Mamá: el corazón que no deja de latir

Ser madre es un rol que lleva consigo un compromiso enorme, mientras las mujeres intentan continuar con sus vidas a toda costa. Pero convertirse en mamá no es un sacrificio, debería ser una decisión adoptada con libertad para quienes decidimos maternar.

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Nadie dijo que ser mamá, te hace vulnerable y tan sensible, que eres capaz de sentir con cada fibra del cuerpo, a kilómetros de distancia.

Ser mamá es una aventura de la que ninguna de nosotras sale completa, pero la escogería mil veces más.

Aunque ahora que lo pienso, la idea de ser una súper mamá con la sonrisa de calendario 24/7 no va conmigo. De hecho, la experiencia de ser madre de dos hijos adolescentes, me ha enseñado que mamá puede ser la más fuerte en un momento y de la nada, convertirse en un manojo de nervios.

Así son todos los días desde que nacen los hijos, algunos buenos y otros no tanto, pero a diferencia de lo que muchos creen, el embarazo no es la parte difícil, de hecho, es el lado más divertido de ser mamá.

Larga espera

En estos días, una amiga embarazada, me recordó la primera vez que fui mamá, mi única preocupación era preparar la maleta para el hospital o encontrar la ropa correcta para mi niña.

De eso, ya son casi 18 años, cuatro años después llegó mi segundo wawa. Dos experiencias muy diferentes una de la otra, comprendí que no era la mamá perfecta, pero ninguna lo es.

Puede ser por la idea distorsionada que nos vendieron de la maternidad. Esa historia romántica de lo que es ser madre tiene muchas incongruencias, la “dulce espera” como la llaman, no siempre es tan dulce.

La espera trae consigo hinchazón, y largas noches con calambres. Nadie te dice que, desde los siete meses –o antes-, no podrás dormir, ni amarrarte los cordones de los zapatos.

Y aunque piensen que las mujeres embarazadas tienen una ventaja para comer cuanto quieran, no es del todo cierto.

La movilidad es otro asunto, nunca he tenido carro, así que los invito a subirse al bus con una panza enorme, para quedarte dormida en el primer asiento vacío que asoma.

Las idas y venidas al doctor tampoco eran mi momento favorito, tuve dos experiencias diferentes entre salud privada y pública, con su pros y contras, aunque finalmente, los wawas salieron bien en ambos casos.

Sin duda, los momentos más relajantes durante el embarazo, eran las duchas de agua caliente, me quitaban el cansancio que llevaba encima, los minutos más calmados del día.

Y después de los nueves meses … ¿qué?

No es solo el wawa, no es solo parir, es todo un proceso con una carga hormonal que luego de nueve meses, te deja exhausta. Porque además quieres seguir trabajando, estudiando o haciendo tu vida como antes, pero no siempre puedes.

Muchas amigas dejaron sus trabajos o estudios. Son decisiones de vida que no podemos juzgar, sobre todo porque cada una vive una historia diferente. 

Luego de tenerlos en brazos, viene la parte complicada: volver al trabajo, retomar los estudios, los hobbies, viajar. Pero, no puedes pensar con claridad cuando tu hijo te mira tan fijamente ¿verdad?

Retomar las vidas donde quedaron es un reto de cada mujer que decide maternar y suele resultar muy difícil: por el cansancio de los primeros meses después del nacimiento, las malas noches, el llanto, cambio de pañales, y por las visitas al pediatra que ocupan gran parte del tiempo.

A nosotras nos enseñaron que las mujeres deben ser madres por obligación, no por decisión, pero yo decidí por mí misma que quería embarazarme, maternar y criar. No fue tan difícil y nunca la vi como un impedimento para continuar con mi proyecto de vida, aunque haya significado cambiar el plan una y otra, y otra vez.

Aquí cabe aclarar, que hay una ventaja importante, tener un compañero comprometido en el proceso, mi esposo, que además es un maravilloso padre, ha hecho un trabajo maravilloso, y su compañía también me ha dado calma, mientras los hijos crecen a toda velocidad.

Mamás: rebeldes con causa

A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de conectar con madres tan diversas como excepcionales, ellas me enseñaron que, aunque existan momentos difíciles, siempre tenemos la esperanza de un día nuevo.

