La nueva normalidad y sus antiguos monstruos

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Creyente, profesional, emprendedor y cafeinómano. Trabajo por ser empático, solidario y justo. Mi fin último: trascender.

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Estamos en una etapa en la que no sabemos a dónde apuntar. Lo tan anhelado desde que empezó la pandemia creo ha llegado ya: la nueva normalidad y sus efectos. El poder hacer lo que nos gusta, disfrutar de unas vacaciones en la playa o en el extranjero, farrear hasta cansarnos, aventurar sin restricciones y por supuesto, reactivarnos a como dé lugar para recuperar el tiempo y los ingresos perdidos en la terrible etapa de confinamiento, figuran ahora, como los principales objetivos de todos en el mundo entero.

En el país, los asuntos políticos también son los antiguos conocidos: un presidente indolente cuya administración no tiene rumbo fijo, con colaboradores mediocres tan poco empáticos y muy arraigados a los sistemas de gobiernos anteriores, que al parecer se deleitan de su mediocridad echando la culpa a los líderes actuales y con las mismas quejas de siempre:  los problemas económicos, políticos y sociales son heredados y ante eso no hay mucho que hacer.

El asunto social en el Ecuador también va tornándose conocido, aunque con algunos matices actuales que ahora lo hacen más interesante como, por ejemplo: las masacres en las cárceles y la pugna interna para determinar quién es el líder de las bandas que gobiernan y llevan el liderato de los grupos de poder dentro del sistema carcelario.

 Mucho se ha hablado de ello y del impacto que el narcotráfico ha generado en nuestro país a raíz de las malas decisiones políticas que se han tomado a lo largo de la historia en el país, y por supuesto a la desidia de las autoridades de turno por controlar dicha situación, o quizá también, de la mucha importancia que le han dado al asunto para hacerlo ver ahora como un fenómeno social incontrolable, pero bien planeado para que se torne ahora como tal y no hacer nada.

No podríamos dejar de lado los asuntos que conciernen al pueblo y a su deleite: el fútbol y la religión. Del primero hay mucho que decir, ahora con un pie casi en Qatar, todos los fanáticos de la Tri, alegres y felices porque ha ganado, sin embargo, los vituperios y maldiciones no cesan en temporadas adversas, muchos creen que el deporte a nivel colectivo en el país no tiene resultados óptimos en comparación con las brillantes actuaciones que se han dado últimamente a nivel personal en disciplinas como el patinaje, el ciclismo, la halterofilia y demás deportes que están tomando cuerpo en el país. La religión por su parte, siempre activa y presta para actuar en todo tiempo. Es un tema delicado al menos ahora, que está tan degradada, de cuyo acápite me ocuparé en otra ocasión.

Ante este panorama actual y con la antigua normalidad en órbita, existen muchos monstruos y prejuicios que nos han acompañado desde siempre y que la pandemia no los exterminó. Uno de estos es el miedo. Cuyos efectos son devastadores para quien no lo puede controlar. El miedo como sentimiento es normal, porque forma parte de la naturaleza humana ante las diversas situaciones que vivimos a diario, el asunto se torna patológico cuando paraliza al ser humano. El miedo es enemigo de la sinceridad, de la verdad y de la libertad; cuyo efecto inmediato es la alienación en cosas que disipan y equilibran emociones muchas veces reprimidas, logrando felicidad pasajera y efímera, pero que el fondo habita la insatisfacción.

Otro de los monstruos que no destruyó la pandemia es la esclavitud. Muchos dirán que es exagerado pensar en esclavitud en estos tiempos, pero la definición del término es tan actual como en la época antigua. El hombre ha vivido esclavo en el arte de pensar y en el arte de vivir de acuerdo a su pensar. Consecuencia de ello, ha adoptado estilos de vida que hacen honor a la esclavitud y le rinden culto ¿Será acaso este asunto, la causa para que el relajamiento social frente a la pandemia esté teniendo efectos negativos, tanto a nivel nacional como a nivel mundial?, es posible que sí, como rezan los adagios populares, el hombre es el único ser vivo que se tropieza dos veces con la misma piedra. Tan necios somos que no entendemos ni discernimos los tiempos y el espacio que ocupamos. El objetivo del presente artículo es poner de manifiesto la situación que estamos viviendo, muy caótica para variar: a nivel social, a nivel político y por supuesto a nivel personal. Empoderarnos de lo que nos concierne equivale a perder y vencer el miedo para involucrarnos en los asuntos en los que podemos generar valor y sostenibilidad en todo sentido. Hombres y mujeres; padres y madres de madres de familia; hijos e hijas; amigos y amigas; profesionales, empresarios, servidores públicos, educadores, vivanderas, estudiantes y todo aquel que desee ver días mejores para sí mismos y para los suyos. Disminuir la queja e incrementar la propuesta de valor es la fórmula para contrarrestar los problemas que acontecen a diario a nivel personal y colectivo. Romper las cadenas de la esclavitud también equivale a romper estereotipos, formas de pensar, estilos de vida egocentristas, de esta forma darle paso al amor y la empatía; de hecho, el amor es el único sentimiento que rompe los miedos y las esclavitudes. Hay que apostarle a ello.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

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