María

Obra: María, especial por San Valentín

0

Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.

follow me

¡Corazón cobarde! No fuiste capaz de dejarte consumir por aquel fuego que, mal escondido podía agostarla… ¿dónde está ella ahora, ahora que ya no palpitas, ahora que los días y los años pasan sobre mí sin darme cuenta de que te poseo?

Pequeño extracto del Libro “María” del escritor Jorge Isaacs

Siempre corrí tras un amor que satisfaga mis necesidades. Todas ellas confluían en satisfacer el desorden de mis emociones, en sanar las brechas que desde pequeño se produjeron. Quizá fue la curiosidad la que me llevó a conocer los recónditos más secretos del amor y de la maldad del ser humano; o, fue el destino del que tanto habla la gente, de aquello que tiene que pasar porque así está escrito. Porque así tiene que ser. ¡No lo sé!

Se llamaba María, un nombre tan común, tan religioso, tan popular, que no inspira el más remoto interés. Cuando te conocí fue así. Solo faltaron dos minutos para saber que aquel prejuicio que algún día formulé en la mente; esa tarde, con la belleza de tus ojos lo destruirías. Ahora se estaba germinando el más puro y tierno sentimiento que hasta ese día, desconocía que existía. María, mi María.

Sabías que podías conmigo. Lo supiste cuando desconcertado ante tu excepcional belleza me quedé mudo y sin palabras, tan solo al preguntar mi nombre y mi interés por conocerte. No pude conectar mi mente y mi lengua, me entorpecí, porque esos efectos generabas en quien sentía interés por ti. Me di cuenta después. Cuando el tiempo por luchar por tu amor, fenecía.

¡Corazón cobarde! Preferiste los falsos amores y los placeres mundanos a cambio de un amor verdadero. Ese amor que se entregó sin reservas y sin pedir nada a cambio. Eché las perlas a los puercos y las hicieron pedazos. También yo. También yo hice pedazos ese fino cristal que eras tú. Siempre destruía los mejores juguetes que me compraban cuando niño. Quería descubrir como funcionaban. Así te traté. Quise saber cómo es que ese corazón tan bueno, podía amar a alguien como yo. Y sin darme cuenta lo destruí.

Tratar de armar los pedazos de un cristal es tan utópico y falso, como falsos eran mis besos cuando te decía que te amaba. Aunque lo reconozco, te amaba, me costaba reconocerlo, era como verme vulnerable ante el mundo y ante ti. Me había diseñado un plan en el que el amor, aun no entraba en escena. Tú eras el preámbulo de toda esta patética historia que estaba inventando.

Tanta dulzura, comprensión y belleza solo obedecían a un corazón puro y sincero de quien está en una etapa de su vida que solo le queda amar, amar sin medida. Porque esa es la única razón y misión de quien viene a este mundo: amar. No hay otra cosa mejor que aquello. La vida es efímera y solo quedarán los momentos amados con los seres amados. En fin, así resumías tú la vida. Una verdadera historia de amor en la que yo sin saberlo, me convertiste en el protagonista. ¡Que estúpido!

¿Dónde está ella ahora? ¿Quién goza ahora de su melifluo ser? Qué tarde acepte darme cuenta de que te amaba y que tú eras la indicada. Ahora el pórfido enlosado separa nuestros cuerpos. El tuyo inerte, el mío sin hálito de vida y esperanza. Lloran las rosas, lloran los muertos, lloran todos aquellos que viendo tan patético cuadro me culpan por no haber aprovechado la única oportunidad que tenía para conocer el verdadero amor y con el sanar todas las heridas y darle sentido a este inicuo matadero llamado vida.

La Disputa, visita nuestras redes sociales:

Facebook

Instagram

Encuentra otros artículos de la autora: Álvaro Peña

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí