Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.
Convencido de que la “pose hace al hombre” y de que “nada es mejor para el éxito que los excesos”, el humano de hoy en día rinde culto al hedonismo y hace de él una apología que lo empuja a buscar la vida en la seguridad material, en el efímero éxito, en la virtuosidad alineada y consecuentemente en una falsa felicidad. No cabe duda que un buen círculo de amigos, la buena ropa, una casa bastante digna, un trabajo bien remunerado e incluso el último teléfono celular a la moda, siempre generan en las personas mayor seguridad en el mundo en que se desenvuelven.
Oscar Filgal O’Flaherty Wilde, más conocido como Oscar Wilde, es un escritor, poeta y dramaturgo de origen irlandés, en cuya única novela y que constituye a la vez su obra magna. “El retrato de Dorian Gray” nos pormenoriza lo que se detalla en el párrafo anterior, el culto a la belleza, el apego desmedido a los amigos, el fastuoso y aciago itinerario que el ser humano hace para conservar su juventud y el afecto de los que le rodean. Al menos eso lo demuestra en cada una de sus líneas en su interesantísima novela.
En esta ocasión me permitiré analizar ciertas ideas que me parecieron interesantes, al menos, muy actuales para los tiempos de hoy. Si bien es cierto el libro fue escrito hace más de un siglo, pero su analogía sobre la conducta del hombre hoy en día está muy vigente. La obra es en exceso culta, característica que me encanta porque denota mucho la calidad del escritor y la belleza de las palabras, que hacen de la obra y de la vida misma un poema.
“A la gente le gusta mucho prodigar aquello que necesita más. Es lo que llamo el abismo de la generosidad”. Este es uno de los muchos pensamientos que se escriben en el libro y que captaron mi atención y de los cuales intentaré realizar un análisis respecto de las conductas del ser humano frente a la prodigalidad que se ventila hoy en día en todos los aspectos de su vida.
La prodigalidad equivale a gastar bienes, recursos o atenciones en personas, en el tiempo y en el espacio. En el sentido amplio, la prodigalidad y su significado se enmarcan en el derroche y el despilfarro, de hecho, hay una parábola famosa en la biblia que se llama “El Hijo Pródigo” en donde detalla el dispendio desmesurado de los bienes adquiridos por un hijo cuando le pide en herencia a su padre y este accede a entregarle. Después de una pésima administración de la fortuna entregada en excesos y mala vida, se queda en la calle, prodigando comida, amor y afectos.
Extrapolando la prodigalidad en la cotidianidad vemos que, a diario, al menos en las redes y relaciones sociales, prodigamos admiración en artistas, políticos, famosos, actores y demás personajes del mundo de la farándula. Querer ser admirados nos impulsa a admirar a otras personas, aun cuando no haya qué admirar o que rescatar de aquellos.
En el plano afectivo la cosa no difiere mucho, prodigamos afectos en las parejas sentimentales, en amigos, en familiares y en todas las personas que queremos. La prodigalidad se manifiesta en la codependencia emocional y el efecto psicológico que generan estas relaciones. Por su parte, la materialidad quizá sea la forma más explícita de dar a conocer el abismo de la generosidad. Querer tener algo, implica trabajar por ello, cuando la situación se torna compleja o el asunto se desvía, aparece la prodigalidad o el despilfarro de recursos, bien sean muchos o pocos.
Dorian, el personaje principal, a lo largo de la obra, prodiga todas aquellas cosas. Admira a su pintor y al retrato que éste le ha hecho. Ama a Sibila, una actriz adolescente quien se quita la vida por el amor de su Príncipe Encantador, el joven Gray. Gasta excesivamente sus bienes con la vida burguesa que lleva y a la que arrastra a toda la élite de la ciudad. ¿Por qué prodiga? Por el miedo a la vejez y a la muerte inminente. Vive en constante miedo y temor porque detesta la idea de que los años son su peor enemigo y que terminarán con lo que ama, su belleza y el placer que ésta le genera: la admiración de sus amigos y conocidos, el amor que le profesan hombres y mujeres, el respecto que se gana con todos quienes le conocen.
La prodigalidad hoy es una forma de vida, todos prodigamos algo en lo que hacemos, pienso a veces que es lo que les da sentido a nuestras vidas. Es una forma de fijarse objetivos para encontrar en cada día razones suficientes para trabajar arduamente. Y no se trata de estratos ni clases sociales, porque tanto el pobre como el rico. Tenemos las mismas necesidades: prodigalidad de atención, de afectos, de materialidad y de alguien que nos ame sin medida. Visto de esa forma, la prodigalidad se convierte en el pivote de la construcción de nuestros sueños. Qué intención última se tenga con éstos, es otro asunto que valdrá la pena analizar y discernir.
El retrato de Dorian Gray es una obra fantástica, vale la pena leer, el estilo literario empleado por el autor, como digno inglés de clase burguesa y educada, ayuda a entender muchos pensamientos e ideas sueltas que suelen rondar en nuestro pensamiento. Al menos a mí, me encantó. Terminaré con otra de sus tantas frases célebres e intelectuales: “Vive la poesía que no pudo escribir. Los otros escriben la poesía que no se atreven a realizar”. Sería bueno preguntarse, ¿qué tipo de prodigalidad vivimos? Si los que viven la poesía o los que la escriben sin poder vivirla.