El amor es de colores….
El 28 de junio de 1969, en el barrio Greenwich de New York, un grupo de personas que se encontraban en el reconocido bar gay Stonewall, protagonizaron un enfrentamiento contra la policía, que en ese entonces, los perseguía por el simple hecho de existir.
Esa noche, quienes habían estado bajo las sombras por tanto tiempo, dijeron basta a un sistema que los discriminaba y tachaba de delincuentes, obligándolos a vivir en un estado de invisibilidad absoluta. Muchos de ellos, guardaban un perfil bajo, para no arriesgar sus vidas y vivir en una moderada calma.
Los hechos se extendieron por algunos días, un año después, la semana del orgullo gay se conmemoró con motivo de esta fecha y culminaba con una marcha que partía desde Stonewall. 1969 fue el inicio de lo que denominan el movimiento homosexual, que busca el respeto y garantía de sus derechos humanos.
A inicios de los años 70, la homosexualidad aún era calificada como enfermedad por la Organización Mundial de Salud – OMS, por lo cual, las personas LGBTIQ+ sufrían innumerables actos de violencia en su contra, que no eran “delitos”, sino por el contrario, eran una forma de mantener “equilibrada” a una sociedad moralista, que veía cualquier tipo de disidencia como una amenaza a una normalidad construida en base a la familia tradicional y otros principios que utilizaban para justificar su accionar.
Desde los disturbios, surgieron varias organizaciones como el Frente de Liberación Gay, cuyo objetivo era luchar por el reconocimiento de los derechos de gays, lesbianas, bisexuales, personas trans, travestis; y, demás diversidades sexo-genéricas. En América Latina, el Frente de Liberación Homosexual (FLH) constituido en Argentina en 1971, es uno de los grupos más reconocidos en ese entonces. Como activistas formaron grupos y alianzas con grupos feministas, además publicaron la primera revista homosexual denominada SOMOS en 1973.
En países como Brasil, encontramos la organización Lampião da Esquina en Río de Janeiro; Movimiento por la Liberación Homosexual en Bogotá; mientras en México se conformaron organizaciones como el Frente de Liberación Homosexual de México, los Grupos de los Martes y los Viernes, el Grupo-Grupo; y, SEXPOL.
Así, las voces se unieron para exigir derechos, acceso a salud, vivienda, trabajo, a su derecho a ser escuchados. Mientras en varios países organizaban “campañas de limpieza” para terminar con sus vidas, querían exterminarlos, por ser contrarios a la “natura”, a lo normal dicen, a lo “bueno” y “correcto”.
Entre el 70 y 80, la inestabilidad política y social que vivían varios países de América Latina, desataron la persecución a las disidencias por parte de la policía y otras autoridades gubernamentales, reforzada por la aparición de grupos neonazis que buscaron de mil maneras terminar con sus vidas.
El amor es demasiado grande para que quepa en un armario.
Xavi M.
Movimiento LGBT
A inicios de los años 80 con la aparición del VIH Sida, el movimiento LGBT tomó gran fuerza y protagonismo, construyendo una lucha basada en la prevención de su contagio que se propagaba entre la comunidad, sin que nadie supiera a ciencia cierta cómo detenerla.
Los estudios científicos sobre su transmisión y posibles tratamientos avanzaron rápido, en 1987 se aprobó el primer antirretroviral. En el presente, continúan las pruebas para encontrar una vacuna que permita una cura definitiva.
Por el momento, los avances científicos han conseguido que los pacientes con acceso al tratamiento antirretroviral, lleven una vida relativamente normal, demostrando que su uso regular, detiene la transmisión de la enfermedad a otras personas.
Pero en los años 80, la tasa de mortalidad por SIDA fue muy alta. El desconocimiento sobre su transmisión dio paso a la estigmatización de la comunidad gay, quienes fueron excluidos de sus hogares, lugares de estudio o trabajos, pues se pensaba erróneamente, que el contagio podría darse con el solo hecho de estrechar su mano o abrazarlos.
De acuerdo con un estudio de CESIDA, entre 1982 y 2020 han fallecido alrededor de 40 millones de personas a causa de SIDA en el mundo; así mismo, existen 38 millones de personas cero positivas.
Cada año, más o menos un millón de personas se contagian y un promedio de 700.000 personas fallece por este motivo. En Ecuador, 10 personas se contagian cada día, “de ellas: 5 son hombres, 2 trabajadores sexuales, 1 mujer trans, 1 hombre heterosexual y 1 mujer ama de casa”, según datos de la organización internacional Coalición Plus.
¿Avanzamos o qué?
Existe un avance importante en el reconocimiento de sus derechos, pues en varias regiones de América Latina la homosexualidad ya no es un delito, en Ecuador específicamente desde 1997. Aunque si hablamos de forma mundial, en 69 países la homosexualidad aun es penada con cárcel e incluso pena de muerte.
Por otro lado, el matrimonio igualitario gana terreno un día a la vez. En nuestro país, luego de varios años, el pedido fue encabezado por diversas activistas, organizaciones de sociedad civil; así como, por alianzas políticas y sociales. El 12 de junio de 2019, a través de una sentencia de la Corte Constitucional, se reconoció el matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho que, hasta ese día era limitado a las parejas heterosexuales.
También es reconocido en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, y varios estados de México. Siendo Canadá, Bélgica, Países Bajos y Canadá, pioneros en su reconocimiento.
A pesar de ello, la falta de acceso a servicios de salud adecuados, con profesionales calificados para atender sus necesidades, en muchas ocasiones, les orilla a buscar atención en clínicas clandestinas. Y si llegan a ser atendidos en centros de salud autorizados, reciben malos tratos y/o discriminatorios.
Según datos del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos – INEC publicados en 2015, el 58% de los encuestados no contaba con acceso a ningún tipo de seguro de salud; el 31% estaba afiliado a un seguro social (campesino, voluntario, general, ISSFA o ISSPOL); mientras un 11% tenía seguro de salud privada.
Tampoco se han preocupado por desarrollar planes adecuados para incluirlos en la vida laboral o en espacios educativos, para mantenerlos a salvo de la discriminación y la homofobia, y proteger sus vidas.
Todo esto sucede, a pesar de que el artículo 11 numeral 2 de la Constitución del Ecuador de 2008 señala: “Todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades. Nadie podrá ser discriminado por razones de sexo, identidad de género, orientación sexual. La ley sancionará toda forma de discriminación.”
La pandemia también afectó sus realidades. De acuerdo con la “Encuesta para identificar vulnerabilidades en la población LGBTIQ+, en el marco de la pandemia del COVID-19”, el 41,3% de los encuestados afirmó no haber tenido acceso suficiente a servicios de salud y medicinas. El 56,6 % reveló limitantes en servicios de salud sexual, reproductiva; y, acceso a métodos anticonceptivos.
Así mismo, el 32% afirmaron estar desempleados, un 29 % están en el subempleo, el 7,7 % tenía un empleo no remunerado, el 2,5 %, otro empleo no pleno; y, solo un 28 % cuenta con un empleo adecuado.
Y ni hablar de las personas LGBTIQ+ con discapacidad o adultas mayores, su acceso a salud, trabajo y educación es casi inexistente, nulo. Quienes logran acceder, no tienen las mejores condiciones, debido al desconocimiento de una sociedad que juzga sin saber.
Adolescencias diversas
Para quienes somos madres y padres, considerar que nuestros hijos o hijas se definan como personas LGBTIQ+ puede resultar difícil de aceptar, como resultado de nuestra crianza binaria y de paso esta idea absurda de éxito que nos sembraron, que no asume a la diversidad como logro, sino como una traba en un proyecto de vida adecuado.
Pero reconocer las diversidades es algo que aprendemos poco a poco, nace del amor profundo por nuestros hijos e hijas. Cuando entendemos que los trajimos al mundo con plena conciencia de que su crianza es nuestra responsabilidad, parte de ello, consiste en crear un vínculo sólido, basado en la aceptación y el respeto de nuestro hijo como ser humano.
Quizá uno de los mayores miedos de las madres y padres es que los hijos se enfrenten a la realidad de un mundo homofóbico y discriminador, que podría hacerles daño en nombre de su bienestar, provocando que sean excluidos y violentados, llevándoles a tener vidas complicadas.
La adolescencia es demasiado complicada como hacerla más difícil. Un adolescente que se identifica a sí mismo como una persona LGBTIQ+ enfrenta a muchos desafíos, que parten desde su propia aceptación, y que es más llevadera con el apoyo de sus familiares y amigos cercanos. En una etapa en la que todos quieren ser aceptados, sentirse solo no ayuda nada a su autoestima y podría empujarlos a tomar decisiones complejas, que ningún adolescente debería contemplar a tan temprana edad.
Según un estudio, los adolescentes LGBTIQ+ tienen 4 veces más probabilidades de suicidarse al ser víctimas de discriminación, en comparación a un adolescente heterosexual. Pero el apoyo de un solo adulto puede hacer la diferencia, enseñándoles que está bien ser diferentes, aunque el mundo grite lo contrario.
