

25N: si tocan a una respondemos todas

No hay retorno. Las mujeres seguimos cuestionando, movilizándonos a lo largo de Latinoamérica y el Caribe, hemos demostrado que no son tan poderosos, que el patriarcado no es eterno y se va a caer y con él, sus formas de violencia.

Este 25 de noviembre, día internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres, volvimos a las calles. En Ecuador y seguramente en Latinoamérica y el Caribe. Desde México hasta la Patagonia, sororidad plena y sin fronteras.

Pero antes sería bueno recordar a aquellas que ya no están. Memoria por nuestras hermanas liquidadas y desaparecidas, parte de esa memoria es el crimen de tres hermanas que marcaron este día de lucha por los derechos de las mujeres.

Cuando las hermanas Mirabal se volvieron mariposas:

25N: “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”

Estas fueron las palabras que repetía Minerva Miraval frente a las amenazas del dictador Trujillo de la Republica Dominicana, allá por los años 60. Pero las hermanas Mirabal soportaron más que amenazas, fueron perseguidas, encarceladas, torturadas y violadas por el delito de luchar y organizarse contra la dictadura y por la defensa de los derechos humanos.

El 25 de noviembre recordamos el homicidio de las hermanas Mirabal, Minerva, Patria y María Teresa, asesinadas brutalmente en 1960. Las apalearon y destrozaron sus cuerpos.  La fecha de su muerte marcó Latinoamérica y el Caribe. En 1981 en la ciudad de Bogotá.

Un encuentro feminista de la región, se consagró el 25 de noviembre como el día de lucha contra la Violencia hacia las Mujeres. En este encuentro se denunciaron las diferentes violencias que sufrimos las mujeres.

Posteriormente la ONU declaró esta fecha como día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte” y ahora somos millones que alzamos los brazos por las que ya no están, por las que perdieron a una hija, una amiga, una madre…

Seguimos exigiendo justicia. Creando y cantando. Haciendo historia. Somos las mujeres las protagonistas también de las luchas de los pueblos como se evidenció en el paro de octubre en Ecuador, víctimas también de la represión de Estado.

Nuestro grito de indignación se ha hecho carne en Latinoamérica. Seguimos avanzando porque vivas nos queremos.  La denuncia de mujeres frente a la violencia de carabineros en Chile se convirtió en himno. El violador en tu camino de las Tesis de Chile fue una forma de educar para desaprender, pero también para salvarnos: “y la culpa no era mía, ni donde estaba ni como vestía, el violador eres tú”.

Gracias a la lucha de las organizaciones de mujeres y feministas en Argentina, el presidente envió el proyecto para despenalizar el aborto.  

En México las mujeres siguen gritando si tocan a una respondemos todas.

Nadie nos ha regalado nada. Este 25N en Ecuador también cantamos sin miedo:

“Cantamos sin miedo, pedimos justicia
Gritamos por cada desaparecida
Que resuene fuerte “¡nos queremos vivas!”
Que caiga con fuerza el feminicida

Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo
Si un día algún fulano te apaga los ojos
Ya nada me calla, ya todo me sobra
Si tocan a una, respondemos todas”[iii]

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa


[i] https://twitter.com/FiscaliaEcuador/status/1303447442852139009?s=20

[ii] https://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/Poblacion_y_Demografia/Nacimientos_Defunciones/2017/Presentacion_Nac_y_Def_2017.pdf

[iii] https://www.youtube.com/watch?v=4J7cumhrwLE

Trump vs. Biden

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Alexis López articulista La Disputa

Palabras claves: Representante, representado, participación política, voto, reelección, discurso, Trump, Biden:

El 3 de noviembre de 2020, dio por inicio las quincuagésimo novenas elecciones generales para la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Más de 160 millones de ciudadanos se dieron cita para ejercer su voto, el derecho más consagrado de la democracia representativa.

Varias fueron las alternativas para consignarlo, opciones que las democracias incipientes de América Latina tan solo lo imaginan. Las vías para los electores fueron desde el voto anticipado, pasando por el sufragio a través del sistema de correos (el cual terminaría siendo el caballo de guerra para la victoria de Biden), hasta acudir personalmente a los centros electorales.

