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El séptimo arte y sus efectos El séptimo arte y sus efectos El séptimo arte y sus efectos
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Censurar o ridiculizar la política, la sociedad, los personajes de la Historia o los acontecimientos de la vida diaria a través de la sátira hoy es una tarea bastante arriesgada, por un lado, el gusto por el arte no es el mismo que antes, y por otro lado, se ha desarrollado un sentido de susceptibilidad muy fuerte en las personas que frenan la libertad de expresar lo que sientes y piensas, en todo el sentido de la palabra. Tal es el caso del cine, de las historias que nos muestran o de la forma en que nos la cuentan.
El año 2021 fue muy bueno para el séptimo arte. “Dont look Up” o “No mires arriba” en español es una de las películas de las que se ha hablado mucho, ya sea por la forma en que satiriza la política internacional y la postura de los países dominantes y sus gobernantes frente a la calamidad social o, porque toca ese punto en el que el ser humano se ve atacado por su aletargamiento como especie racional con relación a su alteridad.
En esta ocasión me gustaría abordar algunos aspectos que el director y guionista Adam McKay toca en la película o que al menos, quiere captar en los espectadores. La historia narra el potencial choque de un cometa con el planeta Tierra y su extinción inminente ante tal evento, y cómo los entes de poder, tanto los gobiernos, políticos y empresarios poderosos pueden convertir de esta desgracia una oportunidad de ganar adeptos y dinero.
En política hay asuntos prioritarios: salvaguardar el bienestar colectivo y hacer de la justicia una práctica diaria, a través del poder público otorgado por el pueblo. La película muestra el empoderamiento de la mujer y sus efectos en la política, con humor y sarcasmo cómo llegar al poder y ganar adeptos por las decisiones que toman.
La campaña política generada en la historia es por determinar quién tiene la razón, si los que miran la verdad frente a los hechos que están ante sus ojos o, los que miran la verdad desde los ojos de quienes los gobiernan y esperan algo de ellos. Mantenernos cabizbajos, sin mirar más allá de nuestras narices es el objetivo de todo gobernante que quiere al pueblo ignorante para disfrazar la corrupción de un falso altruismo a través de los medios de poder.
En este sentido, los medios de comunicación juegan un papel muy importante en la película y en la vida real, porque son una muestra clara de la actual desinformación que está viviendo el mundo, dando a conocer lo que les conviene, disfrazando la verdad con toques humorísticos, falsos positivismos y una romantización de la vida real, que realmente dan pena. El objetivo por el que fueron creados ha cumplido su efecto, mantener al televidente alienado en lo que ellos quieren dar a conocer: la vida es una telenovela donde hay un príncipe azul y una princesa que se aman y se juran amor eterno. ¿No les parece conocido el escenario? En los medios de comunicación de nuestro país abundan las caras bonitas y los populistas ignorantes, pero muy poca calidad periodística. En eso la película tuvo muy acertada perspectiva, con las luces y los flashes que nos obnubilan el sentido común.
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Sumando a lo anterior, viene la parte que nos corresponde a todos los comunes mortales, los ciudadanos de a pie, y los que vivimos somnolientos ante la magia de la tecnología y el encanto del metaverso. Estamos más preocupados por el concierto de un reguetonero (Bad Bunny), por copiar el modelo de negocio de un magnate o admirando a los nuevos mesías que tienen alardes por vivir de forma extraterrestre (Elon Musk), o por poner el mejor filtro a nuestra foto y así ganar seguidores en las redes sociales (Influencers), que por hacer algo realmente que valga la pena y pueda ayudar al mundo a ser más sostenible, resiliente y empático.
La película muestra la mercantilización de la desgracia, la materialización del poder y la encarnación del ego en su máximo esplendor. No es de extrañar que en la pandemia se incrementaron los millonarios: los que vendieron y los que robaron a causa de la muerte y de la desgracia; como tampoco es de extrañar que la nueva normalidad esté plagada de escépticos y de crédulos: los que promueven la vacunas para salvaguardar la vida, y los que las detractan pensando en que nos hackearán nuestros sistemas por la introducción de chips cerebrales.
En fin, quizá la idea del director, guionista o productor de la película era sólo entretenernos sin aludir al sistema, porque se convertiría en su propio autocrítico al formar parte de la ingente industria cinematográfica y el streaming, pero los efectos que generó fueron realmente interesantes. Algunos catalogan la película como extremista, otros como aburrida, unos tantos como utópica y cómica; yo la catalogo como una historia interesante que te llama a pensar y a ubicarte en qué plano estás, si en los que defienden o en los que detractan.
Siempre lo he dicho, el arte -en este caso el cine- genera efectos y como diría Oscar Wilde: “Allí donde el hombre culto percibe un efecto, el inculto coge un resfriado”. Adicional al gusto cinematográfico que cada uno tenga, hay efectos que son muy difíciles de eludir, pero muy fáciles de escapar.
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