Incomodar por vidas dignas

Comprender la existencia de las personas trans, nos permitirá vivir en espacios de armonía, en los cuales, la igualdad no esté limitada a la identidad de género de las personas, sino, más bien, ligada al respeto que nos merecemos los seres humanos.

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“El amor que nos negaron, es nuestro impulso para cambiar el mundo”.

Lohana Berkins

Es difícil comprender algo, cuando decides ignorarlo o hacer de cuenta que no existe, sucede muy a menudo con temas considerados “tabú”, como cuando hablamos sobre las personas trans (transgénero, transexuales y travestis). 

Desde que tengo uso de memoria, resulta incómodo para más de uno, ya sea porque nos construyeron como parte de un sistema binario; o, porque nos resistimos a aceptar lo innegable; existen y siempre existirán.

Muchos ni siquiera comprenden a fondo quiénes son, las luchas que han emprendido en defensa de sus derechos; y, como en la actualidad, siguen incomodando a quienes perciben su libertad de ser, como un mero capricho, algo fuera de lo común, que les resulta molesto. 

Vivimos en un mundo que nos etiqueta desde que nacemos, eres hombre o mujer, rosa o azul, no hay términos medios, ni espacio para matices, pero en la práctica, al menos para quienes intentamos comprender de qué se trata, nos encontramos con un espectro mucho más diverso, con espacio para tantos géneros como sean necesarios, dónde las diferencias no tienen importancia; y el paraguas de igualdad nos ha puesto un reto aún mayor, hacerles entender de una u otra manera que su libertad no limita la nuestra.

Hablemos de derechos….

 “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Así lo señala el artículo Nro. 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero más allá de lo que dice el papel y de los avances innegables para garantizar los derechos de todos y todas, la realidad pinta muy diferente, más aún, si no cumples los parámetros de lo “aceptable”.

Y precisamente para garantizar el respeto a los derechos de cada persona, ha sido vital considerar la identidad de género como eje fundamental para su aplicación. Término que según los Principios de Yogyakarta es “la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento”.

Acá, encontramos la categoría trans o transgenerismo que de acuerdo con la OEA se refiere a “la no conformidad entre el sexo biológico de la persona y la identidad de género que ha sido tradicionalmente asignada a este. Una persona trans puede construir su identidad de género independientemente de intervenciones quirúrgicas o tratamientos médicos”.

De hecho, a nivel internacional reconocen el derecho de las personas a “reivindicar la identidad de género, el derecho a la libre expresión de la identidad y el papel del género, el derecho a determinar y modificar el propio cuerpo, y el derecho a un servicio médico competente y profesional”, como lo afirma la Declaración Internacional de los Derechos de Género.

Por su parte, los colectivos y movimientos trans en Ecuador han realizado un amplio trabajo para lograr el reconocimiento de derechos para la comunidad. La despenalización de la homosexualidad en 1997 es un hito importante dentro de su lucha, que les permitió ser reconocidos como sujetos de derechos.

Es así, que, al llegar el referéndum a la Constitución en 2007, los movimientos trans centraron su lucha específicamente en el derecho a la identidad de género, a la libertad estética; y, en la búsqueda de una legislación adecuada a la realidad actual que sancione la discriminación y los delitos de odio por razones de orientación sexual e identidad de género.

Pero, la nueva Constitución expedida en 2008, no desvanecería la discriminación contra las personas trans en sus hogares, lugares de trabajo o centros educativos; para lograrlo se requiere un trabajo mucho más profundo, encaminado a fortalecer –o construir de cero- políticas públicas con enfoque de género, y a transformar el “chip” conservador tan arraigado en nuestra sociedad.

Lamentablemente, en Ecuador no existe información actualizada sobre sus condiciones de vida, acceso a cupo laboral, educación; mucho menos, estadísticas sobre casos de discriminación o violencia.  

Las diversidades son parte de la realidad, llenando cada espacio, siendo protagonistas de sus propias vidas, escribiendo otras historias, aun así, siguen negándoles acceso a espacios públicos, generando eventos discriminatorios y con una carga de transfobia que, para mí, es difícil de explicar.

Transfobia que incomoda

En 2013, la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación y toda forma de Intolerancia, por primera vez “reconoce, garantiza, protege y promueve el derecho a la no discriminación por identidad y expresión de género”.

Al parecer nuestra capital avanza en el reconocimiento de derechos, pero ciertos hechos que ocurren más seguido de lo que parece, siguen reforzando esta idea negativa sobre las personas trans, colocándoles en el centro de una discusión que nunca termina: ¿garantizar sus derechos o vulnerarlos? Pues aparentemente, vulnerar sus derechos es mucho más fácil, que intentar siquiera conocerlas.

Una clara muestra de aquello fue lo ocurrido en los exteriores de la Basílica del Voto Nacional en Quito, que dan cuenta de la absurda ignorancia de quienes se llaman a sí mismos por sus títulos académicos, pero son incapaces de comprender que las personas trans existen y seguirán existiendo a pesar de su limitada manera de ver el mundo.

Este acto de transfobia que no es nada más que el miedo, odio o incomodidad que provocan las personas trans -bien sea en un espacio público o privado-, generó como era de esperarse una ola de comentarios a favor y en contra que, alimentadas por la mirada sesgada de algunos fundamentalistas, destilaron odio puro a través de redes sociales.