Más de 4 días le tomó a la función escrutadora y en especial a los medios de comunicación hablar de un posible ganador. Es que el reconteo y el estrecho margen de diferencia entre los candidatos dificultó presentar oficialmente al nuevo residente de la Casa Blanca.

Trump proclamó desde el inicio de la contienda el haber hecho realidad su lema de campaña: “Make America Great Again”, el cual lo llevó a Washington el pasado enero de 2017; pero no le fue suficiente esta vez.

Sin embargo, aquí cabe una pregunta; ¿Trump perdió por falta de votos o Biden ganó por mayor representación? A simple vista, parecería que la pregunta es redundante, pero no.

Analicemos primero el mapa electoral que dio la victoria a los demócratas.

Si hablamos con base en la extensión territorial, lo primero es que el rojo republicano se lleva la victoria indiscutible, sin embargo, estos mismos estados no son los más poblados y es ahí donde radica la importancia de la representación.

Wisconsin, Pensilvania, Michigan, Georgia y Arizona serían las cinco plazas decisivas para que Biden llegue a la presidencia, todas ellas ganadas por Trump en su disputa con Hillary Clinton en 2017.

Si se revisan las cifras, la victoria demócrata en estos estados es mínima, lo que acentúa aún más la división del electorado y todo el país en general; lo que derivó en un evidente conflicto social.

Varios condados e incluso circunscripciones menos pobladas tienen algo en común y es que la gran mayoría, por no decir todas, son de índole rural, aquí aparece otro escenario que se puso en juego en el tablero electoral, lo urbano versus lo rural.

La retórica y el discurso de Biden abarcó a la perfección la forma de vida urbana cada vez más globalizada, con mucho mayor acceso a la información y con la absorción, a manera de esponja, de nuevas corrientes ideológicas, no en vano alcanzó una votación histórica de más de 74 millones de personas, una cantidad que ningún otro candidato Demócrata o Republicano haya conseguido antes.

Las grandes batallas sociales que se evidencian día a día en las urbes, tales como: la últimamente cuestionada despenalización del aborto bajo el mandato de Trump, la búsqueda de los derechos LGBTI, el combate contra el racismo, el anhelo de hallar una malsana y cuasi imposible igualdad económica, los denominados derechos de la naturaleza, el maltrato animal, entre otros. Son caldo de cultivo en las grandes urbes norteamericanas; donde Joe Biden puso especial énfasis en asegurarlas. Dejando de lado las relaciones sociales, el pensamiento, la economía y la forma de vida de la población rural; puesto que, al fin y al cabo, el flamante presidente demócrata deberá gobernar para todos.

Donald Trum por su parte, hizo lo propio, desde la campaña anterior en búsqueda de llegar por primera vez a la Casa Blanca, se inmiscuyó en la retórica del nacionalismo, la supremacía del hombre “normal, trabajador, religioso y de familia” estadounidense e incluso añadió a la receta una pizca de la doctrina Monroe “América para los americanos” solo que esta vez no hizo alusión a los intervencionismos europeos sino más bien al ingreso ilegal de los migrantes (y que aun así se consagró en éstas y las anteriores elecciones como el absoluto ganador en el estado de la Florida, siendo este uno de los principales bastiones de población latina) y por su puesto al bloqueo de relaciones tanto con medio oriente como con Corea del Norte.

No obstante, para muchos de sus electores estas palabras quedaron solo en discurso, y es que el presidente no está exento de los demás poderes y contrafuerzas que existen dentro de un gobierno; si no cómo explicar que en los 4 años de gobierno republicano el número de deportaciones haya sido menor que en cualquiera de los dos mandatos de Obama, cómo entender que el discurso de reforzar e incluso construir un muro financiado por sus vecinos mucho más imponente y agresivo que divide a su país con México no haya visto la luz, por citar apenas dos ejemplos.    

Y es que ya lo dijo Hanna Pitkin (política, teórica y especialista en el concepto de la representación).

La toma de decisiones de los gobernantes mantiene un grado de independencia respecto de los deseos del electorado.

La representación política sustantiva, supone para los representantes actuar por los representados “de una manera sensible ante ellos”; es decir, en función de los intereses de los representados.

Dado que no es posible conocer la totalidad de los intereses de los representados, el representante debe decidir entre actuar en función de los intereses de sus grupos de electores o en base de intereses nacionales; pero aquí cabe una puntualización adicional.

Los representantes pueden, o se encuentran en una encrucijada al actuar para el grupo de sus electores o para los intereses de la nación en general. En esta decisión se desarrolla una dinámica tensional que obliga a los representantes a sumergirse entre las aguas de los intereses particulares de sus representados directos o actuar con independencia en función de intereses generales.

Nuevamente se observa entonces que el voto afectivo, mismo que está ligado únicamente a la discursiva no cala en lo profundo de los electores si ésta no va acompañada con la ejecución de los ofrecimientos de campaña.

El no haber hecho que América sea grandiosa de nuevo, no le permitió a Trump obtener la reelección, quedando únicamente para traspasar el poder a un Biden que la tiene incluso más difícil.  

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

¿Democracia?

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Carlos Nogales articulista La Disputa

Palabras clave: Democracia Griega, Acción Directa, Revolución Francesa

Desde hace mucho tiempo se lleva confundiendo el sistema político representativo con democracia. En estas líneas se derribará algunos mitos y se analizarán algunos aspectos fundamentales para saber si ¿nuestras sociedades son o no democráticas?

Empecemos con el mito de la mal llamada democracia liberal. Los textos de educación básica enseñan que este concepto está ligado a la Revolución Francesa y la Ilustración.

Sin embargo, el caos, la hambruna y los sangrientos episodios que siguieron a la toma de la bastilla. Sólo se detuvieron con el ascenso de un ‘emperador’ que encarnaba el fracaso de la revolución y la democracia que a decir de sus autores era traída desde Atenas. Pero ¿realmente replicaron la democracia griega en Francia? ¿fracasó esta y permitió el ascenso del emperador? La respuesta más sencilla es simple y directamente: no.

Democracia es una palabra que proviene del vocablo griego: δημοκρατία (dēmokratía). A su vez, se enseña que este proviene de demos que se dice significa pueblo y kratos que significa fuerza, poder o gobierno.

De aquí proviene la gran confusión sobre el concepto de democracia. La palabra pueblo tiene un significante vacío que usualmente se llena según la retórica del orador y sus intereses. Sin embargo, demos puede entenderse mejor como un conjunto de individuos que conforman una unidad política. En el caso de Atenas esto significaba la unidad política de los ciudadanos libres. En este contexto cuando se habla de democracia, en un sentido algo menos superficial. Se podría decir que es el gobierno de la unidad política decidida y constituida por los ciudadanos libres.

De los griegos hasta la actualidad han existido muchos cambios y uno de ellos se cumple en la mayor parte del planeta. La imposibilidad de la propiedad sobre el individuo. En otras palabras, la inexistencia de ciudadanos “no libres”, es decir, de esclavos. Para que exista un gobierno de ciudadanos libres estos deben permanecer en esa condición para que puedan seguir expresando su voluntad de constituirse dentro de la unidad política.

No puede ocurrir en una sociedad, denominada, democrática que se quite la condición de ciudadano libre a ninguno de sus integrantes. Por tanto, la democracia no es la dictadura de las mayorías sino la garantía del ejercicio del poder de los individuos sin atentar contra la libertad del otro.

Durante la revolución francesa el tercer estado empezó a tomarse el nombre del pueblo para tomar todo tipo de decisiones. Desde la ejecución de la monarquía, el cambio de nombre de los meses y los días. Además de determinar  el número de jornadas que componen una semana, pasando por el intento de control de precios, la creación de una nueva religión artificial que acababa de ser inventada bajo los principios de la ilustración;  hasta el terror generalizado que condujo a la muerte de Robespierre; quien en un discurso anunciara la próxima ejecución de nuevos traidores a la revolución, lo que provocó un miedo generalizado que terminó con su asesinato antes de que anuncie la nueva lista.

