Quiéreme trans

Quiéreme trans, un artículo sobre el día internacional de la visibilidad trans

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“Yo nací diferente, y eso es lo más normal del mundo”

Jorge Parada

Hace pocos días, una organización presentó una propuesta de Ley para la inclusión laboral trans en Ecuador, cuyo objetivo es que las empresas contraten a personas trans, en un porcentaje igual al 1% del total de sus empleados.

Si bien no existen cifras actualizadas sobre su acceso a educación o trabajo, extraoficialmente conocemos que las personas trans no acceden con facilidad a estos espacios, debido al estigma que la sociedad ha creado sobre ellos y a la discriminación de la que son víctimas.

Por ello, cada 31 de marzo se celebra el día de la visibilidad trans, como parte de una lucha interminable para comprender que sus vidas importan, incluso si muchos, buscan anular o disminuir su presencia.

Algo que debería provocarnos rabia e indignación es que un grupo de personas sea discriminado de tal manera, que no pueda culminar sus estudios o acceder a un trabajo digno, ni a servicios de salud adecuados.

Los casos de discriminación hacia la población trans ahondan nuestras diferencias, colocándonos como mejores, sin distinguir que las personas cisgénero tenemos más oportunidades en todo ámbito.

Las exclusiones y discriminación comienzan a muy temprana edad, cuando al mostrarse como son, muchos de ellos son expulsados de sus hogares y deciden abandonar sus estudios por los malos tratos que reciben.

Y ustedes seguramente están pensando: “el bullying nos pasa a todos”, y puede ser, pero no solo me refiero al bullying -cuyos efectos son devastadores en las vidas de niños y adolescentes-, estoy hablando de actos sin nombre, humillaciones y maltratos, que denigran a las personas trans.

Por ello, buscan diferentes maneras de ganarse la vida, como la prostitución, y no se trata de una decisión que toman por simple comodidad, sino, porque no tenían más opciones, nadie los acompañó para que terminen sus estudios, ni estuvo a su lado para decirles que eventualmente, todo pasa.

Esto no solo sucede en instituciones educativas, también en cafeterías, restaurantes y oficinas, producto del desconocimiento sobre quiénes son. Tan fácil sería, que nos expliquen desde niños que somos iguales, aunque nos veamos diferente.

Pero esto va más allá de nuestras sociedades, me pregunto: ¿qué hacen las autoridades? ¿qué planes de política pública pretenden implementar a futuro para proteger las vidas trans, para ayudarles a sostener sus vidas y cumplir sus metas?

Cómo piensan cuidar las infancias trans, ¿a cuántos docentes han sensibilizado?, ¿cuántas unidades educativas han clausurado por discriminar? Espero que la respuesta no sea cero, pero en el fondo, sé que estoy equivocada.

Precisamente por la falta de garantías de nuestra institucionalidad, las luchas que se han gestado desde las familias y sociedad civil impactan en la búsqueda de la igualdad de condiciones y respeto a sus derechos.   

Unos años atrás, la historia de Amada nos hizo reflexionar sobre la inmensa diversidad que nos rodea; ella y su familia iniciaron una lucha que representa a la niñez trans en nuestro país, para reconocer su derecho a la identidad.

Mucho antes, en 2009, Estrellita Estévez, mujer y activista trans consiguió el cambio de sexo en su cédula, el proceso no fue nada sencillo por las trabas del sistema y el desconocimiento de un aparataje estatal, que sigue sin comprender que tenemos los mismos derechos.

Su lucha y tenacidad también sientan un precedente, luego de que hace unos días, un Tribunal de la Sala Civil de la Corte de Pichincha, adoptó una decisión favorable dentro de su caso, ordenando al Ministerio de Salud Pública, realizar la cirugía de retiro de prótesis y colocar otras.  

Así, de a poco parece que, a partir de diversas luchas, los avances en materia de derechos humanos se sienten. Pero, más allá de lo que dice la norma y la teoría, es preciso generar cambios profundos en las personas.

Entender nuestras diferencias, pero sobre todo respetarlas, no sucede de la noche a la mañana, sensibilizar en nuestros entornos sería un primer paso.

Los cambios empiezan por comprender que lo diferente a mí (a nosotros) no es malo, es una oportunidad para mirar desde otra perspectiva a quienes parecen muy diferentes, aunque cuando los conoces, en realidad no lo son tanto.

Cambiemos el discurso, mejoremos las herramientas, cambiar no es tan difícil cuando te lo propones. Pero si al final, cambiar no es lo tuyo, entonces aprende a respetarles, porque no es tu vida, es la vida de alguien más que decidió mostrarse como es, con miedo o no, es más valiente de lo que imaginan.

Hacerlos visibles es un compromiso de todos, de quienes convivimos con ellos y ellas, de quienes compartimos nuestro tiempo y experiencias de vida, de quienes buscamos un mundo más justo para todxs.

Tómate un minuto para pensar en lo difícil que son sus vidas, y deja de hacerlas más complicadas.

¡Aprende, comprende, acepta!

Nota aclaratoria: este artículo no promueve un lenguaje sexista y está de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo. Pero no utiliza los pronombres el/la los/las o les, para evitar posibles confusiones.

Referencias:

El Comercio. (23 de marzo de 2022). Dayris Estrella, la primera persona trans en cambiar su sexo en la cédula, obtuvo otro logro judicial. https://www.elcomercio.com/actualidad/seguridad/dayris-estrella-trans-logro-judicial.html

Gk. (5 de septiembre de 2021). La pelea por unos implantes de senos que es una pelea por derechos. https:e//gk.city/2021/09/05/senos-imp

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