La respuesta fue enérgica, el colectivo trans desplegó la bandera del arcoíris con todo orgullo en la Basílica, no como un acto de irrespeto, sino más bien de reivindicación de sus derechos, haciéndose notar. Recordándonos que su presencia siempre retumba, siempre vive.

Después de todo lo ocurrido, lo que más llama la atención, es que, en un estado laico como el nuestro, asuman que ese porcentaje que profesa la religión católica tiene más peso -independientemente de la cifra- que quienes fueron discriminadas solo porque a alguien (x) le pareció que no podían estar en ese lugar.

El exigir sus derechos, no las convierte en delincuentes, créanme cuando digo que no lo son, por el contrario, las hace más fuertes, son voces potentes que no callarán nunca más, decididas a mostrarse con furia. 

Rebelarse al sistema, ser parte de las disidencias, las hizo incómodas a las miradas incrédulas que colmaron la marcha trans del 20 de noviembre, y que por años las han invisibilizado a plena luz del día.

Pero se veían tan cómodas consigo mismas, parecíamos no estar aquí, sino en algún otro lugar, donde nadie -por al menos unas horas- se atrevía a decirles quienes debían ser. Sus voces son poderosas, hacen que su lucha se sienta con fuerza.

Caminar a su lado, me permitió verlas diferente, sus demandas son tan justas como las de cualquier otra persona, pero superan por mucho la capacidad de un Estado sin políticas claras en el ámbito.

Aliados: el privilegio de acompañar

Estos actos de discriminación y transfobia, que, por cierto, suceden todos los días, pero de maneras menos visibles, me dejan preocupada, no sólo por la falta de empatía que demuestran los involucrados, sino, por los argumentos que se exponen para justificar lo injustificable, porque el odio es odio, no importa si quieren hacernos creer lo contrario.

En este punto, los aliados también somos parte del cambio, es primordial comprender nuestro papel, nosotros no estamos para legitimar sus acciones, más bien somos acompañantes en la lucha. Defendemos sin miedo, intentando comprender que su camino ha sido muchísimo más complicado que el nuestro; y, que no podemos remediarlo, pero las queremos, abrazamos y acompañamos en su día a día, por un mundo donde el respeto no se limite al género.

Esto no lo comprendes de la noche a la mañana, alguien te inspira a sumarte al cambio, a comprender que la diversidad no es una etiqueta más, ni un color… es una sonrisa, un abrazo o el cariño de quienes comparten el camino, al menos de momento.

Sigo aprendiendo que cada persona es un mundo diferente y que estas diferencias que tanto hemos reforzado no son más que fantasmas en nuestra cabeza, que nos han hecho perder el norte, olvidando que al final del día, somos la misma esencia en presentaciones variadas.

Admiro cada paso que han dado, porque sé que su esencia cambiará el mundo. Cada uno de ellas y ellos, son una historia que esconde una lucha de derechos, que no terminará mientras no comprendamos que las vidas trans importan, la niñez trans existe, sus nombres y pronombres son válidos, y ya.

Mira a tu alrededor, y pregúntate ¿Cuán diferentes somos?, ¿por qué no podemos ser iguales? La respuesta está en nosotros y de ella dependerá si podemos vivir en paz respetándonos unos a otros, o si, por el contrario, seguiremos reforzando esta absurda idea de sentirnos poderosos, mientras más humillamos a quienes no consideramos “nuestros iguales”.

Y sólo para aclarar, no necesitan nuestra aprobación para ser o sentir y no tienen por qué negociar su dignidad, ni el espacio ganado hasta ahora.

“Si me quieres, quiéreme trans”

Nota aclaratoria: este artículo no promueve un lenguaje sexista y está de acuerdo con el uso del lenguaje inclusivo. Pero no utiliza los pronombres el/la los/las o les, para evitar posibles confusiones.

El medio de comunicación no se responsabiliza por las opiniones dadas en este artículo.

La Disputa

Referencias:

Kaleidos. Breve cronología en la reivindicación de los derechos de las personas LGBTIQ+ en Ecuador. https://www.kaleidos.ec/breve-cronologia-en-la-reivindicacion-de-los-derechos-de-las-personas-lgbtiq-en-ecuador/

Organización de los Estados Americanos. (2012). Estudio orientación sexual, identidad de género y expresión de género: algunos términos y estándares relevantes.

Organización de las Naciones Unidas – ONU. (28 de diciembre de 2019). El ACNUDH y los derechos humanos del colectivo LGBTI https://www.ohchr.org/SP/Issues/LGBTI/Pages/index.aspx

Rueda Castillo, Angie. (2015). Derechos de las personas trans. Revista Defensor.

Sancho Ordóñez, Fernando; Lucas Platero, R. (2018). Memorias posibles para el movimiento trans en Ecuador. Ex æquo, Nº 38, pp. 49-65. DOI: https://doi.org/10.22355/exaequo.2018.38.04

The Trevor Project. (2020). Una guía para ser un aliado de los jóvenes transgénero y no binarios. https://www.thetrevorproject.org/resources/guide/a-guide-to-being-an-ally-to-transgender-and-nonbinary-youth/

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