Escape fingido

La música y la pintura son lenguajes artísticos que traspasan el alma de los seres humanos con su magia enigmática, generando emociones, sensaciones y experiencias. “Escape fingido” es una obra surrealista que surge de la convergencia del lenguaje sonoro y visual, donde predomina la poética personal de la artista Vannesa Vargas con el análisis de la letra del pasillo “Corazón que no olvida” del autor lojano Emiliano Ortega Espinosa.

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Pintura de Vannesa Vargas: Escape fingido

“¿Cómo pudo tu amor volverme triste?”, reza una parte del pasillo “Corazón que no olvida” del autor lojano Emiliano Ortega Espinosa, como reprimenda a aquel sentimiento que en su momento fue la más bella historia de amor e ilusión y que ahora sólo queda el recuerdo amargo, la fragilidad y lo efímero de la vida. De este poema plasmado en una canción, muchos artistas han extendido el pasillo en diversas obras de arte como la literatura, la pintura y en la música misma.

En esta ocasión haré un homenaje nuevamente al potencial artístico de Loja, esta vez ha captado mi atención “Escape fingido”, una obra de arte de Vanessa Vargas, estudiante egresada de la carrera de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Loja.

Su gusto por la pintura surgió desde niña. Como todo niño, soñaba con convertirse en una famosa pintora, desarrollar el potencial que tenía en su mente a través de pinturas que plasmarían la perspectiva que ella tenía del amor y de la vida misma.

Su obra es inspirada en el arte surrealista, cuya tendencia surgió en Francia en 1920 como respuesta a las ideas de Freud. Donde lo imaginativo, onírico e irracional serían la base de expresión de dicho arte y actuarían como la antípoda a lo figurativo, lógico o racional, es decir, al arte tradicional.

Vanessa, desde el punto de vista femenino, intenta a través de su obra dar a conocer lo que está en su mente y en su corazón, y que posiblemente exista en la psicología y emocionalidad de toda mujer.

Escape fingido es un escape a lo adormitado, a lo que genera parsimonia y aletargamiento; a lo que no te permite desarrollar; a lo que te instala en la zona de confort y te coarta de volar en búsqueda de nuevos cielos; lo que te ancla a viejos mares que no te permiten navegar aguas nuevas.

Fingir un escape es romper por un momento el vínculo afectivo que te somete a la esclavitud emocional de quien finge amarte, pero no en libertad. Fingir un escape, es fingir que estamos bien, pero en el fondo, añoramos el bienestar que profesamos y plasmamos en una obra de arte. Ella haciendo honor a la belleza femenina, con sutileza placentera asciende y se desprende del vínculo que la ata a su compañero, doblegándola en pasión y voluntad. Escape fingido implica fingir un hipotético escape, porque quien lo hace sabe que terminará regresando a donde supo amar y amar de verdad.

Recorrer la obra es una aventura, porque como decía Gabriel García Márquez: “Sus amores eran lentos y difíciles, perturbados a menudo por presagios siniestros, y la vida les parecía interminable.[i]El escape fingido de la mujer implica que su aciaga relación ha llegado a su fin, que no hay más que hacer que escapar a la terrible codependencia de un ser desnudo de alma y cuerpo, impávido y somnoliento en su inmenso prejuicio y egoísmo, pero carente de la misma necesidad, de la misma atención y del mismo afecto.

El contexto de la obra muestra la soledad en que se encuentran los protagonistas. Es irónico pensar que siendo creados el uno para el otro, ahora estén tan distantes y a un palmo de separarse. Fingir amar cuando no se es capaz de hacerse uno con el otro, es un cuento siniestro que hoy está de moda, porque hace del amor una carga difícil de llevar en unos hombros débiles que no se ejercitan para soportar.

Parece también una crítica a la vida moderna, donde el placer es el eje central de las relaciones y cuando éste ya se ha agotado, no hay más que hacer. Los participantes quedan desnudos y con el alma hecha pedazos por lo que pudo ser y no fue. Sólo los une el recuerdo de lo que han vivido, la música, la naturaleza y un espacio inmenso donde buscar nuevos amores y de la misma forma, perderse nuevamente en la búsqueda constante de llenar el vacío de sus almas.

La artista como buena lojana, en toda su obra destaca los signos de la ciudad, y fue precisamente el arte musical el que la inspiró pintar esta belleza, cuyo resultado converge en un lenguaje sonoro-visual: la letra del pasillo lojano y la pintura de sus manos.

Descifrar el final de la obra, fue el efecto que generó en mí. Para esto me gustaría mencionar nuevamente al Gabo Márquez: “Le recordó que los débiles jamás entrarían en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino, y que las mujeres sólo se entregan a los hombres de ánimo resuelto, porque les infunden la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida”[ii]

Fingir un escape es para los inseguros, y éstos jamás entrarán en la dimensión estática, plena y fantástica del amor; la inseguridad que profesan es sinónimo de tibieza, miedo a jugársela al todo o nada.

La mezquindad es para los soberbios y codiciosos, cuyo fin siempre es acaparar y reservarse el amor y el beneplácito para sí solos.

Ella finge un escape… él simula aceptarlo… o la acompaña o la retiene. La idea es hacerlo juntos.

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[i] El amor en tiempos de cólera

[ii] Ibídem

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