Rutina matutina

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Nació un 14 de febrero de 1989, desde temprana edad manifestó predilección por la Literatura y la poesía, ha participado destacadamente en concursos de declamación, se formó como docente de Lengua y Literatura en la Universidad Central del Ecuador, escribe de forma aficionada: poesía, relatos cortos y ensayos. Ha sido docente en instituciones públicas y privadas, promoviendo la creación literaria en sus estudiantes.

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Sonó la alarma como siempre, el horrible sueño se interrumpió, con alivio abrió los ojos, aún el sudor humedecía su pijama, organizó un poco sus ideas y tuvo el impulso necesario para desprenderse de las sábanas y levantarse.

El agua tardó en calentarse, entró a la ducha, fue un baño corto y apurado. Se le hacía tarde como cada mañana durante los últimos diez años. Se vistió y tomó un café a grandes sorbos, debía salir en cuatro minutos. Buscó sus llaves y no estaban, las buscó debajo de los cojines, en la cocina, en las bolsas de las compras de ayer, en el cesto de ropa sucia, en los bolsillos de la chaqueta usada el día anterior, en la cartera café de piel que llevaba siempre, y no estaban.

Fue a la habitación, en la cama era el último lugar donde buscaría sus llaves. Allí, en el usual desorden que forma la rutina matutina, el edredón aún formaba la silueta de un cuerpo…

De pronto, un escalofrío le recorrió por la nuca, como quien presagia un hallazgo oscuro, levantó despacio el cubrecama verde, asomaron unos cabellos negros; y bajando, descubrió una frente grisácea… En el paroxismo de la conmoción, levantó de golpe el edredón y encontró un cuerpo azulado escuálido, rígido, ¿Estaba soñando acaso? ¿La pesadilla no había terminado?  Se acercó para ver quién era. Vio una cara desfigurada, pero todavía conservaba los rasgos esenciales para reconocer a quien había visto todos los días de su vida… Fría y putrefacta se veía a sí misma en la cama…

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

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