Ser madre va más allá de los primeros nueve meses, ese es solo el inicio de una historia que con el pasar de los años es más interesante, porque nadie sabe lo que viene después. Nadie tiene la certeza de que mañana tu hijo o hija, no será diferente, aunque para nosotras siempre serán perfectos.

Uno de mis miedos más grandes es que les hagan daño de una o de otra manera, porque el mundo es demasiado cruel cuando te ves diferente al resto. Por eso, nuestro trabajo es tan valioso, fomentando crianzas enfocadas en el respeto hacia las otras personas, promoviendo la igualdad en todo momento.

Mamá no se rinde, porque tiene motivos para intentarlo todo, incluso si falla un millón de veces. Ser madre me ha demostrado que la vida es un instante lleno de emociones, una carrera contra reloj que no deja de avanzar.

Y en esta carrera frente a todo, mamá se cansa, necesita ratitos a solas, también quiere una vida tranquila, mientras se las arregla para encajar en un abismo interminable de roles tejidos a su alrededor.

Ser madre no es algo fácil de explicar, porque no está escrito en ningún libro, aprendes en el camino, es empírico dirán algunos. Pero a la experiencia le sumas la enorme responsabilidad de criar a un ser humano, para que crezca siendo mejor, no perfecto, pero si, muy feliz.  

Mamás en pleno siglo XXI

He sido madre por algún tiempo y no siento la maternidad como una carga o un sacrificio. De hecho al ser una decisión personal, hace cada momento más fácil de asimilar.

Pero no puedo asegurar que la sociedad nos haga las cosas fáciles, pues hay un sinfín de trabas para las madres, tanto en sus hogares como en espacios laborales. Aunque nada nos ha detenido, hay que reconocer que han puesto sobre nuestros hombros, una carga enorme sobre el cuidado de los hijos y el hogar.

Para las madres de hoy, quedarse en casa no es una opción, pues la economía actual no permite que solo un miembro del hogar trabaje. Por el contrario, nosotras asumimos roles que les fueron impuestos a los hombres, pero que desempeñamos con mucha solvencia.

Para quienes piensan que ser mamá, significa estar atada a los hijos o la casa, déjenme decirles que estamos en pleno siglo XXI. En un momento en el que nosotras decidimos que hacer con nuestras vidas. Aunque probablemente estoy hablando desde mi propio privilegio.

Pero, si soy capaz de trabajar, estudiar y cuidar, entonces, yo decido si un viernes es de películas y hot dogs en casa; o, si, por el contrario, voy de café. Las prioridades de una mujer, que además es madre, siempre cambian. 

Muy pocas cifras

Ecuador no tiene cifras actualizadas sobre las mujeres que son madres, pero en 2015 existían 3´735.915. Si nos atrevemos a desglosarla, encontraremos madres jóvenes entre los 17 y 21 años, madres en edad adulta entre los 25 y 39 años; y, a quienes superan el margen de los 40.

Pensar más ampliamente en esos números, nos permitirá transparentar otras realidades, como: las madres que viven en pobreza, en movilidad humana, madres desempleadas o aquellas que tienen a su cargo hijas e hijos con enfermedades catastróficas o algún tipo de discapacidad.

La diversidad de madres es infinita, los obstáculos que atraviesan, las convierte en un tipo de madre que yo quisiera ser. No como las mujeres sonrientes que aparecen en publicidad, sino, como las mujeres valientes que en realidad son.

Las mamás reales, de carne y hueso, son las verdaderas heroínas, unas duras. Y aunque a veces quieren darse por vencidas, comprenden que su corazón sigue latiendo por un motivo más poderoso: La vida.

Celebro las maternidades deseadas y a las madres que, con su vibrante rebeldía y amor, construyen infancias felices.

Nota aclaratoria: este artículo no promueve un lenguaje sexista y está de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo. Pero no utiliza los pronombres el/la los/las, para evitar confusiones entre los lectores.

Referencias:

https://www.ecuadorencifras.gob.ec/en-ecuador-existen-3%C2%B4735-915-madres/

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