Inicio Opiniones A quién seguir, en quién creer y qué profesar

A quién seguir, en quién creer y qué profesar

Análisis sobre los géneros de dependencia (estoicismo) en el comportamiento humano en la posmodernidad

0
Imagen destacada Álvaro Peña
Álvaro Peña articulista La Disputa

Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.

follow me

Fuente: pixabay

“Cada uno tiene tres géneros de dependencia: el uno con el espectáculo del mundo que nos rodea; el otro con una causa divina, origen de cuanto acontece a todos los seres; el tercero, con nuestros contemporáneos. (Marco Aurelio, Meditaciones 8.27.)”

Conforme avanza el mundo y con él todas sus implicaciones tecnológicas, científicas, sociales, personales y hasta familiares, es importante pensar sobre el impacto que este avance está generando en el comportamiento, el estilo de vida o el statu quo del ser humano.

Se observa con frecuencia como el sistema nos tiene mal ocupados y haciendo cosas muy pocas productivas. Siempre es bueno pensar, de donde viene toda esta dependencia o hasta donde nos va a llevar, sobre todo, analizar en qué punto estamos, para ver si vamos por buen camino o tenemos que redireccionar nuestros objetivos, la vida o los sentimientos.

Me gusta mucho la Filosofía porque nos ayuda a pensar, a discernir, a buscar la verdad y la sabiduría para adentrarnos al mundo real, el que nos rodea y en el que batallamos a diario, a veces sin darnos cuenta, pero que estamos ahí, inmersos, incoados, aludidos y coligados. Somos el reflejo de lo que los otros hacen o de lo que nos han ensañado que está bien. La educación ciertamente nos ha ayudado a discernir mejor las cosas, nos cuestiona e incita a ir más allá, a descubrir, a debatir, a repensar, e inclusive, a corregir; sin embargo, aún falta mucho por hacer.

Con lo anterior, quiero ir adentrándome al tema central del presente artículo, a dilucidar lo más acertado posible al comportamiento humano. Dada la siempre nueva coyuntura y su impacto en el hombre, a través de la Filosofía Estoica, específicamente la practicada por Marco Aurelio en su libro de Meditaciones. Y son justamente eso, actos de meditación que nos ayudan a perfeccionar, con la práctica de la frugalidad, el control de las pasiones, y el discernimiento de lo bueno, entre otras cosas.

Justamente es con una cita del afamado libro del emperador romano, con la que he empezado este artículo y sobre el cual versará el mismo. Tres géneros de dependencia. Tres formas en las que el ser humano se desarrolla en la vida. Tres facetas. Tres estados. Tres afanes por las que se desgasta.

Primer género de dependencia: el espectáculo del mundo que nos rodea. Este espectáculo tiene que ver con las masas, como lo dijo Gustave Lebon, con sus ideas, sus razonamientos y su imaginación. El mundo está cundido de modas, de tendencias, de tecnología y de redes sociales que son el espectáculo del mundo, porque cada uno muestra lo mejor que tiene o aparenta tener. Es una forma de aunarse al sistema para captar atención y el afecto de los que nos rodean.

Cada día aparecen nuevas formas de hacer el espectáculo, ahora se ve y se incursiona en la moda aesthetic o coquette, se escucha deliberadamente el uso del lenguaje inclusivo y con esto parecernos comprometidos, incluidos o integrados al show mediático que se propaga hoy en el mundo.

Las redes sociales, con sus historias, sus fotos, sus reels y un sinnúmero de tendencias es un claro ejemplo de cómo nos distraen, nos alienan y nos hacen, aparentemente, ver más interesantes. Mostrar que comemos, donde estamos y con quien, es otro claro ejemplo de que, por unirnos al espectáculo perdemos desde la intimidad hasta la dignidad. Es un género de dependencia al sistema, o nos unimos o nos morimos, casi siempre se opta por lo primero.

Una forma de hacer espectáculo con el mundo que nos rodea, es ver como se premia a la música y a sus autores que, en primer lugar, ni se entienden, ni tienen un mensaje positivo que ayude a mejorar esta decadencia social. Parte de este espectáculo es la campaña de marketing realizada, que induce al pensamiento a creer que es buena y de calidad y es lo que necesita el mundo para ser feliz. Cuando en realidad es un elemento distractor del mundo real y sus problemas.

Segundo género de dependencia: una causa divina. Siempre ha sido cuestionado el origen de las religiones y por ende de Dios. Los no creyentes justifican su postura indicando que Dios es un invento para mantener sumisa a la gente, infundiéndole miedo y tributando la confianza de un ser supremo inventado, a personas comunes y corrientes que se aprovechan de aquella confianza. Desde esa perspectiva y con lo que se sabe ahora de Dios y, sobre todo, de sus adeptos, se justifica dicha postura, sin embargo, sigue siendo un género de dependencia, porque para llegar a pensar y profesar una idea o una creencia, hay una experiencia previa sobre la cual se depende y es la que habla por ellos.

Por el contrario, los creyentes, desmentimos el invento de Dios, aunque exceptuando la justificación científica, más que la emocional, tradicional o heredada, se basa en una experiencia personal que certifica su existencia y su poder. Ni se condena al no creyente, ni se aplaude al creyente, es una forma de concebir la vida y lo que en ella acontece. Se depende de aquello para atribuir bondades (virtudes) o defectos (pecados) a las personas y a los acontecimientos. Para corroborar o desmentir. Siempre estará en discusión la idea de Dios y su existencia, cada quien da fe de lo que ha experimentado y ante eso, no se puede hacer mucho.

Tercer género de dependencia: con nuestros contemporáneos. Quizá este siglo es el que más ideologías ha desarrollado, con el nacimiento de partidos políticos, de normas, de leyes o de doctrinas que pretenden mejorar la sociedad, los sistemas de justicia, las formas de gobiernos, la distribución de la riqueza, en fin, de mejorar el lugar donde vivimos. Con nuestros contemporáneos vivimos una forma de agrupación social, por afinidades o por gustos y preferencias. Cuando más adultos nos convertimos, tendemos a ser más selectivos. Seleccionamos el nicho, seleccionamos la horda, seleccionamos el clan.

Quizá esta sea la mejor forma de dependencia, porque la contemporaneidad implica afinidad, y no solo en cuanto a edad, sino a forma de pensar, de hacer y de actuar. Los grupos sociales se formaron así, como de la misma forma, se crearon las bandas musicales y las sociedades conyugales.

En fin, todo el ciclo de la vida del ser humano, desde que nace, está inmerso en estos tres géneros de dependencia que lo marcan de por vida, porque sobre ellos versa su comportamiento presente y futuro y sobre el cual, también versará, su descendencia. Desde los orígenes, el hombre sigue siendo el mismo, con las mismas necesidades, aunque muchas de ellas han evolucionado o han cambiado de nombre, sin embargo, son ellas las que definen: a quién seguir; en quién creer y qué profesar.

Aunque este comportamiento actual del hombre moderno descrito sobre los tres géneros de dependencia está muy lejos de adoptarse o semejarse a un estoicismo probo, este sigue luchando constantemente contra los espectáculos mundanos, los shows mediáticos, las tendencias modernistas y las causas sociales, por ver convertida una sociedad más justa, equitativa y perfecta; por ello, también es necesario considerarlos de manera consciente y constante para analizar hasta qué punto podemos revertir, aunarnos, o luchar contra aquello.

Encuentra otros artículos del autor -> Álvaro Peña

La Disputa, visita nuestras redes sociales:

Facebook

Instagram

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí