La osadía de ser medallistas

Análisis sobre la participación de nuestros deportistas ecuatorianos en los juegos olímpicos 2024 en París

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“Tomen en cuenta que la calle no da nada,  sino que el deporte cambia muchas vidas” 

Lisseth Ayoví

En el deporte, como en la vida, nada está escrito, Ecuador o más bien sus atletas, demostraron que la perseverancia es la llave para superar cualquier pronóstico, por muy adverso que parezca.

Desde la primera medalla de oro ganada por Jefferson Pérez en marcha en los Juegos Olímpicos de Atlanta – 1996, esperamos por largo tiempo para obtener otra distinción de este nivel, pero por mucho tiempo, nuestros deportistas han puesto cada gramo de empeño, sudor y lágrimas en el intento por alzar una medalla o fallar en su intento.

A pesar de que el apoyo estatal ha sido mínimo, con presupuestos reducidos que no permiten mejorar las condiciones de los deportistas, ni de las instalaciones que utilizan para los entrenamientos, los atletas no se han dejado amilanar por las condiciones adversas que enfrentan y, por el contrario, continúan sus procesos con apoyo externo, donde la presencia de su familia, amigos y entrenadores han sido vitales para avanzar hacia sus objetivos.    

Durante la última década, el trabajo constante de este pequeño grupo de soñadores ha dado frutos poco a poco, logrando el reconocimiento en algunas competencias nacionales e internacionales, han ganado espacios a los que anteriormente eran muy difícil acceder, pero que a pulso ya les pertenecen.

En la edición de los Juegos Olímpicos Tokio 2020+1, el esfuerzo y preparación se evidenciaron en cada disciplina, culminando con una destacada participación de nuestros representantes con dos medallas de oro y una de plata, además de cuatro diplomas olímpicos en halterofilia, BMX y lucha.

Aunque siempre esperamos medallas, el hecho de participar en Juegos Olímpicos, representar a tu país, a tu gente, es un mérito de muy pocos, considerando el tiempo que le dedican a sus respectivos deportes y las adversidades que enfrentan antes de ser el número uno.

Tokio 2020+1

Durante los Juegos Olímpicos Tokio 2020+1, Ecuador cumplió una jornada histórica, la hazaña de Neisi Dajomes, primera mujer ecuatoriana en obtener una medalla de oro en halterofilia, en la categoría de 76 kg, generó altas expectativas sobre la participación de atletas ecuatorianos en espacios internacionales, no solo en esta disciplina, sino en muchas otras.

Por su parte, Tamara Salazar, pesista oriunda del Carchi en la categoría de 87 kg no se quedó atrás, logrando la medalla de plata, a pesar de sentir molestias en su espalda y hombros, se enfrentó a fuertes adversarias, dejando en alto su nombre y el de su país.

Richard Carapaz, también puso su granito de arena, el medallista olímpico de oro en ciclismo en los JJ OO de Tokio, elevó la bandera hasta lo más alto, al representar a Ecuador con absoluta solvencia para colocarse en ese podio, convirtiéndose de esta manera, en uno de los favoritos en competencias como el Giro de Italia, Giro de Francia, la Vuelta a España, entre otros.

Jefferson, Neisi, Tamara y Richard, marcaron con paso firme el camino a seguir para futuros deportistas que demostraron con garra y coraje de que están hechos, durante la edición de Juegos Olímpicos – París 2024.

París 2024

Este nuevo encuentro trajo gratas sorpresas para el país con una importante cosecha de medallas: una de oro, dos de plata y dos de bronce, la mejor hasta el momento desde la primera participación en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976.

Así mismo, se obtuvieron seis diplomas olímpicos en lucha, marcha femenina, boxeo y halterofilia, destacando la participación de Liseth Ayoví, quien se colocó en el cuarto puesto en la categoría de +81kg, cautivando al público con su fuerza, pero además con su actitud positiva y don de gentes, demostrado en cada levantamiento.

En esta ocasión, Neisi Dajomes participó en la categoría de 81 kg, debido a que se suprimieron varias categorías, Dajomes se preparó para un peso superior al que estaba acostumbrada, consiguiendo una medalla de bronce, que lejos de su objetivo personal, es un gran logro para nuestro país.

Angie Palacios, hermana menor de Dajomes, también participó en esta edición de Juegos Olímpicos, en la categoría de 79 kg en halterofilia, la pesista que hace un mes presentó una lesión en la espalda, obtuvo una medalla de bronce, demostrando una fortaleza impresionante y digna de destacar.

En la disciplina de lucha femenina, Lucía Yépez la “Tigra” nos hizo soñar con una nueva medalla, luego de enfrentarse a su par de Japón, la ecuatoriana se alzó con la medalla de plata, convirtiéndose en la primera deportista en ganar una medalla en un deporte de contacto.

Daniel Pintado también plasmó su nombre en el medallero tricolor, alzando el oro en la disciplina de marcha – 20 km, presea que dedicó a sus hijos y familia, quienes no pudieron estar a su lado en este encuentro, pero que han acompañado su proceso día a día.

Pero esta medalla no fue suficiente, en la categoría de marcha por relevos, participó con la marchista Glenda Morejón, obteniendo la medalla de plata para el país, que para ambos marchistas es un recordatorio de que son grandes deportistas, y que su perseverancia y lucha diaria los llevará muy lejos.

En realidad, fue una pena que la “locomotora” Richard Carapaz no haya sido parte de los atletas que se dieron cita en París, pues debido a un tema administrativo, quedó fuera de la competencia, en su lugar participó el compatriota Jonathan Narváez, quien enfrentó algunos inconvenientes y al no contar con equipo de respaldo, se retrasó en la llegada.

Se dijo en su momento, que esta decisión estaría relacionada con los comentarios emitidos por Carapaz en contra de la dirigencia deportiva; sin embargo, el Ministerio del Deporte enfatizó que se trataba de un nuevo reglamento.

Y bueno, Carapaz no obtuvo su revancha, pero en sus redes lo dijo todo: “medallista una vez, medallista toda la vida”.

Así mismo, debido a los cambios en las categorías de halterofilia y la disminución de cupos para el país, Tamara Salazar se enfrentó a Neisi Dajomes por el único cupo disponible, quedando fuera de las olimpiadas.

Sin esfuerzo, no hay medalla         

Si bien es cierto, como espectadores solo vemos una parte de la realidad, esas apariciones esporádicas de nuestros deportistas en las pantallas de TV no nos permiten apreciar lo que significa llegar a ese momento, ni el sacrificio y esfuerzo diario de los atletas, sus familias y equipo de trabajo.

Las autoridades como siempre, solo aparecen para las fotos, deja mucho que desear la gestión deportiva actual, que no permite a los atletas formarse en las mejores condiciones, ni entrenar el tiempo suficiente.

Y aunque muchos quieran subirse a la camioneta de último minuto, tal como lo dijo Neisi durante una entrevista, estos logros no habrían sido posibles sin el apoyo de la empresa privada. Sin los auspicios, los deportistas no podrían continuar entrenando, mucho menos participar en competencias internacionales.

Muchos exigen medallas de oro, como si fuera tan fácil como “soplar y hacer botellas”, los atletas vienen de procesos difíciles, no solo físicamente, también en el ámbito emocional, y ni que decir del peso que supone mantener una familia, mientras luchas por un lugar en el podio.

Bastante se habla de los premios económicos que reciben los medallistas, para algunos está bien, para otros no tanto, a la final es un reconocimiento a su sacrificio, a su entereza y ganas de avanzar en un mundo deportivo que les exige más.

Pedir medallas no es precisamente nuestra función como país, pues llegarán en su momento, cuando mejoren las condiciones, cuando los deportistas tengan los implementos mínimos para entrenar y cuando las instituciones encargadas asuman su responsabilidad con la gente, comprendiendo que el acceso al deporte también es un derecho.

Historias de vida como la de Lisseth Ayoví, que, debido a la falta de recursos en su hogar, tuvo que decidir entre los estudios o el deporte, nos deberían llevar a la reflexión de lo que pasa en nuestra sociedad, mientras los niños y jóvenes tengan menos oportunidades de acceder a educación, deportes o recreación, más fácil será que busquen otras opciones para sobrevivir.

Cuando el deporte sea la prioridad número uno, entonces el país brillará en los Juegos Olímpicos y en cualquier otra competencia, porque habremos encontrado la verdadera mina de oro, la que nadie quiere, pero que, a la final, todos terminan buscando.

Por ahora, mientras miro a estos jóvenes atletas, pienso en los próximos juegos olímpicos con la sensación de que vendrán más medallas, sin duda, pero que las cosas por aquí no cambiarán de la noche a la mañana, sino que será un proceso mucho más largo, en el fondo espero equivocarme.

Ojalá vengan nuevas gestiones comprometidas con la niñez y adolescencia, que no busquen llenar sus bolsillos de dinero, sino que hagan lo posible para promover el deporte en su máxima expresión, para convertir al país en cuna de atletas, hombres y mujeres valientes, que dentro de poco, estarán destinados a construir el país ganador con el que siempre he soñado.

Nota aclaratoria: este artículo no promueve un lenguaje sexista y está de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo. Pero no utiliza los pronombres el/la los/las o les, para evitar posibles confusiones.

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