Comprender que cada hijo o hija tiene su propio color y es perfecto a su manera permitirá que los adolescentes crezcan libres y sin miedo. Brindarles un hogar sano en el que prime el amor y la aceptación es responsabilidad de las madres y padres de familia. Su casa debería ser un lugar seguro, libre de violencia y lleno de amor incondicional.
Diversidades que brillan
En 2019, asistí a la última marcha por el orgullo gay en Quito. Este año, luego de una pandemia que limitó la toma de espacios en la ciudad vuelven a las calles con sus banderas y su alegría, pero sobre todo con su lucha, esa lucha que me permitió conocerles hace años.
Aprendí de una buena amiga, diversa y maravillosa, que la lucha LGBTIQ+ va más allá de una sola persona, es una lucha de todas y todos, es desaprender lo aprendido, y empezar por abrazar nuestras diferencias, esas que tanto pesan, que tanto duelen: las que llaman a la violencia y la homofobia, que son parte de un mundo mega-hiper diverso, de colores brillantes, de personas que aman sin miedo.
Cada junio es especial, me gusta celebrar la lucha, celebrar a mis amigas y amigos, a quienes admiro profundamente por su tenacidad, por su forma de cambiar el mundo con sus existencias.
A varios de ellos les han dicho incontables veces lo raros que son. Les han dejado claro que van contra la naturaleza, pero no lo creo, porque aprendí a verles como iguales, a quererles con sus diferencias, con su locura, con sus historias.
Celebro el mes del orgullo, el avance en el reconocimiento de derechos, la lucha histórica que nos ha traído hasta este momento, que nos invita a reflexionar sobre sus derechos, sobre los cambios que generamos en la sociedad, y como aportamos para sostener con paso firme esta transformación que tanto le ha costado a la comunidad LGBTIQ+.
No pretendo de ninguna manera, mostrar una realidad que no atraviesa mi vida, pero creo que es importante, escribir sobre sus derechos, contar su lucha e invitar a quienes profesan su homofobia sin límites, a leer y aprender.
Sus vidas importan. ¡Sus derechos también!
Dedicado a:
Mis amigas, amigos, amigxs que no bajan la voz, que no esconden quienes son, y que luchan por los derechos de toda la comunidad. Mi admiración y respeto.
A quienes siguen encerrados en un closet, porque el mundo les parece complejo; está bien, todo a su tiempo.
A quienes sienten que nadie los quiere, los abrazo.
A las madres y padres que les cuesta aceptar; y a quienes, con profundo amor, decidieron hacerlo.
A ti, a ustedes, que aman sin miedo a nada. ¡Están cambiando el mundo!
Con especial cariño para: Tita, Zayuri y Ana Paula.
Y, para Belén, Dany, César, Eri, Pablito, Roge, Feli, Pipo, Vane, Ro, Majo.
En un mundo lleno de odio como el nuestro, el amor es el arma más poderosa que tenemos, úsenla para algo bueno.
Nota aclaratoria: este artículo no promueve un lenguaje sexista y está de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo. Pero no utiliza los pronombres el/la los/las o les, para evitar posibles confusiones.
Referencias:
Carlos Figari. (2015). El Movimiento LGBT en América Latina: institucionalizaciones oblicuas. https://fundacionhenrydunant.org/images/stories/biblioteca/derechos-personas-lgtbi/El%20movimiento%20LGBT%20en%20Am%C3%A9rica%20Latina.%20institucionalizaciones%20oblicuas%20-%20Carlos%20Figari.pdf
Cesida. (24 de junio de 2021). 40 años de los primeros casos de sida en el mundo. https://cesida.org/blog/40-anos-de-los-primeros-casos-de-sida-en-el-mundo/
Edición Médica. (31 de octubre de 2018). En Ecuador, diariamente 10 personas se contagian de VIH, de ellas 5 son hombres. https://www.edicionmedica.ec/secciones/salud-publica/el-vih-en-ecuador-puede-ser-controlado-con-decision-politica-93095
Helena Humphrey. (27 de junio de 2019). 50 años de Stonewall, hito del movimiento LGTBI. DW.
https://www.dw.com/es/50-a%C3%B1os-de-stonewall-hito-del-movimiento-lgtbi/a-49369946
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. (2015). Estudio de caso sobre condiciones de vida, inclusión social y cumplimiento de derechos humanos de la población LGBTI en el Ecuador. https://www.ecuadorencifras.gob.ec//documentos/web-inec/Estadisticas_Sociales/LGBTI/Analisis_situacion_LGBTI.pdf
Mujer & Mujer. (2021). “Encuesta para identificar vulnerabilidades en la población LGBTIQ+, en el marco de la pandemia del COVID-19”.
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