La llamada democracia liberal representativa adjudicada al proceso revolucionario francés no fue, por tanto, ni democrática ni liberal, aunque algo sí tuvo de representativa porque las ejecuciones gozaban en principio de un amplio apoyo popular en las urbes. Con esto nos alejamos de la típica crítica que el hecho de que un sistema político sea representativo es de por sí y ante sí, un ejercicio no democrático. El tema central está en el poder real de los individuos y si el sistema político de la sociedad mantiene o no ese poder. En Francia, durante la revolución, no se respetó ni el más básico de todos los derechos de un ser humano libre: el de la vida.

Asimismo, debemos a los franceses la falsa idea de que votar por un representante es considerado como el ejercicio democrático supremo, lo cual no es sólo abiertamente falaz, sino que es opuesto a las prácticas de los atenienses, quienes para cargos ejecutivos usaban una máquina para escoger aleatoriamente a los funcionarios de entre los postulantes que cumplían los requisitos establecidos para ejercer. Lo que sí votaban los atenienses era la aprobación o no de una ley propuesta por los representantes a la asamblea que creaban dichas leyes.

Es claro que un proceso como la democracia griega no fue replicado por los franceses ni de cerca: quitar a la monarquía no es sinónimo de crear una sociedad democrática. Siendo justos, es necesario aceptar que mientras más grande el número de habitantes más difícil replicar las prácticas griegas de democracia.

En la actualidad, Suiza quizá el único país del mundo que celebra referéndums permanentes, para aprobar sus leyes. Queda entonces la interrogante ¿cómo se puede establecer que existe o no democracia dentro de nuestra sociedad?

Para inspeccionar el carácter democrático de la sociedad en que nos encontremos viviendo es necesario establecer la conceptualización de democracia más clara, ¿qué poder real tiene usted y qué poder tienen sobre usted?

En este punto, se señala la noción de estado. El estado moderno asume la potestad del monopolio del uso de la fuerza para el cumplimiento de las leyes. Estas leyes establecen derechos y obligaciones, así como los límites del estado para intervenir sobre la vida de las personas. Cada vez que se entrega poder al estado entonces los individuos que lo gobiernen en la práctica tendrán todo ese poder sobre el resto de la población. No importa la retórica de que en el fondo todos eligen al presidente o primer ministro: si se otorga todo el poder al estado en la práctica se elige un nuevo monarca cada cierto tiempo y estaremos durante todo ese período sin capacidad de poder real sobre el uso y abuso del estado por parte de cada gobierno. Los límites del poder que debe tener o no el estado son tema de debate actual y no se discutirá a profundidad.

De todas las discusiones posibles (despenalización del aborto o de las drogas, libre movilidad, etc.) vamos a quedarnos con una básica: los impuestos.

Los impuestos son, en el caso del Ecuador, esos catorce mil millones que el estado saca del bolsillo de los ciudadanos. Se dice que toma ese dinero de los más favorecidos y el gobierno lo administra para que generen mejores oportunidades para todos. La verdad es que la mayor parte de dichos impuestos proviene de la denominada clase media. Tampoco se discutirá sobre la moralidad de los impuestos, pero sí sobre el cumplimiento de rol teórico. Cuando los políticos que gobiernan recaudan este dinero en nombre de la ciudadanía, dicen que lo usan para salud, educación, seguridad, planes de ayuda social, entre otros buenos motivos. Lo raro es que cuando están recaudando mucho y los ciudadanos demandan un recorte, lo primero que quieren eliminar sean esos rubros. Pero no tocan ni un centavo de sus propios sueldos, gastos administrativos o menos aún de las bondadosas y extremadamente indispensables mega obras con escandalosos sobreprecios.

Notemos la incapacidad, para actuar sobre estos hechos que se repiten una y otra vez.

El tema central de este texto, como se indicó en el inicio, es provocar una reflexión sobre nuestro entorno inmediato y preguntarnos si este es o no democrático.

El ascenso de Napoleón en Francia no puede ser visto como un fracaso de la democracia pues esta no existió. Quiénes anhelan a un Fidel Castro o un Pinochet en nuestros países por la ineficiencia o las falencias de nuestra democracia deberían reflexionar. Si mañana el uno se convirtiera en el otro ¿qué pasaría con quiénes piensan diferente?

Creo que un avance democrático es necesario en Latinoamérica. Lo cual no significa ni más burocracia con nombres rimbombantes ni nuevos caudillos, significa mayor poder en la gente. Nada radical ni muy extraño será propuesto en el final de este texto. Algo muy sencillo para vencer la corrupción de los funcionarios que se convierten en los nuevos ricos con el dinero de todos. El bloqueo y control directo de los presupuestos en salud, educación y seguridad.

Si una ley estableciera los proporcionales de recaudación que deben usarse en cada rubro de manera directa habría menos temor de que, a través de un terreno aplanado, varios miles de millones terminen en Aruba. Y si cada ciudadano tiene asignado un monto anual (ya los criterios de asignación son discutibles) para que él decida qué proveedor de educación o salud cobra eso en su nombre al estado, se habrá recuperado algo de poder real y se dará al menos un paso hacia una sociedad verdaderamente democrática.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

Dignidad laboral. Baluarte a preservar

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Alfredo Espinosa articulista La Disputa

Palabras clave: trabajadores, teletrabajo, dignidad, panóptico, Ecuador

Lo digo de frentón: los trabajadores no deben renunciar a su dignidad a pretexto de la crisis económica y política que afronta Ecuador en toda su institucionalidad. Tampoco pueden estar sujetos a la volatilidad emocional de sus superiores, quienes en algunos casos normalizaron la verbalización de la violencia como rutina cotidiana de relacionamiento, pero también de discriminación entre una élite intelectual y sus simples operarios, quienes habitan a la sombra del anonimato laboral.

Una cosa es cierta: la dignidad no puede ni debe estar por debajo de la necesidad. No obstante, la realidad es otra: trabajadores maltratados que guardan silencio por miedo a ser despedidos; teletrabajadores que han permitido el ingreso de la violencia a sus hogares con gritos, sátiras y analogías ofensivas en cada reunión virtual, situación que materializa y traslada los agravios de oficina al mundo abstracto de la digitalidad.

Lo cual anula cualquier línea de frontera entre lo público y lo privado, entre la humillación y la dignidad, entre el trabajo y la casa, convertida esta última en una suerte de panóptico moderno resguardado por patronos de distinta estirpe, aunque todos con alma de celadores.

Ahora ya no hay tiempo para dilucidaciones existenciales, mucho menos para conservar intacta la temporalidad familiar. La esquizofrenia laboral de la nueva normalidad anuló por completo a los trabajadores como sujetos sociales e institucionalizó un nuevo sistema de control social y físico hacia sus cuerpos, amparado en el uso enfermizo de la tecnología y la digitalidad. El resultado salta a la vista: trabajadores agobiados y hostigados, aniquilados en su autoestima – “quemados” – con patologías físicas y psicológicas que vulneran cualquier norma básica de salud ocupacional por la sobrecarga de actividades.

Aceptar esto es reconocer que el desempleo puede ser un perjuicio mayor a la humillación, en un país que no garantiza el derecho al trabajo, ni saca de sus entrañas las lógicas semi esclavistas y feudales del relacionamiento laboral.

Frente a esta realidad cabe preguntarse: ¿Dónde quedan las libertades que pregona la democracia de espectáculo? ¿Y los derechos laborales? ¿Se pueden concebir como hasta ahora? ¿Sin respeto? ¿En qué medida la relación dispareja entre dignidad y necesidad es aprovechada por los empleadores que a sabiendas de la crisis económica y la falta de empleo abusan de sus trabajadores explotándolos y ofendiéndolos? La libertad de pensamiento, el derecho al respeto, a la vida privada y familiar, son añorados y valorados por quienes exigen un mínimo de consideración a su dignidad. Principio sin el cual toda prédica sobre derechos, libertades y democracia queda en nada.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

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